El año del ocaso del Paseo de la Vega

El temporal ‘Filomena’ y los últimos incendios han dado la puntilla al pulmón verde más emblemático de la ciudad de Toledo

El Paseo de la Vega, siglos de historia de la ciudad de Toledo H. FRAILE

La Vega es el gran retiro de la ciudad de Toledo. A los pies de la muralla, rodeado de árboles centenarios y de estatuas de histórico reyes como Alfonso VIII o Wamba, se configura este espacio que es mucho más que un parque; ha sido testigo durante siglos del fluir de la vida de los toledanos , desde que en 1538 el mariscal Pedro de Navarra y de la Cueva -corregidor de la ciudad- ordenase la explanación de la zona situada enfrente de la Puerta de Bisagra. De ahí surgió su nombre, el Paseo de Mariscal que derivó con los años en Paseo de Merchán, aunque siempre será la Vega, el lugar de encuentro, de los paseos, del café con churros, de las horchatas y el limón granizado, las patatas y aceitunas de los quioscos, de los ‘caballitos’ y de las bandas de música. Durante años fue también el sitio en el que se celebrarán las ferias de agosto hasta su discutido traslado al recinto ferial La Peraleda y en las dos últimas décadas ha llegado, incluso, a acoger el tradicional mercadillo, ‘El Martes’, pero este año también se ha quedado también sin él, se lo han llevado al barrio de Santa Teresa tras los estragos que dejó ‘Filomena’, el temporal de nieve y frío que asoló la ciudad el pasado mes de enero.

El desastre tras ‘Filomena’

El declive de la Vega no es de este año, pero ‘Filomena’ se cebó con el patrimonio vegetal de toda la ciudad y, en especial, en este parque, derribando muchos de sus grandes árboles, sobre todo pinos piñoneros, y asolando parte de la masa arbórea y de su mobilario urbano , como los quioscos, el templete y hasta el carrusel de los ‘caballitos’, que tuvo ser restaurado gracias a una campaña solidaria.

El temporal fue una auténtica catástrofe, a la que se han venido a sumar este mes de agosto dos incendios. En el primero se calcinaron 700 metros cuadrados entre este parque el de Educación Vial y el segundo, solo 72 horas después, afectó a la zona noroeste, y que afectó a una superficie aproximada de 100 metros cuadrados.

La situación de la Vega ha llevado, incluso, a la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo a incorporarla en su Lista Roja de Patrimonio en Peligro en la actualización que realizó el pasado mes de junio y en el que incluyó también a la antigua Casa de Cultura del paseo del Miradero de Toledo, con la Biblioteca Pública; los fondos del antiguo Museo de Arte Contemporáneo de Toledo, especialmente la obra de Alberto Sánchez (1895-1962); el edificio Tresku de Talavera de la Reina.

En su informa, la Real Academia afirma que «la degradación del parque es evidente y acusada en todos sus aspectos en los últimos lustros, especialmente agravada por la tempestad ‘Filomena’. Esto es especialmente grave dado el carácter céntrico e histórico de este paseo en la ciudad de Toledo, llamado a ser uno de los lugares más cuidados y mimados de la ciudad tanto por su uso como por su visibilidad».

Así, explican que «decenas de ejemplares de gran porte, principalmente pinos piñoneros , han desaparecido y se suman a la escasa o nula reposición y renovación arbórea que el parque ha tenido en los últimos años. Es urgente una reposición de arbolado en prácticamente todas las zonas del parque para renovar la masa arbórea y garantizar el futuro del paseo».

La Real Academia considera también que «su uso como sede del mercadillo en las últimas décadas ha deteriorado muchos de sus pavimentos, las fuentes ornamentales no funcionan y están muy deterioradas, por lo que ni son fuentes ni son ornamentales. Muchas de las esculturas están invadidas por setos y en un estado de deterioro importante. Prácticamente la totalidad de los aligustres en línea con la avenida que une Bisagra con Tavera han perecido y es necesaria su reposición, a ser posible con ejemplares no arbustivos sino arbóreos».

La rosaleda

Sobre las zonas históricamente dedicadas a flor (rosaleda y otras), los académicos afirman que «carecen casi en su totalidad de un cuidado adecuado al peso histórico del parque. No existe un inventario ni una protección de los ejemplares originales de 1870, joyas botánicas de la ciudad. Multitud de setos presentan discontinuidades y un gran envejecimiento fruto de décadas de desidia».

En relación con los juegos infantiles, aseguran que «presentan a menudo suciedad y roturas», por lo que consideran que «el mantenimiento de los servicios públicos es mejorable».

Se quejan también en su informe de que «la fuente renacentista es de gran valor y cabe preguntarse si dado su emplazamiento en el parque, expuesta a vandalismo y a los efectos de la intemperie recibe la atención y mantenimiento necesarios». «Similar vandalismo afecta al monumento levantado en 1977 al maestro Jacinto Guerrero, obra de Enrique Pérez Comendador, situado en la rosaleda», dicen.

En general, «presenta una gran degradación tras años de insuficiente mantenimiento que se ha agravado sobremanera por la tempestad de nieve ‘Filomena’, provocando una alarmante escasez de arbolado y un gran debilitamiento en muchos de los que subsisten», y por último, afirman que «los rodaderos que cierran el parque presentan un estado muy precario tras el paso de ‘Filomena’ y el gran eucalipto situado enfrente de la Puerta Vieja de Bisagra probablemente deba ser talado», concluye el informe de la Real Academia, que fue elaborado con información de Enrique García Gómez, Enrique, Ricardo Sánchez Candelas y Eduardo Sánchez Butragueño.

La historia del parque

La Vega es, sin duda, el gran parque de Toledo. Son muchos años de historia a sus espaladas, desde el siglo XVI cuando comenzó a acoger especiales fastos, como los otorgados a Felipe II e Isabel de Valois en 1560, tablados para palenques, juegos taurinos y, desde finales del XVIII, alardes militares, revistas o la instrucción de los alumnos del Colegio General Militar llegado a Toledo en 1846, según explicaba en ABC el historiador Rafael del Cerro, en uno de sus especiales reportajes sobre la historia cotidiana de la ciudad.

El ajardinamiento de este paseo se se efectuó entre noviembre de 1868 y febrero de 1871, siendo alcalde Juan Antonio Gallardo . Así, según publicada del Cerro, «el nuevo paseo ofrecía un alargado y amplio salón central flanqueado por setos y, en el costado oeste, una ajardinada zona con bancos, fuentes y sinuosos caminos bajo la sombra de castaños, tilos, cedros y otras especies arbóreas. Abrazando todo el conjunto quedaba el llamado Paseo de coches, un espacio por el que los pudientes propietarios de coches de caballos podían recorrerlo, pausadamente, en tranquilos carruseles, ’para ver y ser vistos’, según los usos burgueses de la época».

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