Álvaro Alarcón, el niño que se quedó embobado con Paquirri

El novillero de Torrijos, de 23 años, navega en una nube desde que la semana pasada abriera la puerta grande de Las Ventas durante la feria de San Isidro

Álvaro Alarcón, de blanco, el color de los valientes, en el ruedo de Madrid EFE
Juan Antonio Pérez

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Álvaro Alarcón Rodríguez (Torrijos, 1998) nunca había estado en los toros. No tiene parientes taurinos y ni siquiera en su familia eran muy seguidores. Sin embargo, de casualidad, vio un documental de Francisco Rivera 'Paquirri' y le impactó. Las imágenes de la agonía del torero, que en su día presenció en directo toda España, « más que asustarme, me causaron admiración por lo que un hombre fue capaz de entregar por su profesión».

Algo se removió en la cabeza de aquel crío para que unos cuantos años después, no tantos en realidad, siga embobado cuando circula en coche por los alrededores de Las Ventas. «Hay veces en las que he podido tener un accidente porque me quedo mirando», reconoce.

La pasada semana, el lunes 23 de mayo, Álvaro Alarcón atravesó la puerta grande de la plaza llevado en hombros por la afición y tras cortar tres orejas a dos utreros de Fuente Ymbro, 'Volante' y 'Embriagado' , el último premiado con la vuelta al ruedo. Hacía 15 años, desde Pepe Moral en 2007, que un novillero no lograba tal éxito en San Isidro. Y eso lo desconoce este toledano, de 23 años, que navega todavía en una nube y cuenta que aquella noche «no pude dormir mucho» porque continuaba «soñando, disfrutando y paladeando lo que pasó».

«Pensaba que, con la entrega, la gente iba a a valorarme todo lo que hiciese y así fue». Hilvanó dos faenas que «tuvieron muchos defectos» y en las que «se notó la falta de oficio, pero tampoco quiero tocar techo. Quiero seguir aprendiendo y equivocándome».

Tampoco sabe que ha cambiado la historia, hasta la fecha trágica, de los novilleros de Torrijos. Félix Almagro, uno de ellos, se convirtió en el primero de los cinco hombres que se han dejado la vida en la plaza madrileña, con una cornada en la yugular el 13 de julio de 1939, recién acabada la guerra civil.

Con apenas 1,60 y pico metros de estatura, bajito y valiente a carta cabal al estilo de César Rincón, Álvaro se agiganta delante del toro, aunque a veces los vea muy, muy grandes como en las últimas Fallas de Valencia. A su primero le cortó una oreja y en el segundo dio una vuelta al ruedo. Ambos eran de la ganadería de El Pilar.

«Al principio se lo tomaron un poco a broma»

«Al principio, el que quisiera ser torero, en mi familia se lo tomaron un poco a broma. Luego, cuando vieron que mi sacrificio era diario y tenía ese amor propio, me han apoyado al máximo», explica. Forjado en la Escuela Taurina de Toledo, debutó con picadores en su pueblo en septiembre de 2019, compartiendo cartel con Tomás Rufo y Jorge Molina. Repitió en Torrijos en 2020, en la primera novillada celebrada en territorio nacional tras el confinamiento. Y sumó una decena de paseíllos el año pasado, todos en pueblos de Madrid salvo uno en Fuensalida.

Apoderado por Nemesio Matías, Álvaro entrena en Vallecas o en la Casa de Campo con Sergio Aguilar , matador de toros y ahora banderillero. Antes de presentarse en Madrid, la feria más importante del mundo, había contabilizado cuatro actuaciones esta temporada, incluida la de Valencia.

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