Cultura

Cultura busca socializar y abrir los archivos para incrementar en un 20 por ciento sus usuarios

El Plan de Intervención en el Patrimonio Documental plantea entre sus objetivos «pasar del papel a la gestión electrónica»

Archivo General de Castilla y León, situado en Valladolid F. HERAS

MONTSE SERRADOR

Con la aspiración de convertir a los archivos en centros culturales competitivos, abriéndolos a la sociedad y situando al ciudadano en el centro de sus actividades, la Consejería de Cultura ha diseñado el IV Plan de Intervención en el Patrimonio Cultural de Castilla y León para el periodo 2017-2020. El texto, que aun no ha sido aprobado por la Junta, pero sí ha pasado ya su exposición en Gobierno Abierto, llega después de un III Plan cuya ejecución no es demasiado bien valorada por la propia Consejería, ya que reconoce que «las directrices corporativas referidas al impulso a la calidad y la gestión se diluyeron, en gran parte, debido a los ajustes presupuestarios que todas las consejerías se vieron obligadas a realizar». En cualquier caso, reconoce una mejora en los servicios y una gestión de la calidad aplicada a los procesos, por lo que para la legislatura que arrancó en 2015 se asumió como compromiso la redefinición e implantación de un nuevo sistema de gestión integral de la documentación.

Surge así un nuevo plan que plantea entre sus objetivos atraer a los ciudadanos a estos espacios culturales como contenedores de patrimonio documental e incrementar las visitas en un 20 por ciento . Con un Archivo General de Castilla y León, situado en Valladolid, más los nueve provinciales y otros tantos territoriales, el documento de la Consejería de Cultura expone una serie de líneas de actuación que giran en torno a tres principios básicos como son la colaboración, la calidad de los servicios y la transparencia en la gestión. Con estos mimbres, las principales propuestas del plan pasan por el desarrollo del Sistema Integral Electrónico de Gestión de Archivos (SIEGA) y el impulso de los centros hacia su conversión en espacios culturales, abriéndolos a actividades que no se limiten al servicio tradicional y que abarquen mayor público y mayor territorio. En este sentido, y sin olvidar fines como la digitalización de fondos documentales o un nuevo perfil profesional para los empleados de estos centros, una de las prioridades de la Consejería de Cultura es impulsar la labor social de estos centros. Y es que estos contenedores de documentación se contemplan como «un lugar de encuentro abierto a la pluralidad, al debate, al intercambio de ideas, un espacio neutral, intergeneracional e intercultural que permita la convivencia y el enriquecimiento mutuo de personas con distintas inquietudes, edades y culturas». Es más, se considera que los archivos «tienen la obligación de poner al servicio de los ciudadanos su acervo cultural de forma lúdica y atractiva, anticipándose a las necesidades del usuario y realizando pedagogía informacional».

Sobre esta base, el documento plantea la generación de nuevos usuarios y la colaboración con las instituciones educativas. Así, entre las iniciativas previstas está el impulso y extensión del programa «En los archivos se aprende a mirar», así como la creación de un proyecto piloto denominado «Club Cultural» con el objetivo de realizar actividades de difusión que aúnen distintas disciplinas culturales, como lectura, música, cine...

Búsqueda de antepasados

También con el ánimo de conseguir nuevos usuarios, se impulsará en los centros educativos la realización de visitas pedagógicas y talleres, y se facilitará a los mayores de 65 años el uso de los recursos existentes en los archivos para reunir información sobre sus antepasados y su propia historia.

La directora general de Políticas Culturales, Mar Sancho, calificó el plan diseñado por su departamento como «innovador por vocación y por la necesidad que existe de adaptarse al ámbito electrónico». Y es que, recordó, hay que tener en cuenta que toda la documentación que se generaba en un siglo se crea ahora en un día, razón por la cual es necesario que los archivos experimenten una profunda transformación en su labor de custodiar toda la documentación que crean las administraciones públicas. Así, la principal novedad es la gestión electrónica, teniendo en cuenta, además, que «los archiveros hace tiempo que han dejado de ser personas que hablan latín para convertirse en expertos en informática», aseguró.

El otro gran objetivo, según Mar Sancho, es dar una mayor difusión a estos «contenedores de nuestra historia», como se está realizando ya este año con las exposiciones sobre los documentos de la época de Carlos I que se llevan a cabo en los archivos provinciales, los centros que, precisamente, resultan más atractivos, como lo demuestran las más de 23.000 personas que pasaron por el de Valladolid el pasado año.

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