El 25% de los jóvenes de entre 30 y 34 años vive fuera de Castilla y León

Sólo el 15,3% de los menores de treinta se había emancipado de su familia en 2020 y más de la mitad es inactiva laboralmente

Manifestación en Cllao (Madrid) de jóvenes de Castilla y León contra la despoblación ICAL

«No puede ser que Castilla y León forme a sus jóvenes para que luego generen riqueza y actividad económica en otras comunidades». Son palabras del presidente del Consejo Económico y Social, Enrique Cabero, que se hizo eco de esta forma de las principales conclusiones del Observatorio de Emancipación del segundo semestre de 2020 elaborado por el Consejo de la Juventud . Unos datos que aportan dos conclusiones fundamentales: que la formación de las personas de 16 a 30 años de Castilla y León está por encima de la del resto de autonomías y que, al mismo tiempo, es la región con el porcentaje más alto de ciudadanos de esta edad que tienen que salir de la tierra en la que nacieron. De ello se deduce que «es una buena comunidad para formarse pero no para desarrollar un proyecto de vida», lamentó Cabero, por lo que lo que hizo una llamada urgente a «ocuparnos de manera intensa en corregir esos desajustes».

Lo cierto es que según los datos del citado observatorio, que presentó ayer en la sede del CES la p residenta del Consejo de la Juventud de Castilla y León, Sandra Ámez, el 12,1 por ciento de los jóvenes entre 16 y 30 años nacidos en la Comunidad reside en otras regiones españolas, cifra que se eleva hasta el 24,5 en el rango de edad de 30 a 34. En ambos casos, Madrid es el principal destino, muy por delante del resto, líderadas por País Vasco, Cataluña y Andalucía. Sólo en 2019, 2.720 personas abandonaron la Comunidad rumbo a otras provincias.

En el otro lado de la balanza, la formación se presenta, una vez más, como el mayor potencial de Castilla y León. De hecho, el 36,4% de las personas menores de 30 años había completado estudios secundarios no obligatorios, mientras que el 27,5 % concluyó estudios superiores a finales de 2020.

Pero hay otras realidades, relacionadas con la calidad del empleo y el acceso a la vivienda, que tienen mucho que ver en el hecho de que sólo el 15 por ciento de los menores de 30 años se haya emancipado y viva en hogares independientes de sus padres, una cifra que, además, ha caído un punto y medio debido a la pandemia. Así, aunque la tasa de paro bajó hasta el 22,9 por ciento en el cuarto trimestre de 2020, la recuperación está siendo menor a otros grupos de edad. Mientras, el empleo tiene elevados niveles de precariedad que alcanza el 52,3 por ciento de temporalidad y que es mayor entre las mujeres (56,8) que entre los hombres (48,3).

Más de la mitad, inactivos

Al mismo tiempo, más de la mitad de la población joven (51,2 por ciento) es inactiva laboralmente, aunque la gran mayoría continúa estudiando. Precisamente, uno de los efectos de la crisis ocasionada por la pandemia fue el aumento del número de personas jóvenes «inactivas» desde el punto de vista laboral, es decir, que ni trabajaban ni buscaban activamente un empleo, que se sitúa 51,2%, por encima del 47,8 de media nacional.

Con estos problemas estructurales, en palabras de Ámez, «es fundamental impulsar políticas de forma transversal que incidan en el empleo y la vivienda para que «no tengamos que llevar todo nuestro talento a otra comunidad».

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