Lorenzo Silva, este sábado delante de la estatua de Juan de Padilla
Lorenzo Silva, este sábado delante de la estatua de Juan de Padilla - Luna Revenga

«Si Bono quiere seguridad, que se pague un servicio privado»

El escritor Lorenzo Silva realiza la ofrenda floral en un homenaje a los comuneros en Toledo

Toledo Actualizado: Guardar
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El escritor Lorenzo Silva (Madrid, 1966) vive desde 2015 en Illescas, a caballo entre Toledo y Madrid, y se siente castellano y manchego. Por eso aceptó ser este sábado el encargado de hacer la ofrenda floral a la estatua de Juan de Padilla en Toledo, en el acto de homenaje a los comuneros organizado por el Partido Castellano (PCAS).

—¿Qué hace Lorenzo Silva en el homenaje a los comuneros en Toledo?

—Yo soy medio castellano o castellano entero porque una parte de mi familia es de Salamanca y la otra es de Málaga, que también pertenecía a la Corona de Castilla. Los comuneros son figuras históricas que siempre me han atraído mucho y lo que más me gusta de este episodio de la historia, aparte de su final trágico y la lucha desigual contra el emperador Carlos V, es su exigencia al poderoso de que cuide de aquellos que están bajo su poder.

Esta es la gran lección de los comuneros, y más en un país en el que los poderosos muchas veces no han cuidado de aquellos sobre los que ejercen su poder, sino que se han dedicado a expoliarlos y a aprovecharse de ellos.

—¿Comparte las reivindicaciones de los castellanistas?

—No tengo ninguna afiliación política ni las tendré nunca, pero sí simpatizo, no por cuestión identitaria ni política, con la reivindicación de Castilla como una realidad importante pero postergada y denigrada más allá de lo que merece. Ahora que estamos en una fase en la que hay que reinventar y reestructurar España, en ese trabajo hay que tener en cuenta a Castilla, a los castellanos y lo que representan.

—Uno de nuestros paisanos, José Bono, está de actualidad por tener vigilancia personal de agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional a su servicio y no renunciar a ello. ¿Qué le parece que expolíticos como Bono tengan este tipo de privilegios?

—Me parece ominoso. Si Bono quiere seguridad, que se pague un servicio privado; debería renunciar a ello, si tuviera dignidad. Esos agentes hacen falta en otro sitio. No sé si soy suficientemente claro.

—La última misión de Bevilacqua y Chamorro ha sido la primera fuera de España, en concreto en Afganistán, por el asesinato de un militar español en la base de Herat. Lo cuenta en su última novela, «Donde los escorpiones» (Editorial Destino, 2016). ¿Qué le llevó a irse tan lejos?

—Cuando estás escribiendo una serie de la que llevas el noveno título, hay un grave riesgo de repetirse, en el que no quiero caer. La filosofía del proyecto de Bevilacqua, en el que llevo 22 años, es algo compatible con la historia de mi última novela. Esta filosofía es que la novela policíaca, que no deja de ser un molde narrativo, me sirve para hacer una indagación tanto de la condición humana como de la sociedad española contemporánea. Dentro de este segundo plano, está la implicación de España en conflictos internacionales y, en particular, en la gran guerra mundial no declarada, que dura ya 16 años, entre Occidente y el mundo islámico. La novela puede ser totalmente real, ya que ha habido muertes en extrañas circunstancias en bases militares en el extranjero y los guardias civiles son los encargados de investigarlas. Yo tenía claro que ahí había una buena historia y, cuando estuve en Afganistán, lo certifiqué.

—Su último libro es una compilación de historias del género negro, «Todo por amor y otros relatos criminales» (Ediciones Destino, 2016). ¿Qué se va a encontrar el lector en él?

—Lo que se va a encontrar son 102 historias reales. En esta ocasión, no me he inventado nada, sino que he cogido noticias de las que aparecen en los medios de comunicación. Todas las semanas, desde hace ocho años, cojo una noticia y elaboro una pieza literaria. A partir de ahí, busco un ángulo de la historia y normalmente un personaje que me permita llevar al lector a la médula de esa historia. Unas veces el protagonista es un policía que persigue al delincuente, un juez que lo juzga, un abogado que lo defiende, el propio delincuente, una víctima, un testigo e incluso el propio arma del crimen.

—Bevilacqua es su «intermediario para contar la realidad española contemporánea». ¿Cómo contaría su protagonista la realidad actual?

—Estamos en un momento en el que aflora mucha incompetencia. Tanto la izquierda como la derecha, tanto la nueva como la vieja política, e incluso los gobiernos, han demostrado que son incompetentes, ya que no hay un plan estratégico para España y funcionan fijándose solo en el día a día.

—Aun así, Bevilacqua es ya un cincuentón. ¿Pasará pronto a la reserva o le quedan años de servicio?

—Le quedan unos cuantos años de servicio y supongo que lo terminarán de exprimir. Después, no sé lo que sucederá con él. Cuando un guardia civil se retira, puede prorrogar su estancia en alguna unidad del Cuerpo, aunque también tiene la posibilidad de pasar al sector privado de la seguridad, un negocio boyante que echa mano de muchos exagentes de la Policía o de la Guardia Civil. Aún no sabemos qué será de él, habrá que seguir su pista.

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