Carlos Rodrigo
La mala educación
«Vivimos en una sociedad cada vez más inquisitiva que se mueve a golpe de red social»
Somos una sociedad que le dedica mucho tiempo a la anécdota y poco a los temas realmente trascendentes.
Es un mecanismo de autodefensa, sin duda. La selección natural nos hace centrarnos en el meme para que no nos estalle el cerebro. Es humano, aunque no demasiado humano.
Llevamos unos días hablando del soplamocos de los Oscar, realizando sesudas interpretaciones sobre su trasfondo:
¿Qué hubiera pasado si fuera un blanco el que hubiera pegado a un negro?
¿Si la broma sobre la alopecia se le hubiera hecho a un hombre, en vez de a una mujer, hubiera tenido tanta trascendencia?
¿Se le debería haber retirado la estatuilla al agresor físico y haberle dado el premio a mejor actor de reparto?
¿Por qué no nos han llamado la atención los comentarios machistas a «Bardem y su mujer»?
¿Por qué es reprobable que Leonardo di Caprio solo se eche novias jovencitas?
Vivimos en una sociedad cada vez más inquisitiva que se mueve a golpe de red social, y en el que ya no nos conformamos con exigir a las personas que se midan por su riqueza, sus logros, sus calorías, sus años, sino que también deben medir sus palabras.
Somos implacables con los demás en todo lo referido a su estética o proceder. Toda la vida se han hecho chistes racistas, homófobos, de gordos, calvos, sexistas, etc , etc.; todo esto había entrado en el cajón del (mal) gusto, del humor negro (expresión que también habría que echar de comer aparte con los nuevos dogmas…), o como lo queramos llamar, pero todo encajado dentro del sacrosanto mueble de la libertad de expresión.
Obviamente el sopapo , a mí me gustaban más los patrios (ver Ruiz Mateos y Boyer, Gil y Caneda…) excede la libertad de expresión y está más metido en aquello que dice Loquillo en su mítica canción 'Feo, fuerte y formal':
Mi familia no son gente normal
De otra época y corte moral
Que resuelven sus problemas de forma natural
Para qué discutir, si puedes pelear
Pero a mí, chanzas aparte, lo que más me llama la atención es el poder de distracción de todas estas meme(ce)s y cómo anestesian nuestro poder de reivindicación y de constancia día a día.
Me imagino el careto de Sean Penn , que había hecho unas declaraciones antes de la gala diciendo que fundiría sus dos Oscar si Zelenski no intervenía en la gala, tras ver que el mundo de pronto pasaba a girar alrededor de un sopapo de un marido ofendido ; esa gala que dedicó al tema de Ucrania no más que el trámite administrativo del minuto de silencio de rigor, para que al final ni hubiera discurso ni quema de fallas…
Mientras remato este artículo a ún resuenan los ecos de los camiones pitando por las calles ; el último golpe sordo de l a paliza a dos profesoras y un trabajador social en un Instituto de Sonseca; el ya tristemente interiorizado incremento de las ofensas físicas y verbales en los centros de salud ; y si aguzo un poco más el oído atisbo los primeros bufidos de los que están abriendo la factura del gas y la luz , mientras por la radio retumba el dato de una inflación que está radiante porque ha sacado su mejor calificación desde 1985, rozando la matrícula de honor, con su incontestable nota de 9,8 que amenaza próximamente con llegar al impecable 10…
Así que bueno, que vale, que esto de ser un maleducado y faltar a la gente está muy feo; y que un rico suelte una galleta a otro rico, con el que ha compartido más de una juerga, porque pierde el oremus también; pero me niego a comprarlo porque me temo que hay cosas peores.
Y el que nos estén tratando cruelmente y nos estén abofeteando donde más nos duele , que no es solo la cartera, sino también la dignidad, es posiblemente lo peor que nos está pasando.
Así que vamos a centrarnos un poco, que a veces parece, retomando lo de los Oscar, que no tenemos ni un pelo de listos.
