Fernando Conde - Al pairo

Bad Bunny

«Pronto a los neandertales no habrá que buscarlos en Atapuerca, tendremos por millones en Youtube»

Fernando Conde

Al poner la radio, la cadena que uno escucha habitualmente se ha quedado muda. Algún problema de emisión o vaya usted a saber. A ver qué hay pues por el mundo de las ondas hercianas. La aguja se detiene caprichosa en una radio fórmula. En ese momento suena una «canción» que dice algo así como «baby, dime si te acuerdas…» . El individuo que «canta» parece haberse metido un saco de canicas en la boca. Se le entiende mal. Pero como la letra no es precisamente un poema de Borges , tampoco se necesita ser Champollion para descifrar el «mensaje». Y el mensaje dice así: «baby, dime si te acuerdas de cuando chingábamos hasta dentro (d)el ascensor». Pura poesía musical, como verán. Pero la curiosidad es una abeja que pica y deja su aguijón a modo de recuerdo. Y esa curiosidad invita a teclear en internet la maravillosa frase. El resultado es inmediato: un tal Bad Bunny (imagino que no tan listo como el famoso conejo al que su nombre evoca) aparece en la pantalla. Da la impresión de faltarle una patata «pal» kilo o un hervor, así, «prima facie». Pero me dispongo a escuchar el engendro completo, no vaya a ser que en algún momento cambie de tono y diga algo así como «ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda…» o «la respuesta, amigo mío, está en el aire…». Pero no, nada de eso.

En lugar de ello, el tal Bad Bunny sigue con el mismo ritmo cansino e inarmónico. Y a uno en ese momento le da por pensar que un bodrio de este calibre debe de ser cosa de iniciados en el feísmo, en la antimúsica y en el reggaetón más insoportable . Vamos, que lo escucharán unos pocos del mismo pelo que este artista. Pero, ¡pásmense!, la cancioncita de marras tiene en la aplicación de vídeos más famosa del planeta nada menos que cerca de ciento sesenta millones de visualizaciones . Sí, 160 millones de escuchantes. Y es entonces cuando te convences de que este mundo se irá pronto e irremediablemente a ese sitio al que Fernando Fernán Gómez, que estuvo casado con la -ésta sí- cantante María Dolores Pradera, mandó a aquella señora. Pero, ¿podría ser peor? ¡Pues claro que sí! El engendro continúa con perlas como ésta: «un polvo aquí, un polvo allá… y que le dejes to la espalda rallá». ¡Qué prodigioso letrista, por Dios!

Toca escuchar a Vivaldi para desintoxicarse un poco. Pero surge la duda de si cantándole esta romántica canción a una chica, caerá rendida a tus pies. Porque de ser así, entonces el Museo de la Evolución Humana de Burgos tendrá un gran futuro. Pronto a los neandertales no habrá que buscarlos en Atapuerca, tendremos por millones en Youtube.

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