Enrique Sánchez Lubián desempolva la II República en Toledo con un libro-ruta

El escritor y periodista, junto con Milagros Tolón y Javier Mateo, presenta este jueves a las 19.30 horas en la feria del libro de la Plaza de Zocodover su nueva obra, 'Toledo en la II República. Ruta por el Toledo republicano'

Enrique Sánchez Lubián sostiene el bando emitido por el primer alcalde republicano de Toledo, José Ballester H. Fraile
Mariano Cebrián

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El 14 de abril de 1931, desde la balconada del Ayuntamiento de Toledo, se proclamó la Segunda República española y dos alcaldes toledanos, el saliente Alfredo Van den Brule (monárquico) y el primer alcalde republicano, José Ballester , saludaron a una muchedumbre enfervorecida por este hecho que estaba congregada en la plaza.

Ese es el lugar en el que el periodista y escritor Enrique Sánchez Lubián esperaba esta semana a ABC, medio del que ha sido colaborador, para hablar de su nuevo libro, ' Toledo en la II República. Ruta por el Toledo republicano ' (Toletum revolutum), que presenta este jueves a las 19.30 horas en la feria del libro de la Plaza de Zocodover.

Portada del libro

Allí estará acompañado de dos protagonistas indirectos de esta historia, como son J avier Mateo, exconcejal de Ganemos Toledo y uno de los ideólogos de la ruta que ahora se ha convertido en libro, y Milagros Tolón , regidora toledana y descendiente de Guillermo Perezagua, el alcalde republicano más importante que tuvo la ciudad.

El antepasado de la actual alcaldesa es uno de los muchos protagonistas de la ruta que Sánchez Lubián confeccionó para conmemorar en Toledo el aniversario en 2014 de la proclamación de la II República el 14 de abril. «Estando por aquel entonces de concejal Aurelio San Emeterio, junto con Javier Mateo y Javier Manzano en el Grupo Municipal de Izquierda Unida, me platearon la posibilidad de hacer un itinerario por el Toledo republicano», cuenta el autor a ABC.

Según recuerda, «la ruta se hizo un fin de semana y tuvo una gran aceptación, por lo que se hizo varias veces más con tres grupos: uno guiado por mí, otro por Javier Mateo y otro por la historiadora Natividad Rodrigo. El proyecto se quedó encuadernado y guardado en un cajón, y solo he repetido ese itinerario con algún grupo de amigos, pero cuando la editorial 'Toletum Revolutum' comenzó su actividad, su responsable, Javier Manzano, me encargó su publicación en forma de libro, algo que se ha retrasado por culpa de la pandemia».

De este modo, el ya periodista jubilado se puso a trabajar en un texto para recuperar la memoria de los cinco años de la II República en la ciudad de Toledo. «Javier Manzano me insistió en el hecho de que el libro tenía que tener cierto interés para los jóvenes, por lo que yo lo he planteado como una crónica social, periodística y cultural, más que como un estudio científico y metodológico de ese periodo histórico. El objetivo -explica- es dar a conocer que, pese a ciertos clichés o falsas creencias, no fue una época nefasta y, en general, la vida española fue bastante normal y la convivencia se mantuvo intacta prácticamente hasta los días anteriores a la Guerra Civil».

Algo que recogen los medios de la época, incluso el periódico católico 'El Castellano' , que en su crónica de la proclamación del nuevo gobierno del 14 de abril de 1931, cuenta que hubo un «gran júbilo popular» y un «respeto total» por parte de todos los partidos políticos, desde la izquierda a la derecha. «Cuando se habla de republicanos hoy, la gente normalmente los identifica con la izquierda. Sin embargo, durante la II República hubo partidos de todas las tendencias bajo la bandera republicana y, de hecho, la mitad de los cinco años que duró ese periodo estuvieron gobernados por la derecha», subraya.

En la ciudad de Toledo ocurrió prácticamente lo mismo, ya que en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, de los 25 concejales electos salieron 15 de la conjunción republicana socialista y 10 de los monárquicos, siendo la convivencia entre ellos relativamente normal. Los tres alcaldes que hubo en ese periodo fueron republicanos moderados: el primero de ellos fue José Ballester, que fue profesor de la Escuela Normal de Magisterio de Toledo ; luego le siguió Justo García, que era un obrero carpintero de tendencia más derechista y, por último, Guillermo Perezagua, partidario de Manuel Azaña y propietario de una conocida taberna en el Real del Arrabal, conocida como 'La Galleta'. «En la ciudad de Toledo, en ningún momento, gobernaron las izquierdas, sino que lo hicieron en coalición con otros partidos de centro o centro-izquierda», apunta Sánchez Lubián.

