Tres detenidos por estafar a carnicerías y pescaderías de Toledo: «Si no pagas, te cortamos la luz»

Se hacían pasar por trabajadores de una compañía eléctrica y amenazaban a sus víctimas con cortar la luz si no pagaban una deuda falsa

El líder del grupo ha sido empleado de sociedades que se encargan del cambio de los contratos

Dos agentes del grupo de delitos tecnológicos de la Jefatura Superior de Policía de Castilla-La Mancha CNP

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«Si no pagas, te cortamos la luz». De esta manera amenazaban a sus víctimas los tres hombres detenidos por la Policía Nacional acusados de estafar por teléfono a tres negocios de Toledo, carnicerías y pescaderías. Los arrestados, miembros de un grupo organizado más amplio, se hicieron pasar por empleados de una compañía eléctrica y lograron un botín de 4.221 euros en tres días. Pero pudo ser más dinero, ya que lo intentaron en otras dos carnicerías (en una insistieron hasta dos veces), aunque sus dueños desconfiaron de los estafadores.

El cabecilla del grupo, un español reincidente , tiene a sus espaldas un buen ramillete de delitos similares y ya había sido detenido recientemente, a primeros de junio, en Madrid. Es un individuo que tiene «perfectas nociones» del funcionamiento de las empresas de suministros, según fuentes policiales, ya que ha sido empleado de sociedades que se encargan del cambio de los contratos.

Los hechos en Toledo por los que el jefe y dos de sus colaboradores, extranjeros, han sido detenidos sucedieron durante tres días consecutivos en la última semana de mayo, probablemente antes de ser capturado en Madrid.

El «modus operandi» siempre era el mismo: los ladrones acertaban con el nombre de la compañía eléctrica de la que su víctima era cliente y un varón con una voz juvenil se presentaba, por teléfono, como empleado de esa empresa. Al perjudicado le convencían de que tenía contraída una deuda elevada por un recibo impagado -entre 840 y 2.100 euros-, por lo que, en el caso de no abonarla inmediatamente, le cortarían el suministro eléctrico al momento.

En ese momento, las víctimas solo reparaban en el perjuicio económico y en el probable cierre de su negocio, con lo que realizaban de inmediato, en el mismo día, la transferencia a cuentas bancarias de los estafadores. Estas figuraban a nombre de varios miembros de la trama, que habían sido captados por el líder del grupo. Además de poner las cuentas bancarias a su nombre, estos colaboradores contrataban las líneas de teléfono desde las que se cometían las estafas. Y todo lo hacían por una comisión, un pequeño porcentaje del botín de los engaños. Se convertían así en lo que en su argot se conocen como «mulas» (el mismo término que los correos humanos del contrabando de estupefacientes).

Pero, ¿cómo el líder captaba a sus «hombres de paja»? Probablemente, mediante reclamos publicitarios en los que ofrecen jugosas cantidades de dinero sin moverse de casa. No obstante, el cabecilla de la trama, un tipo muy desconfiado, controlaba toda la operación y llegaba a acompañar a sus «mulas» a retirar el dinero que ganaba con las estafas, de las que ha hecho su modo de vida. Además, cuando algunos de sus compinches era detenido, su jefe lo cambiaba por otro individuo.

Una variante

El grupo de estafadores estaba asentado en Ciempozuelos (Madrid). Alguno de los arrestados por las estafas en Toledo ya había sido detenido en la Comunidad de Madrid a primeros de junio. Agentes de la Guardia Civil de Ciempozuelos y Valdemoro, junto con la Policía Nacional de Parla, desarticularon entonces la organización liderada por el mismo español, aunque no era el único nacional. En total, fueron apresados 15 individuos (13 españoles, un polaco y un nigeriano), entre los que estaba el cabecilla del entramado.

En relación con las estafas cometidas en Toledo, en Madrid introdujeron una variante: el líder de la trama visitaba los negocios de las víctimas ofertándoles sus servicios. Luego otros dos integrantes del grupo realizaban una visita similar por separado y el último mejoraba el precio. Aceptada la oferta, las víctimas y presuntos clientes les facilitaban todos los datos necesarios para que pudieran pasar a la segunda fase de la estafa.

A partir de entonces comenzaban las llamadas telefónicas de presión a las víctimas. Les exigían el ingreso de una cantidad económica que atribuían a una deuda contraída con el suministro de gas o de luz, y les conminaban también con el corte inmediato del suministro. Conseguían así que su víctima pagase para evitar el cierre de su negocio.

El jefe de la organización fue puesto en libertad tras esta operación y poco después, el 14 de junio, volvió a ser detenido por la Policía Nacional, esta vez acusado de los delitos presuntamente cometidos en carnicerías y pescaderías de Toledo: tres de estafa y otros dos en grado de tentativa. No obstante, los investigadores del caso, que se ha conocido este martes, no descartan que el radio de acción de la organización haya llegado a otras provincias y se pueda imputar más delitos a sus miembros. Además, confían en localizar a otros compinches de la banda, por lo que la investigación continúa abierta.

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