Hombrados: «Cuando entro al vestuario, es como si no hubiera pasado el tiempo»

A sus 46 años, «Jota» sigue bajo palos en el Quabit Guadalajara, aunque ahora también dirige la federación madrileña y es asesor deportivo

Hombrados es toda una leyenda del balonmano español, el primero con más partidos en la Liga Asobal y el segundo con más encuentros con la selección Quabit Guadalajara
Juan Antonio Pérez

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Si tuviéramos que hacer un equipo con leyendas del balonmano español, en la portería estaría José Javier Hombrados Ibáñez (Madrid, 1972). Ganador de un Mundial, de dos platas europeas, de dos bronces olímpicos, de cinco Champions... y así hasta casi el infinito, «Jota Jota» ha alargado una carrera que parece inacabable. A sus 46 años, dediende el morado del Quabit Guadalajara, aunque su vida ya no solo es parar balones . Las tardes las dedica a entrenar, pero por las mañanas hace trabajos de asesoría deportiva para varias empresas, además de dirigir la federación madrileña.

¿Qué tal con los jóvenes?

Muy bien, no tengo ninguna queja. Me respetan un montón. Es fantástico compartir experiencias con ellos, me hacen rejuvenecer. Cuando entro al vestuario, parece que estoy en otro mundo y es como si no hubiera pasado el tiempo. En la pista nadie piensa en tu edad.

Después de casi 30 años como profesional, ¿cuál es el truco para que no duelan los pelotazos?

Sinceramente, nunca me han dolido. Pueden doler en los entrenamientos, pero en los partidos, con la adrenalina y la emoción de poder parar un balón, nunca tienes esa sensación de dolor. No hay dolor que valga, vaya.

Ha pasado de jugar en equipos que lo ganaban todo a uno de nivel medio que a veces gana y a veces pierde, ¿cómo lo lleva?

Lo más difícil es convivir con la derrota. La impotencia de tener un proyecto pequeño y no poder ganar, pero en los últimos años el equipo ha conseguido grandes logros (el año pasado empataron contra el Barça después de 133 victorias seguidas de estos en la Liga Asobal). Valoro mucho que vayamos a todos los partidos con la ilusión de ganar. Soy consciente de dónde estoy, de las limitaciones que tenemos como equipo y de las que tengo yo. Cuando vas cumpliendo años no puedes aspirar a jugar por títulos importantes porque tu preparación es totalmente diferente.

Ha vivido en muchas partes de España. ¿Hay muchas diferencias entre los territorios?

Hay matices. Creo que eso me ha dado una apertura de mente muy importante; tengo amigos en todas partes, he sido muy feliz en todos los sitios, y en cualquiera de ellos podría estar viviendo ahora y me sentiría como en casa. No hay muchas diferencias y en algunos sitios se vive mejor que en Madrid porque la calidad de vida en las ciudades pequeñas es mucho mayor.

Se fue a jugar al extranjero con más de 40 años, ¿se había quedado antes con las ganas?

—Fue circunstancial. Hace años sí que me planteé ir a jugar a Alemania y al final no cuadró el proyecto. Cuando salí a Catar fue porque desapareció el equipo en el que jugaba (el Atlético de Madrid). Fue una buena experiencia. Recomiendo que se salga fuera de España porque te das cuenta que la gente es tan normal como tú y que no hay muchas diferencias, salvo el idioma.

Poco antes se había roto el ligamento cruzado de la rodilla izquierda, ¿influyó en algo en su decisión?

Después de los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012, no me retiré de la selección española pensando que podría jugar el Mundial de España, que se celebraba en enero de 2013. Era el capitán y creía que podía ser un buen broche para poner el fin, pero lamentablemente en octubre de 2012 me rompí la rodilla y no pude estar en el Mundial. Luego, en cinco meses me recuperé, conseguimos ganar la Copa del Rey con el Atlético, el equipo desapareció y me vi con opciones de seguir jugando a un buen nivel.

¿En el balonmano la crisis ha sido más grave que en otros deportes?

No, no, para nada. Hemos sufrido una bajada de ingresos, pero como en otros deportes. Dentro de las ligas profesionales, la de balonmano era la más pequeña y es probablemente la que más ha sufrido. Aunque el fútbol sala tuvo una situación muy crítica y estuvo prácticamente en bancarrota. Nosotros no hemos llegado a esa situación. A lo mejor estábamos muy bien y ahora hay una diferencia importante, pero eso ha pasado con el resto de deportes. Quizá el hándicap en el balonmano sea que solo hay un equipo que gana la liga (el Barça).

¿Por qué ha preferido los despachos al banquillo?

Siempre me ha gustado más el poder gestionar y generar proyectos que el banquillo. La vida del entrenador es muy dura. Cambiar de ciudad cada equis tiempo cuando llevas haciéndolo 30 años supone tener la misma vida de jugador y arrastrar a tu familia. De momento, es algo que no me llama.

En 2012 dijo que la retirada le daba «miedo», ¿sigue pensando lo mismo?

Ahora me encuentro cómodo, la situación laboral me permite seguir jugando y el club me permite esos compromisos laborales. Si el entrenador está satisfecho y yo me encuentro bien, pues seguimos. Nunca me pongo metas más allá de un año. No es que me dé miedo retirarme, sino el qué pasará después de haber estado 30 años haciendo lo mismo y que, de buenas a primeras, te falte.

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