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Momento en el que algunos invitados a la ceremonia tratan de reducir al joven marroquí que irrumpió en la iglesia de San Pablo de Valladolid - F. BLANCO
Sociedad

«Nos estábamos dando la Paz y subió al altar; la gente huía»

El sacerdote que ofició la boda de Valladolid en la que irrumpió un joven marroquí al grito de «Alá es grande» admite que temió alguna agresión

Valladolid Actualizado: Guardar
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Pese a que la boda «acabó bien, la procesión iba por dentro». Así resume el cura que ofició el pasado sábado en la Iglesia de San Pablo de Valladolid la celebración interrumpida al grito de «Alá es grande» por un joven de 22 años que seguía ayer detenido por la Policía Nacional a la espera de pasar a disposición judicial. «Estábamos en el momento de darnos la Paz cuando se empezaron a escuchar voces de barullo en la Iglesia», rememora el sacerdote que, en un primer momento, pensó que se trataba «de algún grupo de jóvenes alborotador y poco más». Sin embargo, justo cuando realizaba el saludo tanto a los testigos y padrinos como a la flamante pareja de novios «me di cuenta de que alguno de ellos miraba para atrás soliviantado».

Fue entonces cuando vio «a una persona dando voces».

«Mucha gente, incluida la madre de la novia, estaba llorando, y había personas que habían saltado ya de los bancos hacia fuera de la iglesia porque no sabíamos si esta persona venía sola o no o si estaba armada»

Aunque varios testigos confirmaron a ABC que el detenido, de 22 años y residente en Valladolid con un permiso de estudiante, gritó consignas en favor de Alá, el sacerdote admitió «no entender nada de lo que decía», pero sí vio cómo «empujando a unos y otros» llegaba hasta el altar «chillando, pero no en castellano». Entonces, el celebrante decidió coger el cáliz y la patena «por si acaso», pero a la vez «él cogió el mantel y saltó todo por los aires». En ese momento, algunos invitados, algunos «agentes de Policía o guardias civiles», se «lanzaron» a por él «y rodaron por las escaleras». Mientras, el terror se apoderó de parte de los asistentes al evento. «Mucha gente, incluida la madre de la novia, estaba llorando, y había personas que habían saltado ya de los bancos hacia fuera de la iglesia porque no sabíamos si esta persona venía sola o no o si estaba armada», recuerda el padre dominico mucho más tranquilo de lo imaginable en una situación como la que había vivido tan solo unas horas antes.

Desde la sacristía de San Pablo, el cura detalló a ABC que «lógicamente» los novios «estaban muy inquietos y disgustados» porque «el día más feliz de su vida les había quedado ese matiz de violencia y enfrentamiento».

«Salve Rociera»

«Una vez que la Policía entró -casi de inmediato- al templo y se llevó al joven detenido por los delitos de alteración del orden público, amenazas y delito contra los sentimientos religiosos, el celebrante intentó «establecer un poco de tranquilidad», algo en lo que ayuda un grupo musical presente que «tocó temas suaves» para poder «acabar al poco rato con la Eucaristía». Después, «dije unas palabras para buscar esa relajación» y trasladar a los presentes que «nunca olvidarán algo así», pero que «al menos lo hemos superado en paz». Al final la situación «se alegró un poco» con un grupo que cantó «La Salve Rociera».

Sobre sus sensaciones cuando el joven llegó hasta al altar de la iglesia, el cura admitió que pensó en sí «tendría algún arma» porque «la situación ambiental que nos rodea es de inquietud como se pudo comprobar de nuevo con los hechos ocurridos en Londres otra vez».

Sin darle más importancia «de la debida», explicó que los sacerdotes «estamos ya preparados ante cualquier incidente» y se felicitó de que el ahora detenido «no se dirigiera a mí» hasta el punto de considerar que «si los testigos no le hubieran reducido no sé que habría pasado; igual me hubiera empujado o tirado al suelo».

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