María José Muñoz - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Ignacio Llamas: la privada intemperie

El artista expondrá su obra en mayo en el Museo de Santa Cruz de Toledo

María José Muñoz
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Vuelve Ignacio Llamas (Toledo, 1970) a su ciudad como uno de los autores contemporáneos más destacados del panorama nacional. El premio al «mejor artista español vivo» que le fue concedido en la pasada edición de ARCO por la Asociación Española de Críticos de Arte ha supuesto un empuje importante para su carrera, y le ha permitido generar nuevos proyectos.

El próximo mes de mayo, su obra de los últimos ocho años podrá ser admirada en el Museo de Santa Cruz de Toledo, aunque otros escenarios la han contemplado -y lo hacen ahora- en espacios como la galería Ángeles Baños de Badajoz, Tigomigo (Tarrasa), o Pilar Serra (Madrid), y muy pronto, en abril, expondrá en Colonia. A todo ello se une una destacada presencia en ferias internacionales en países como Reino Unido o Alemania.

Una impresionante fotografía de Llamas cuya textura asemeja a un óleo
Una impresionante fotografía de Llamas cuya textura asemeja a un óleo - LUNA REVENGA

Un trabajo silencioso, pausado, el de este artista multidisciplinar que compagina su actividad creadora con la docencia (es profesor de Dibujo para alumnos de Secundaria en el colegio Maristas de Toledo). Una obra intimista, de mirada interior, de búsqueda de la soledad, del silencio. En sus creaciones incluye diversos elementos como sillas, maletas, puertas entreabiertas de las que el artista se ayuda para reflejar el alma de los hombres, aunque éstos no aparezcan por ningún lado. Es el espectador quien «siente» su presencia en esas diminutas sillas vacías, mesas solitarias, maletas cerradas o puertas entreabiertas por las que entra un haz de luz suave y relajante, aunque a veces esa luminosidad genere una atmósfera inquietante, como de algo que esté a punto de suceder.

Ignacio Llamas nos recibe en su estudio y rápidamente su presencia genera una cierta relajación en su interlocutor, quizá prolongación de la que reflejan las obras esparcidas por el sótano luminoso donde trabaja a diario. El artista utiliza tres caminos para expresarse: la fotografía, los volúmenes -que no llegan a ser del todo escultura-, y la instalación efímera; es decir, específica, para ser ubicada en un espacio determinado y luego desaparecer al extinguirse el objeto de la muestra.

Diversos materiales con los que trabaja el artista
Diversos materiales con los que trabaja el artista - LUNA REVENGA

«A veces, esas tres partes se entremezclan, porque la fotografía se convierte en instalación, y otras veces se transforma en un objeto, con lo cual tiene volumen; no son espacios estancos. Yo empecé pintando después de la Facultad de Bellas Artes; en 2002 comencé a trabajar con volumen y en 2009 apareció la fotografía. Me fui a otros lenguajes más contemporáneos», explica.

Desde entonces, trabaja paralelamente con la fotografía de sus arquitecturas fabricadas manteniendo sus planteamientos artísticos, al mismo tiempo que sus blancos recintos se van agrisando. Y en esa progresión, su obra acaba saliendo de sus propios espacios para colonizar los que la acogen, creando instalaciones en las salas en las que se exhiben los objetos, integrándolos como parte de un espacio mayor.

Sus materiales: maderas, yesos o fotografías, e incluso a veces la luz y el espacio -siempre tan vacío, limpio y diáfano- de forma exclusiva, que luego trascienden la materia y se hacen idea. «Lo que hago es trabajar bastante a nivel de concepto; trabajar con una mirada hacia dentro del ser humano. Mi obra es siempre una invitación al espectador, a sentarse, a reflexionar, a hacer una mirada reflexiva, a silenciar todos los ruidos externos que llevamos y dejarse inundar un poco por la luz. Y durante ese instante, esos segundos, minutos, una hora, lo que cada uno quiera, dedicarse a uno mismo como forma de conocimiento personal, de tomar conciencia de que estamos formados por cosas positivas y negativas».

Fragmento de territorio en el que aparece la valla, metáfora de los límites del ser humano
Fragmento de territorio en el que aparece la valla, metáfora de los límites del ser humano - LUNA REVENGA

Con el paso del tiempo, Ignacio Llamas ha ido evolucionando, creciendo de alguna forma. Comenzó trabajando con los aspectos más positivos del ser humano, con la luz iluminando el espacio interior, pero luego aumentó su interés por hablar del dolor, de su propio dolor, sus propios límites.

Y entonces apareció la valla. «Últimamente he trabajado con el tema de los límites del ser humano, que son algo que todos tenemos. Hay quien tiene fobia a las alturas, o a las agujas, que en el fondo son cosas un poco absurdas pero que paralizan a quienes las sufren. Por eso la valla. Si estás muy cerca te impide el paso pero, si te alejas un poco, te das cuenta de que son vallas rotas, que no tienen un límite, y de que en nada te limitan», explica Llamas.

La mesa es otro de los elementos que el artista utiliza con frecuencia en sus creaciones
La mesa es otro de los elementos que el artista utiliza con frecuencia en sus creaciones - LUNA REVENGA

Así, la interioridad ha dado paso al territorio, a fragmentos de territorio, de pequeñas, privadas intemperies, como las que componen su última serie, en la que lleva un año trabajando. Esta instalación (junto a la que posa el artista en la imagen de portada) está formada por auténticos sacos para material de desecho. Esa idea de algo abandonado, desechado, un saco sobrante de yeso al que el espectador se asoma y, como si fuera un gigante, observa un paisaje casi desértico, sin vegetación, con la sola presencia de una casita, un poste de luz, una linde, un puente, una valla. También aquí el ser humano está muy presente, auque no haya rastro de él y por eso quizá sea tan palpable. Llamas, como si fuera un dios menor, crea sus propios mundos, a la vez pequeños e infinitos, según él mueva las paredes o cambie el encuadre o el enfoque de la cámara, que, si se mantiene fija, da lugar a una nueva realidad. «Muevo la realidad», subraya el artista, profundo admirador de Miró y Chillida por su honestidad creadora y su coherencia artística y personal, dice.

Pero las palabras no bastan para describir la obra de Ignacio Llamas. Hay que acudir allí donde expone para comprender y aprehender un mundo creador donde se refugian el misterio y la incertidumbre, pero también la reflexión y el intento de los hombres por sentirse en consonancia consigo mismos a la vez que con el Universo.

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