Javier Ruibal: «Los paraísos se encuentran donde cada uno los quiera poner»

El músico y cantautor gaditano ha pasado este miércoles por Toledo a presentar su último disco, «Paraísos mejores»

El músico y cantautor gaditano Javier Ruibal Pepa Niebla
Mariano Cebrián

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«Es un buscador de aromas, un perseguidor de la fábula y el ensueño, un explorador de la belleza, un acólito de la mística de lo profano (...). Cantar con la voz remota que resuena en la memoria, ecos sefardíes junto a la “toná” y la zambra, oriente y occidente, ayer y hoy, armonía del futuro, alquimia del presente. Sus fuentes, lo familiar en su infancia; del flamenco, los cantes de ida y vuelta, tanguillos y bulerías; del rock la vieja escuela; del jazz el ejemplo, la actitud, la lealtad con la música».

Así reza el inicio de la biografía que aparece en la página web del músico Javier Ruibal (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1955), que este miércoles ha llegado a Toledo en búsqueda de «Paraísos mejores». Este es el título de su último trabajo, que ha contado con la producción «lujosa pero artesanal» de su hijo Javi Ruibal y con la colaboración de grandes amigos como Juan Luis Guerra, Chico César, Fetén Fetén o la banda Glazz.

Treinta años de oficio avalan a este músico creativo y diferente a todos los de su cultura y generación. Compositor, arreglista, guitarrista y cantante. Autodidacta y heterodoxo, se considera «músico de frontera». Una trayectoria que le valió para alzarse en 2017 con el Premio Nacional de Músicas Actuales .

Ahora se encuentra inmerso en plena gira por toda la geografía española para presentar su disco «Paraísos mejores», que le llevará a próximos destinos como Gijón (23 de febrero), La Coruña (24 de febrero), Barcelona (1 de marzo) o San Sebastián (2 de marzo), y el 26 de abril en Toledo, donde actuará en la sala Círculo de Arte . Unos conciertos en los que, además de dar a conocer los nuevas canciones que componen «Paraísos mejores», seguro que tocará los temas que le han hecho famoso a lo largo de su carrera.

El músico y cantautor gaditano ha hecho un hueco en su apretada agenda para charlar un rato con ABC sobre su obra, sus inquietudes y sus esperanzas.

Su último trabajo, «Paraísos mejores», refleja la eterna aspiración del ser humano de superar viejos y caducos paraísos para dar paso a nuevas esperanzas y anhelos. Pero, según Javier Ruibal, ¿cuáles son y dónde se encuentran esos «paraísos mejores»?

El título de «Paraísos mejores» lo puse porque definía muy bien a los personajes que aparecen en las canciones que componen el disco, ya que cada uno tiene un deseo de culminar algo que les resulta atractivo o decisivo en su vida. Los paraísos se encuentran donde cada uno los quiera poner. Cada uno los imagina o los anhela de una manera.

No sé si es difícil tener esperanza y ser optimista en los tiempos actuales.

Es necesario e imprescindible ser optimista y tener esperanza incluso en unos tiempos como los actuales. El hecho de amanecer cada día nos obliga a encarar lo que nos venga. Si nos limitamos solamente a lo que venga, no es una manera de hacerlo. Es bastante improbable que haya una sola persona que no tenga un deseo que albergar, a pesar de que la realidad circundante sea áspera y poco benévola con el ser humano. Estamos en una competencia absurda llevada hasta la exageración, en la que lo que prima es el prestigio basado en lo que van a decir de nosotros o en el poder que ostentamos, ya sea político, social o económico. Esto es algo que se ve en la canción «El fin del mundo fue ayer». Pero yo creo que cada uno debe ser responsable de uno mismo y del metro cuadrado que le rodea. Esto debería ser el punto de partida y, a partir de ahí, ir a más, en lugar de pensar en los grandes logros masivos, mundiales y universales, que son bastante esquivos.

De hecho, algunas de sus canciones están llenas de crítica social y política, como es el caso del tema «Cuenta conmigo, compadre», que aparece en su último disco.

Yo canalizo mi rabia a través de la murga cicatera y la burla. La traición y el egoísmo exacerbado son cosas que provocan dolor y, cuanto menos, rebeldía. En "Cuenta conmigo, compadre" se habla del oportunismo del clásico trepa que entra a cualquier lado a barrer para su bolsillo. Y esto, en el caso de la política, es el colmo, ya que hay gente que no tiene cualificación ni preparación, y lo único que pretende al tener un cargo es hacerse con el botín de lo público en cualquier momento. Antes de tener democracia y libertad de expresión nos quejábamos contra el abuso del poder absoluto y el exceso de violencia ejercida desde el Gobierno, y ahora, sin embargo, se da otro tipo de violencia. Aquellos polvos creíamos que no traerían estos lodos, pero en cuanto pueden nos la cuelan y nos la dan con queso.

