José Luis Rodríguez Cuesta en la plaza de Zocodover
José Luis Rodríguez Cuesta en la plaza de Zocodover - Ana Pérez Herrera

San Silvestre Toledo«Me operaron y se me saltaron las lágrimas pensando en que no podría volver a correr»

Con 73 años, José Luis Rodríguez Cuesta es el atleta más veterano de la San Silvestre toledana. Su mayor ilusión es que alguno de sus hijos o nietos participen con él en una carrera

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Cuando Haruki Murakami decidió dedicarse en serio a la escritura, pensó que la disciplina sería fundamental en su trabajo y empezó a correr. Seis días a la semana. Diez kilómetros cada día. Era 1982 y el más famoso de los escritores japoneses tenía 33 años. 25 después, ya con la edad propia de un abuelo, Murakami seguía corriendo y decidió escribir un libro ( «De qué hablo cuando hablo de correr») sobre eso que hacía prácticamente todas las mañanas de su vida.

La historia de José Luis Rodríguez Cuesta (Toledo, 1942) no la conoce todo el mundo y da igual porque tiene el mismo mérito. A sus 73 años, este jueves será el corredor más veterano de la XXXIV San Silvestre toledana

. Su discurso es sencillo: «Una vez que te jubilas, no te puedes quedar sentado todo el día. Si no haces nada, te vienes abajo, física y mentalmente. Si eres mayor, normalmente te metes en casa. Yo no».

José Luis es un corredor tardío. De joven, como todos los chavales, jugó al fútbol. Luego se compró una bicicleta y salía en grupo hasta que su mujer le dijo: «No salgas con la bicicleta por la carretera, que es un peligro». Como buen marido, colgó el manillar. Pero entonces «como te tienes que cuidar un poco, empiezas a andar y poco a poco el cuerpo te pide correr».

«Yo busco terminar»

Nacido en la calle Siete Chimeneas, número 12, su madre le ponía a trabajar los meses de verano «para que no me fuera al río», donde entonces iban todos los chavales. Su primer trabajo serio fue como grabador al aguafuerte. Después estuvo dos años trabajando en París (Francia), y al regresar a España se asentó en playa de Aro (Gerona). Allí tuvo una tienda de souvenirs hasta que se jubiló y volvió a Toledo.

La de este año será su tercera San Silvestre. «Corrí en 2011 e hice 56 minutos y en 2012 hice 50 minutos. Yo busco terminar. ¿Qué haces menos tiempo? Pues mejor», dice quien «generalmente» entrena solo «porque si vas con gente vas más forzado». Lo hace en el Polígono, tres veces a la semana, entre ocho y diez kilómetros por día.

En la carrera del jueves, sin embargo, no estará solo. Le acompañará el yerno. Militar treintañero, para ser más precisos, y el único de la familia que se atreve a seguir sus pasos. José Luis tiene tres hijos, seis nietos y «mi ilusión hubiera sido que alguno hubiera hecho lo mismo que yo, pero a ninguno le da por correr».

«Me da lástima ver a la juventud con la Play Station y que no salgan a la calle a hacer deporte. Cuando yo era un chaval, los domingos por la mañana esperábamos a que abriesen la Escuela de la Gimnasia y allí estaba un capitán, el capitán Ribeiro, que nos enseñaba lo que podía en la pista de atletismo, que era de ceniza. Daba gusto», dice con añoranza.

José Luis no es un súperhombre, ni aspira a serlo. No se empeña en desafiar los límites del tiempo, los asume. «Sí se nota el paso de los años, pero depende del tiempo que le dediques (a entrenar), así te encuentras tú», dice. A sus 73 años, tiene el azúcar y la tensión «un poco alta, pero está controlada porque tomo medicación y hago ejercicio».

«Correr me distrae»

Hace «unos cuatro años», le operaron de las cervicales y le pusieron una placa. Entonces se temió lo peor: «Me operaron de la espalda y se me saltaron las lágrimas pensando en que no iba a poder correr más... Pues sigo haciéndolo». Ahora está esperando a que le operen de los hombros porque tiene rotos los tendones. «Me duelen un montón, por la noche sobre todo. Correr me ayuda, por lo menos me distrae y no pienso en el malestar que tengo en el brazo», asegura sin guardar rencor a su cuerpo.

—Y de mayor, ¿qué quiere ser?

—Gracias por la pregunta porque quiere decir que soy joven (risas). Pues ser lo que soy ahora mismo. Seguir corriendo, andando, disfrutar de mis hijos y de mi mujer.

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