Mohamed Massat: un árbitro que corre; un atleta que pita

El marroquí, afincado en Ciudad Real desde los 14 años, compagina los partidos de fútbol con las carreras. Acaba de ser tercero en la Media Maratón de Madrid

Mohamed Massat (a la derecha), en el podio del Medio Maratón de Madrid con Toni Abadía y Tariku Novales ABC
Juan Antonio Pérez

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La modernidad ha liquidado a los árbitros de fútbol en baja forma. Los colegiados fofisanos, por definirlos de una manera cariñosa, son parte de un pasado que ya no volverá. Qué nostalgia produce ver imágenes de aquellos esforzados del silbato, de riguroso negro, muchos con bigote, pasando fatiguitas para seguir la jugada. Ahora, en cambio, cualquiera tiene una condición física envidiable y se prepara como un atleta de élite.

El mejor ejemplo es Mohamed Massat (Marruecos, 1994), que compagina los partidos en la Tercera RFEF de Castilla-La Mancha con las carreras populares. Este domingo fue tercero en la Media Maratón de Madrid, con un crono de 1:08.37. Es una marca de nivel, teniendo en cuenta que la capital de España «es una ciudad con bastantes cuestas». Massat entró en meta solo por detrás de Toni Abadía (1:07.11) y Tariku Novales (1:07.28), ambos corredores profesionales.

«Fue espectacular. Hubo mucha participación y muy buen ambiente. No me esperaba quedar tercero, aunque sí la marca porque llevaba todo el verano entrenando para esta prueba», explica a ABC por teléfono. Hacía cinco años que no corría una distancia tan larga y en los últimos meses sólo había participado en una carrera en Calzada de Calatrava, de diez kilómetros, que ganó.

Massat vino a España con 14 años, en compañía de unos familiares, y se asentó en Miguelturra. Con 18 corrió la Media Maratón de Ciudad Real, donde vive en la actualidad. Lo hizo sin dorsal, porque llegó tarde a inscribirse, y sin entrenar, porque nunca antes había participado en una carrera. Y aún así quedó quinto. «Me di cuenta de que corría mucho», reconoce. El siguiente paso fue apuntarse al Club Unión Atlética Ciudad Real, al que sigue perteneciendo.

Entonces el fútbol ya era parte de su vida. Al principio, jugaba. Era extremo, muy rápido, pero «un poco malo», afirma riéndose. Por eso, con 16 años, hizo un curso para ser árbitro. «Ha sido lo mejor que he hecho. El arbitraje me ha aportado muchísimas cosas: responsabilidad, superación, conocer gente nueva, trabajo en equipo...», enumera.

De cuarto árbitro en un partido de Primera división ABC

En Segunda B con 22 años

Su carrera con el silbato fue meteórica. Fue ascendiendo una categoría por curso y en 2016, con apenas 22 años, debutó en Segunda B. Durante dos temporadas, arbitró una treintena de partidos en la categoría de bronce y también ejerció como cuarto colegiado en encuentros de Primera división. Sin embargo, en 2018 descendió a Tercera. Se supone que «no estaba a la altura de mis compañeros, pero no pierdo la ilusión. Sigo trabajando y en algún momento espero volver», comenta.

Graduado en magisterio de Educación Primaria, está empleado en un centro educativo y de ahí sale su principal fuente de ingresos. El atletismo, pese a su gran desempeño, es una afición; y al arbitraje dedica los fines de semana. Este sábado, a las 18:00 horas, pita el Tarancón-Villarrobledo.

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