El ponferradino Asier Martínez reside a 200 metros del Manchester Arena
El ponferradino Asier Martínez reside a 200 metros del Manchester Arena - Ical

ATENTADO EN MÁNCHESTER«El 90% eran niños y el griterío era ensordecedor»

Castellano y leoneses residentes en Mánchester relatan cómo vivieron la tragedia

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Varios castellanos y leoneses relataron este martes su experiencia en Manchester, después del atentado sufrido en el estadio Manchester Arena, en el que murieron 22 personas. Uno de ellos, el vallisoletano Ivo Delgado se encontraba en el concierto de Ariana Grande en el momento de las explosiones y aseguró que el 90 por ciento del público eran niños. «Miras a la izquierda y a la derecha y todo eran niños», según relató a la emisora Onda Cero.

Delgado, que reside desde hace años en Manchester, afirmó que la zona por la que salió él del estadio no tenía nada que ver con las imágenes que se han visto en televisión. «Digamos que era un pánico ordenado», sostuvo, para asegurar que todos se respetaban porque la mayoría eran niños «gritando« y los adultos intentaban por todos los medios no aplastarles.

«El griterío era ensordecedor».

En el momento en el que se encontraba en la cola para salir del estadio, recuerda, se escuchó la segunda explosión y «la gente se puso a correr». Un atentado así, afirma, «no entra en la cabeza de nadie» y menos aún en una ciudad tan «multicultural» como Manchester. «Tengo muchos amigos musulmanes de los que aprendo mucho y esto no es un ataque de religión, sino de lunáticos contra gente libre».

Por otra parte, el ponferradino Asier Martínez, de 31 años, reside a apenas 200 metros de distancia del Manchester Arena, el lugar donde se produjeron los atentados. «En el momento que explotó la primera bomba yo estaba durmiendo, porque me levanto muy temprano para entrar a trabajar. Mi mujer escuchó esa primera explosión y no se asustó, pero al escuchar la segunda, ya puso la tele y vi lo que había pasado. A mi me despertó sobre la 1.30 horas para contármelo. Cuando me levanté no era consciente de lo que pasaba», explicó Martínez a Ical.

Su primera reacción tras conocer la noticia fue ponerse en contacto con su familia en Ponferrada para que supieran que se encontraba en buen estado. «Luego llamé a mis amigos para comprobar que ellos también estaban bien», relató Martínez, que no ha podido abandonar su domicilio en todo el día tras recibir las indicaciones de su jefe para no acudir al trabajo.

Su esposa, enfermera en un hospital de la ciudad, recibió a las 12 horas una llamada para incorporarse a su puesto de trabajo y él planeó acompañarla para donar sangre, aunque un tiroteo registrado en un centro comercial cercano obligó a desalojar la zona y provocó que Martínez y su mujer optaran por quedarse en casa por decisión propia. «Los transportes están cerrados y las autoridades recomiendan no pasar por el centro de la ciudad», sostuvo el berciano.

José María Izquierdo, vallisoletano que vive en un barrio al sur de Manchester, a media hora del centro en coche, reconoció que «todo» lo que sabía «sobre el triste suceso de ayer» es lo que leyó esta mañana en internet y vio «en las noticias mientras desayunaba y escuchado en la radio del coche», expuso a Ical.

Al ir al trabajo se cruzó con varios coches de policía con sirenas. Lo define como día «triste» en la ciudad, pues todos los atentados terroristas son «indignantes», pero el hecho de ser en un concierto en el que la mayor parte del público eran niños y adolescentes, «intentando hacer el mayor daño posible, hace que sea aún más irritante, infame y repugnante».

La otra cara de la moneda, destacó, es la «solidaridad de la gente, los servicios de emergencia, los hospitales... volcándose en hacer todo lo que está en su mano, como suele suceder en estas situaciones». Admitió que hoy no habló con muchas personas, pero «todo el mundo parece apenado y afligido». «Personalmente, lo estoy viviendo con tristeza, quizá más que en otros atentados, por percibirlo más cerca. Al menos sirve para relativizar los problemas diarios, que ahora parecen menores», achacó.

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