VIVIR TOLEDO

Secundino de Zuazo y la casa-taller para Victorio Macho

El paraje era propicio para escribir, trabajar y vivir tranquilamente, gozándolo hasta su muerte, en 1966, con su esposa Zoila Barrós Conti

Construcción del Tallerón en el paseo de los Precipicios, actualmente, plaza de Victorio Macho. Archivo Municipal de Toledo. Col. Martínez Herranz

Rafael del Cerro Malagón

En la escultura española del primer tercio del siglo XX, Victorio Macho (Palencia, 1887-Toledo,1966) representa uno de los renovadores del lenguaje artístico con formas alejadas de la agotada estética aún vigente de la centuria anterior. Su producción dejó infinidad de bustos y homenajes a personajes de todos los ámbitos, el «escultor del 98» le llaman en algún momento. Tras la Guerra Civil, buscó nuevos destinos en países sudamericanos levantando monumentos de personajes históricos encargados por instituciones oficiales. En un anterior artículo, referimos cómo, a partir de 1949, al planear su regreso a España, Macho manifestó su vivo deseo por asentarse en Toledo, habiendo confiado a su sobrino Fulgencio Pérez, que residía en Madrid, buscar una casa próxima al paseo del Tránsito, tarea que se alargó hasta 1951. El resultado fue una vivienda en un rincón de la Judería, en Roca Tarpeya, un espléndido mirador natural de los cigarrales, del foso del Tajo y el puente de San Martín.

Como él decía, el paraje era propicio para escribir, trabajar y vivir tranquilamente, gozándolo hasta su muerte, en 1966, con su esposa Zoila Barrós Conti . El matrimonio regresó a Madrid en marzo de 1952, instalándose en el barrio de Argüelles. Ya dueños de la casa de Toledo, Victorio encargó a su amigo, el arquitecto bilbaíno Secundino de Zuazo, proyectar en Roca Tarpeya su nueva vivienda con un taller y un espacio para exponer las esculturas y bocetos que había acumulado a lo largo de su vida y que ahora, llegadas en varias cajas, se guardaron en la cercana Escuela de Artes.

Secundino de Zuazo Ugalde (1887-1970) está entre los técnicos que, en los años veinte, seguían los aires racionalistas europeos que él conocería de primera mano. Buena parte de su obra la hizo en Madrid: viviendas y vistosos edificios como el Palacio de la Música (1924) en la Gran Vía. En el distrito de Chamberí, Zuazo creó la Casa de las Flores (1930), una gran manzana de viviendas con un patio-jardín interior y alegres galerías sobre una planta baja calada por arcos elípticos. En 1933, ligado al plan de ensanche del Paseo de las Castellana, junto al urbanista alemán Hermann Jansen, proyectó el complejo de Nuevos Ministerios. En 1935, con el ingeniero Eduardo Torroja, ideó el insólito Frontón Recoletos. El haber alentado, en 1933, la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, supuso a Zuazo, en 1939, su destierro en Las Palmas y su inhabilitación hasta 1943. En 1946 fue elegido académico de la de Bellas Artes de San Fernando y aunque se le apartó de obras oficiales, efectuó varios edificios y bloques de pisos en Madrid. En marzo de 1953 presentó al ayuntamiento de Toledo el permiso para la «casa residencial» de su amigo Victorio Macho . De inmediato se autorizó el uso de barrenos previos al inicio de la obra que finalizó en 1954. El escultor seguiría con atención los trabajos desde un singular hospedaje en la calle de Santa Leocadia, la Casa del Maestro, referencia que expusimos en otro artículo (19/05/2019).

Zuazo concibió el encargo de Roca Tarpeya como una «composición serena y noble», de piedra y ladrillo, para acoger una vivienda de cuatro niveles (luego reducidos a dos) y un taller adosado (después sería aislado) sobre las gradas ajardinadas abiertas al Tajo. Los planos iniciales (diciembre de 1952) recogen solo la vivienda, apreciándose en un dibujo el leve apunte de un núcleo separado, fuera de los límites de la finca, como el futuro museo que Macho llamaría el Tallerón. Esto indica que el escultor ya veía la posibilidad de poder añadir los yermos terraplenes -de propiedad municipal- del paseo de los Precipicios. Así, en un siguiente momento (marzo de 1953), Zuazo traza este espacio con una planta inferior como taller y otra superior, diáfana, para exponer obras de gran tamaño, con un acceso desde la calle por un pórtico de cuatro columnas dóricas. Tal detalle se estima como tributo conceptual del arquitecto al maestro neoclásico del siglo XVIII, Juan de Villanueva . Pero al Tallerón le quedarían años para ser ejecutado.

En 1958, la prensa local ( El Alcázar y la revista Ayer y hoy ) lamentaba que aún no se hubiese logrado un taller adecuado para un artista que había elegido Toledo como «acomodo material y anímico al que le dan derecho su bien ganado renombre». En este contexto digamos que existe una variante del paseo de los Precipicios, sin firmar, de 1954, que proponía hacer un paredón en los terraplenes para sujetar y nivelar una explanada, rodeada por barandillas y pedestales con bolas, ante el pórtico dórico del Tallerón que se señala para ser eliminado. En marzo de 1960, el Ayuntamiento cedió al Ministerio de la Vivienda 250 metros cuadrados, «de Propios y sin aplicación», para la citada explanada. Esta institución se hizo cargo de urbanizar el paraje y costeó la obra del Tallerón que sería reelaborado por el arquitecto Rodolfo García-Pablos , jefe de Planeamiento Urbano de la Dirección General de Urbanismo entre 1959 y 1968. En su relación con la ciudad quedaban la redacción del Plan General de Toledo de 1940 y el título de concejal honorario que se le otorgó en 1955.

Al fallecer Victorio Macho en 1966, su patrimonio artístico, legado «al pueblo español», quedó a cargo de un patronado unipersonal formado por su viuda, asesorada por un consejo con miembros de varias instituciones que aprobó crear un museo cuya vida decaería en una penosa desidia hasta su cierre. En 1983, Zolia Barrós autorizó por su cuenta la salida de varias obras hacia Palencia a cambio de una jugosa oferta económica que no vio cumplida. En 1985 regresaron a Toledo las primeras piezas tras una serie de gestiones por parte del Ayuntamiento, presidido por Joaquín Sánchez Garrido. La decidida acción de la Real Fundación de Toledo, creada en 1989, implicó la restitución del legado artístico al sitio donde había querido el escultor. Una exposición del largo y tortuoso proceso, escrita por uno de los protagonistas, el entonces concejal Ángel Dorado, puede leerse en revista Archivo Secreto (núm. 1, 2002).

En 1998, tras fusionarse con el decaído patronato, la Real Fundación pasó a ser la titular de Roca Tarpeya donde fijó su sede. En ese momento se encargó al reconocido arquitecto talaverano Manuel de las Casas (1940-2014) un proyecto rehabilitador de la antigua residencia, la ubicación de un museo en el primitivo estudio y la recuperación del Tallerón -según lo concibió Zuazo-, como espacio expositivo sobre nuevas estancias habilitadas en la parte inferior para varios usos. En 1999 se reabrió al público todo este conjunto como un renovado centro cultural propicio para acoger todo tipo de encuentros.

Rafael del Cerro, autor de la sección 'Vivir Toledo' de ABC
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación