La crisis de Ciudadanos, «jugo» para todos
El desgajamiento de la formación naranja aumenta la incertidumbre de los resultados electorales y tiene repercusiones en el resto de partidos
El desgajamiento de Ciudadanos en Castilla y León no sólo afecta al partido naranja. Los jugos que se exprimen de la crisis en la que está inmersa la formación de Albert Rivera en la Comunidad también tocan a otras fuerzas, incluso más allá de las fronteras autonómicas, que en poco más de dos semanas han visto que si las próximas y numerosas citas electorales que se ciernen sobre el horizonte ya eran una incógnita, tras los últimos movimientos en Cs, lo son aún más .
El ya de por sí impredecible panorama político que dibujará el carrusel de urnas -el 28 de abril habrá generales, y el 26 de mayo, autonómicas, municipales y europeas- lo es todavía más tras el terremoto político con epicentro en Castilla y León desatado por Ciudadanos. A «82 metros» de profundidad se hunde el hipocentro que ha desatado el movimiento telúrico y político. El de los 82 votos del «pucherazo» de las primarias para elegir candidato a la Presidencia de la Junta que, tras destaparse, apeó de la cabeza del cartel a Silvia Clemente -la exdirigente del PP y apuesta de la dirección del partido- para aupar al primer puesto a Francisco Igea.
Pero con ese seísmo de fuerte magnitud no acabó el temblor, y las réplicas en forma de goteo de dimisiones en el seno de Ciudadanos en Castilla y León se han sucedido desde que el pasado lunes se confirmó el «pucherazo» , que en la formación de Rivera aún no han aclarado cómo y quién ejecutó. El tiempo pasa, pero no con ello la calma ha vuelto a la casa naranja, que vive su particular desgajamiento. Y lo hace, además, en un momento clave: las múltiples elecciones en el horizonte. Unas citas en las que Cs se aventuraba como clave en las distintas esferas para la conformación de gobiernos, pero que ha quedado tocado tras su particular agonía.
Distinto perfil
Pero su desgaste va mucho más allá de tener repercusiones únicamente en sus resultados, pues los «jugos» que se extraen de esta crisis también afectan al resto de partidos, que en unas semanas han visto cómo el incierto panorama de las urnas se ha abierto aún más y dado varias vueltas de campana. Y de la erosión de Cs tratan de sacar rédito en las otras fuerzas, que han encontrado varios flancos por los que atacar. Sobre todo a raíz del, a la postre, frustrado fichaje de Silvia Clemente para ser su candidata. La expresidenta de las Cortes se marchó del PP cargando con dureza directamente contra su presidente regional, Alfonso Fernández Mañueco, con quien se hubiera medido en las urnas si la candidatura de la segoviana hubiera salido adelante. La abrupta salida de la expopular y las críticas al que había sido su partido de siempre no dibujaban un halagüeño panorama para un posible pacto entre las dos formaciones -tras las elecciones de 2015 la abstención de Cs fue clave para la investidura del popular Juan Vicente Herrera tras perder la mayoría absoluta- que parece más fácil que sumen.
Y si bien el descarte de Clemente podía augurar que se abría una ventana a las opciones de un futuro entendimiento de nuevo entre sendos partidos, lo cierto es que Igea no parece, a priori, muy dispuesto a a ello. «Todo depende de la Ejecutiva nacional de Ciudadanos, pero en mi cabeza no pasa un pacto, porque esta tierra necesita un cambio después de más de treinta años en el poder de un partido (PP) que ha generado costumbres irreverentes, como redes clientelares». Así se presentaba el mismo día en que era ratificado como candidato. «¡Que se preparen Mañueco y Tudanca!» , advirtió Igea, un perfil político más potente para tomar el relevo como cabeza de cartel de Luis Fuentes, el actual portavoz parlamentario y con quien los populares han reconocido en alguna ocasión las facilidades para lograr el entendimiento.
Aunque los votantes aún no se han pronunciado, la opción de PP y Cs se presenta como que puede tener más posibilidades de sumar. De hecho, según la última encuesta de Sigma2 para Ical, eran las fuerzas con más margen para armar una mayoría. Pero el sondeo también permitía una posibilidad de que la formación naranja se uniese a la de la rosa. El PSOE, el principal partido de la oposición hasta ahora y tras treinta años «chupando banquillo», se muestra convencido de que, gracias al río revuelto, puede haber llegado su momento. «Huele a cambio en Castilla y León », aseguraba ayer el propio líder y candidato a las autonómicas, Luis Tudanca, quien ha guardado bastante silencio desde que Clemente salió dando un portazo del PP y después con la crisis de Cs. Viendo los toros desde la barrera, por lo que pueda pasar y a quien pueda necesitar en caso de que los números que arrojen las urnas cuadren.
Recoger frutos
A nivel nacional, Albert Rivera ya ha vetado a Pedro Sánchez y descarta el pacto con el PSOE, pero no está cerrada esa opción en las comunidades, donde los entendimientos entre varias fuerzas políticas ya se da por seguro que serán necesarios. En Castilla y León, la opción de Clemente complicaba el entendimiento con el PP de Fernández Mañueco. Una puerta cerrada y una ventana entreabierta -siempre que los escaños den- para los socialistas, que ahora miran a Igea y su mensaje de que quiere un cambio en la Comunidad como única vía para tocar poder. Y es que la opción de un Gobierno de izquierdas se aleja cada vez más por el declive de Podemos, que tras el «boom» de 2015 ya asume que notará el pinchazo también aquí.
Sin sonoras declaraciones sobre el terremoto preelectoral está la formación morada. Lo mismo que Vox, el partido que desde la retaguardia confía en que los vientos de cola logrados en Andalucía lleguen también en Castilla y León, donde el último sondeo les situaba como debutantes en el Parlamento con seis escaños. Aún sin candidatos, se sitúa presto a recoger los frutos de los árboles caídos del resto de partidos, por la derecha como por la izquierda y suya puede llegar a ser incluso la llave del futuro Gobierno.
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