En su tierra, Andalucía, se ha pasado del PSOE de los EREs al Gobierno del PP, con Ciudadanos y Vox como compañeros de viaje. ¿Qué será lo siguiente?

Mucho me temo que, desafortunadamente, somos un país que no hemos crecido lo que teníamos que crecer en el aspecto democrático y en la toma de decisiones. Siempre estamos buscando al «papaíto» que nos lo arregle todo y tanto la izquierda como la derecha han pecado mucho de eso. Salvo ciertos movimientos políticos bastante poco votados y asamblearios, en los que todo se hace o se hacía conforme a lo que quiera la mayoría. Pero, de verdad, al final todos los partidos políticos son como empresas de la política. Los partidos funcionan como agencias de colocación de amiguetes y trepas, sin importar su formación y su valía, si tienen terminada la licenciatura o el máster. Y, mientras, se hace lo que digan las grandes empresas y se rescata a la banca, nada se hace por sanear las cuentas del Estado, que ya está en bancarrota después de que lo hayan saqueado y teniendo que seguir devolviendo las grandes deudas contraídas con los bancos.

¿Cómo se maneja un cantautor en el siglo XXI, en la era de Twitter, Facebook e Instagram? ¿Está desfasado este concepto?

Toda esta sofisticación tecnológica sirve para intentar engañarnos como hicieron a los indios norteamericanos con los espejitos. El filisbutero siempre está al acecho. Por eso, el cantautor, que en cierto modo sigue la senda del cuentacuentos que iba de pueblo en pueblo, no está en desuso, sino más bien, todo lo contrario. Lo que sí es verdad es que debemos ser más adultos y no aleccionar a la gente, porque desde un escenario se pueden decir muchas cosas, y a veces algunas pueden ser peligrosas. Yo prefiero la reflexión filosófica a la consigna de acción en todos los sentidos.

En su trayectoria se ve una evolución de la música con raíces más flamencas y árabes a músicas más actuales como el rock o el jazz. ¿A qué se debe?

Cuando yo empecé a grabar tuve influencias de Paco de Lucía y Camarón de la Isla, al ser más o menos coetáneo, que impregnaron a todo el rock andaluz e hicieron que el flamenco comenzara a fusionarse con otras músicas. Yo todo eso lo llevaba a gala, algo que se ve en mis primeros discos. Pero, con el tiempo y como sucede con todas las cosas, uno aprende a hacer nuevos guisos y conoce nuevas viandas para cocinar, aunque siempre queda un pequeño aroma latente debajo que recuerda a lo andaluz. La obra final se justifica por la profundidad y por la coherencia del resultado. Si una canción está hecha con esmero, con dedicación y con respeto a las músicas con las que se trabaja, es tan válida como aquella que reivindicaba nuestro estilo primigenio.

No sé si tiene algo que ver en ello la influencia de su hijo Javi.

He concebido las canciones con unas armonías, una manera de tocar la guitarra y unas letras. De esta forma tan sucinta, mi hijo Javi, que ha producido mis tres últimos discos, ha sacado cosas muy notables y llamativas, hasta tal punto que a veces pienso: «¿Quién iba a decir que esta canción iba a tener este resultado?». Mi hijo no toca ni un punto ni una coma a mis canciones, pero todo lo que añade le da un lustre y una elegancia que le aporta muchísimo. Además, estoy muy sorprendido y orgulloso de él porque se ha revelado como un productor con mucho talento. De hecho, en esta semana presenta un disco propio, «Solo un mundo», que es una preciosidad, pasión de padre aparte.

¿Qué supuso para usted recibir el Premio Nacional de las Músicas Actuales en 2017 como un reconocimiento a su trayectoria?

Fue una satisfacción y una emoción muy bonita. Tener un reconocimiento siempre es bueno, aunque tengamos el calor y el aplauso del público, y el privilegio de vivir de lo que hacemos. Formar parte de la cultura de tu país y que se te reconozca por ello es un halago, y este premio reconoce además toda una trayectoria.

¿Por qué recomienda a la gente que se acerque a su música?

En esta casa lo que hacemos es buscar la emoción, la diversión, la fábula o la imaginación, encontrando el modo de pasar el rato que estamos juntos durante los conciertos o el tiempo que estamos escuchando los discos. Queremos sentirnos complacidos con lo que deseamos y soñamos, y de ese modo poder irnos todos un poco más tranquilos a la cama.

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