«En España se ha contado muy mal la historia»

La Reina Juana I de Castilla llegó a Tordesillas en marzo de 1509. Allí, en un palacio frente al río Duero, permaneció recluida los últimos 46 años de su vida, hasta su muerte en 1555. Cuatro siglos más tarde el novelista e historiador español José Luis Corral, famoso por obras como El Cid, Numancia, El médico hereje, regresa al enclave castellano para novelar la historia de intrigas palaciegas, crímenes y estrategias políticas que sucedieron a la muerte de la Reina Isabel la Católica, en 1504, y la entrada de los Austrias en España. Aunque la villa, más famosa ahora por el controvertido Toro de la Vega que por su poso histórico, es una de las muchas que aparece en «Los Austrias.

El vuelo del Águilar» (Planeta, 2016), el autor aragonés se desplazó hasta la localidad vallisoletana para la presentación nacional de su último trabajo. Allí, el autor expuso que hace ya tiempo que llevaba pensando escribir una novela sobre Fernando el Católico porque «como historiador estoy bastante cansado de la manipulación que se ha hecho de la historia» y precisamente, a su juicio, el monarca aragonés, quien fuera marido de la Reina Isabel, «es uno de los personajes más manipulados, manidos y más alterados de la historia de España». Así, con la idea de desmontar un «mito» más de la historia de España comenzó a escribir esta obra que ahora ve la luz.

El escritor escogió para su presentación las Casas del Tratado de Tordesillas, que además de tener fama porque allí se firmó el documento por el que España y Portugal se repartieron el entonces llamado Nuevo Mundo, se encontraban muy próximos al Palacio donde vivó la Reina Juana, uno de los protagonistas de la nueva novela de José Luis Corral para quien más que una mujer "loca", fue una mujer «adelantada a su tiempo», rebelde y que no admitía estar sometida a una serie de reglas. «En casi todas las épocas cuando ha habido alguien adelantado a su tiempo, el resto de la humanidad lo ha considerado una especie de loco», sentenció el autor.

Para el novelista y profesor de Historia -da clases en la Universidad de Zaragoza-, por lo general, «en España se ha contado muy mal la historia». Así, ejemplificó, «nos han contado una historia en la cual los Reyes Católicos forjan la unidad de España y no es verdad. Navarra se incorporó más tarde cuando ya había muerto Isabel». En este sentido, consideró que «el poder con mayúsculas» fue alterando el significado de la entonces «Hispania», que pasó de ser un concepto geográfico a político.

400 años después, el autor es partidario de que los historiadores sean más combativos y no estar tanto a la sombra del poder: «No podemos caer en ese tremendo vicio de escribir al dictado». Este jueves, José Luis Corral dejó por unos momentos su faceta de novelista y ejerció de profesor y guía, ya que la visita a la Casas del Tratado, y la próximas Iglesia de San Antolín, «donde la Reina Juana mostraba su piedad religiosa» y Convento de Santa Clara le permitieron recrear los acontecimientos más importantes ocurridos en el siglo XVI, entre ellos la Conquista de América, época de la que asesoró al cineasta Ridley Scott para la película «La conquista del paraíso».

Son estos lugares, pero sobre todo el paisaje, los principales documentos que maneja el autor a la hora de abordar una novela: «Intento recrear la época a partir de paisajes históricos, de los edificios, la comida, la bebida... Todas esas cuestiones que a un historiador le interesan muy poco, a mí me interesan mucho. También trato de ser lo más preciso posible en la recreación histórica. Y por supuesto, en este caso, me ha servido mucho la literatura del Siglo de Oro».

Personajes ficticios

Pero a lo largo de las casi 760 páginas donde Corral va tejiendo la entrada de los Austrias en España, se sirve también de personajes ficticios que, en su opinión, le ayudan a contar la historia de los protagonistas «reales» de una manera «más íntima». En este caso, se trata de una familia de judíos conversos cuyo cabeza, Pedro Losantos, ejercerá de médico de los monarca, primero de los Reyes Católicos, y luego de sus sucesores. «Para un autor que hace este tipo de novelas quizá lo más difícil y complicado sea introducir

este tipo de personajes sin que la historia chirríe». Para hacerlo se sirve dos herramientas a las que recurre con rigor: respetar la verosimilitud en el tiempo y saber captar el espíritu de la época con el fin de que los protagonistas de la novela «no actúen como personajes de ficción que se inventa un escritor del siglo XXI, sino que pudieran ser personajes de ficción de un autor del siglo XVI o del XV...». «Si además, hay calidad literaria, será una buena novela histórica, que es lo que yo pretendo hacer», apunta este autor que tiene tras de sí más de 300 obras entre libros y artículos: «Lo que siempre he pretendido es contar la historia a través de una novela para que de pie a la gente a pensar lo que somos a partir de lo que hemos sido, que no digan 'ésta es la historia de verdad' porque, entre otras cosas, la historia de verdad no existe. Tiene muchas perspectivas. Cada momento, cada generación ve la historia de forma diferente. Por eso estamos permanentemente reescribiéndola. La historia no es la que fue. Es la que nos han contado y si nos la cuentan muy mal el desenfoque es tremendo».