El autor del libro cuenta que Guillermo Perezagua fue en esas primeras elecciones municipales del 12 de abril de 1931 el candidato más votado, pero la conjunción republicana socialista eligió, sin embargo, a José Ballester como regidor, cargo que ostentó desde el 14 de abril hasta octubre de ese primer año, cuando pasó a ser diputado de las Cortes constituyentes. Después tomó el relevo Justo García, que gobernó en la ciudad hasta diciembre del 1932 y, tras una crisis municipal, Perezagua se convirtió en alcalde por primera vez, pues lo fue en dos ocasiones durante la II República.

El escritor y periodista Enrique Sánchez Lubián posa con el Ayuntamiento de Toledo detrás H. Fraile

El primer mandato de Guillermo Perezagua duró desde 1932 hasta octubre de 1934, cuando estalló la Revolución de Asturias, momento en el que se detuvo a Manuel Azaña y él, como miembro de su partido y en solidaridad por esos hechos, dimitió. Después, el 16 de febrero de 1936, con la victoria en las elecciones del Frente Popular, se le nombró primero gobernador civil y a las 24 horas pasó a ser alcalde de Toledo, cargo que mantuvo hasta la entrada en Toledo de las tropas franquistas tras el golpe de Estado y el inicio de la guerra.

«Guillermo Perezagua dejó su huella en Toledo y a él se debe la liberación de la Puerta de Bisagra, el hermanamiento con Toledo Ohio (ciudad de Estados Unidos) o la creación de una centralita telefónica, algo para lo cual fue necesario hacer varias zanjas en las calles, como ha hecho décadas después su descendiente y sucesora en la alcaldía, Milagros Tolón», dice con sorna Sánchez Lubián. Pero, según indica, la principal preocupación del alcalde toledano más importante de la II República fue el empleo y conseguir dar trabajo a todos los vecinos sin ocupación. Además, creó en verano de 1936, cuando la guerra ya había estallado, un comité para la defensa del patrimonio junto con artistas y profesores de la Escuela de Artes, para lo cual hicieron un inventario de bienes que había en los conventos y otros edificios históricos.

Otra de las aportaciones de la II República para la ciudad de Toledo fue la construcción de la piscina del Campo Escolar, que se inauguró en el primer aniversario de la proclamación, el 14 de abril de 1932, y que se construyó a iniciativa del concejal republicano Luis García Galiano. En ese periodo, el convento de Santa Fe pasó a ser propiedad del Estado, se rehabilitó el edificio de Correos y el actual centro de salud del Casco histórico, en la calle Sillería, se abrió entonces como Centro de Previsión Regional de Castilla La Nueva. Y, como curiosidad, el famoso himno a Toledo del maestro Cebrián se instauró en esos años.

Más allá de los alcaldes, hubo otra serie de personajes destacados durante ese periodo. Así, Sánchez Lubián trae a la memoria a Félix Urabayen , que fue profesor también de la Escuela de Magisterio y «el gran literato de aquellos años que reflejó en sus novelas la vida social de la ciudad como pocas veces se ha hecho». Además, recuerda que fue amigo de Manuel Azaña y miembro de su partido, Izquierda Republicana, siendo candidato en las elecciones de 1936, aunque no consiguió ser elegido diputado. Prueba de esa relación es una fotografía de un mitin que hubo en el Teatro de Rojas en el que ambos aparecen juntos.

Mitin de Manuel Azana en el Teatro de Rojas de Toledo para las elecciones del 1936 Rodríguez

Por otro lado, resalta también la figura de José Moscardó , que durante aquellos años era el director de la Escuela Central de Educación Física, donde el equipo español de pentatlón estuvo entrenando de cara a los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 . Este militar tuvo un importante papel en la vida social de Toledo y, de hecho, cuando se produce el alzamiento del 18 de julio de ese año, no se encontraba en la ciudad, sino que estaba en una reunión en Madrid para preparar las olimpiadas.

Un papel trascendente desempeñó también el por entonces arzobispo de Toledo, el cardenal Pedro Segura, que tuvo desde un primer momento una actitud contraria a la proclamación de la República. Por eso, dos meses después, tal y como cuenta el autor del libro, el Gobierno de España pidió al Vaticano que lo cesara. Se fue de España, pero volvió clandestinamente y fue detenido en Guadalajara, siendo de nuevo expulsado. A él le sucedió el cardenal Gomá, que de primeras no fue tan beligerante, aunque apoyaba a los partidos monárquicos, pero cuando se produjo el golpe de Estado fue quien acuñó el nombre de 'Cruzada nacional'. Pero eso es otra historia, ¿o no?

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