Brillan los hombres de plata en la corrida total de Illescas

Chacón, Escribano y Aguilar, que se cortó la coleta, cortan una oreja en una decepcionante corrida de Victorino

Aguilar torea con la muleta Joaquín Romera
Juan Antonio Pérez

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Nos había acostumbrado tan mal Victorino que la falta de un triunfo rotundo hizo que este sábado fuera un pelín decepcionante en la corrida total de Illescas (Toledo). De hecho, el momento más emotivo de la tarde-noche se vivió cuando ya habían arrastrado al último toro: a Alberto Aguilar , en el centro del ruedo, le cortó la coleta su mujer acompañada de su hija y la plaza se puso en pie para despedir a un torero con doce años de alternativa y físicamente mermado desde una grave cornada en Cali (Colombia), allá por 2013.

El propio Aguilar, Octavio Chacón y Cristian Escribano cortaron una oreja cada uno en un festejo en el que sobre todo brillaron los subalternos. José Chacón, José Antonio Carretero, Andrés Revuelta, Alberto Zayas, Fernando Sánchez, Ignacio y Miguel Martín , y más que ninguno Iván García , dieron ofrecieron un gran espectáculo en la brega y con las banderillas. Muchos de ellos, matadores de alternativa, que por circunstancias ahora son hombres de plata, tuvieron ayer un merecido reconocimiento por parte del público, que entre grandes ovaciones les premió su buen hacer.

Cristian Escribano, con su ejemplar Joaquín Romera

En los dos últimos años Illescas vio a Platónico y Jarretero, dos grandes toros de Victorino que fueron indultados. Pues bien, de los ocho astados que salieron este sábado ya no nos acordamos ni de su nombre. Toros medios, que si bien empujaron en el caballo, ofrecieron un pobre juego en la muleta. Eso sí, haciendo honor a su historia, bastantes de ellos tuvieron su guasa y el séptimo empitonó al subalterno Raúl Martí a la altura de la rodilla.

La falta de entrega de los toros impidió un pleno lucimiento de los toreros. Lo más destacado de Chacón fue el inicio de faena al quinto, con la rodilla flexionada sacando al toro para los medios. Un espadazo fulminante le valió la oreja. Lo mejor de la labor de Escribano también fue el inicio de faena al tercero, moviendo la muleta muy suave. Aquello presagiaba algo grande, pero luego se diluyó. Aun así, le premiaron con otro apéndice. En el séptimo escuchó pitos tras dar un mitin.

Los cuatro matadores que hicieron el paseíllo Joaquín Romera

Aguilar, como no podía ser de otra forma, le puso ganas en su última tarde vestido de luces. En su primero sólo escuchó una ovación por fallar con la espada, mientras que a Mohíno le cortó la última oreja de su vida. Por último, Martín Escudero, muy poco placeado, pasó desapercibido. Tampoco ayudó que en el último tuviera encasquillada la espada.

Al final, fueron de tres horas de un festejo que se hizo largo. No todas las tardes pueden ser de gloria.

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