LA IMPRONTA DE UN CARDENAL

La custodia y otros legados de Cisneros a Toledo

La doctora en Historia Medieval María José Lop descubre a ABC el lado más toledano de esta figura histórica

TOLEDO Actualizado: Guardar
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El cardenal Cisneros dejó un importante legado en la ciudad de Toledo. Fundó San Juan de la Penitencia y fue él quien encargó a Enrique Arfe la construcción de la custodia para albergar otra más pequeña, de oro, que compró el cabildo de la testamentaría de la reina Isabel; en la catedral mandó construir la capilla mozárabe, la sala capitular, el retablo mayor y el claustro alto y, además, recuperó el rito mozárabe que gracias a él hoy todavía sigue vivo.

Con motivo del quinto centenario de su muerte, la Facultad de Humanidades de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) exhibe hasta el próximo miércoles una exposición en la que se puede ver un recorrido por los lugares de la ciudad vinculados con Cisneros a través de unos paneles que reflejan su mecenazgo artístico, espiritual y cultural.

Después, la muestra llegará a San Pedro Mártir y a otras sedes universitarias de la ciudad. En este homenaje a Cisneros, la Facultad de Humanidades también ha celebrado en abril un seminario titulado «El Cardenal Cisneros: el hombre, la época» en el que profesores y expertos abordaron, entre otras cosas, su figura histórica, su entorno social, su largo de mecenazgo y también su relación con Toledo.

El legado catedralicio

La coordinadora de este seminario, la profesora María José Lop, doctora en Historia Medieval, descubre a ABC el lado más toledano de este cardenal «Debió llegar a Toledo por primera vez sobre el año 1486 para visitar el monasterio franciscano de San Juan de los Reyes, orden a la que accedió tras una conversión personal. Era un clérigo con una carrera similar a otras, pero que en un momento de su vida decidió tomar el hábito franciscano». Sin embargo, su vinculación a la ciudad fue mayor a partir del 95, cuando muere el cardenal Mendoza, con quien estuvo muy unido, y es nombrado arzobispo de Toledo.

En primer lugar, Lop recuerda que Cisneros fundó San Juan de la Penitencia. En 1511, bajo la advocación de Santa Isabel, creó un colegio con el fin de proporcionar educación gratuita a un determinado número de doncellas hasta que llegara la edad de elegir estado. Dos años más tarde, junto a él, erigió un convento de monjas bajo la advocación de San Juan de la Penitencia. Pero, sin duda, el papel más importante de Cisneros en la ciudad de Toledo fue en la catedral, en donde dejó su huella.

María José Lop explica que «la maravillosa custodia de Arfe integra una custodia interior de oro (enriquecida con rubíes, esmeraldas, zafiros, jacintos, perlas y esmaltes multicolores) que era propiedad de Isabel la Católica». «Cuando muere la reina, en 1504, -explica Lop- como él era su testamentario, uno de sus albaceas, sabía los bienes que habían quedado de la reina y le pide al cabildo que compre esta maravillosa pieza, que porta en el viril en el que se coloca la forma consagrada que, en breve procesionará por nuestra ciudad. Esta joya se incluye poco después en la custodia de mayor envergadura que se encarga a Enrique de Arfe»

Además de la herencia artística como la capilla mozárabe, la sala capitular o el claustro alto, Cisneros dejó en Toledo un importante legado cultural y espiritual, la liturgia mozárabe. «El rito mozárabe, que proviene de los visigodos, y que con el que se seguía oficiando en seis parroquias de Toledo, había entrado a fines de la Edad Media en un proceso de decadencia: faltaban libros rituales, los párrocos desconocían la liturgia mozárabe. Cisneros sabía que era un legado importante y no se podía perder y se dedicó a recopilar con un estudioso que se llamaba Alonso Ortiz, todos los textos que había en las seis parroquias mozárabes. Se fijó el texto correcto y a comienzos del siglo XVI se imprimieron el Misal y el Breviario Mozárabes». Gracias a esta labor de Cisneros, cuenta la profesora Lop, el rito mozárabe «se mantiene hasta nuestros días y se sigue utilizando». De hecho, en la catedral se celebra todos los días una misa en este rito en la capilla mozárabe que fundó en 1504 el cardenal Cisneros y gracias también a la labor de otros arzobispos como Lorenzana o Marcelo González Martín, que también impulsaron este rito.

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