TOLEDO

Los Fernández-Linares, una familia numerosa más unida que nunca por el coronavirus

Laura y Fernando, los padres de esta gran familia, cuentan cómo están llevando el confinamiento por el coronavirus junto a sus seis hijos en su casa de Toledo

Última hora del coronavirus

Los Fernández-Linares, en una imagen de archivo, posan junto a cinco de sus seis hijos ABC
Mariano Cebrián

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Gracias al confinamiento forzoso por el coronavirus, María y Laura están aprendiendo a jugar al pañuelo o a la goma, juegos tradicionales casi olvidados para muchos niños en los tiempos actuales. A diario, las dos pequeñas de 7 y 9 años, respectivamente, salen al patio de su casa, que es particular, como dice la canción, porque en él pueden llegarse a juntar hasta ocho personas, las que conforman la gran familia de los Fernández-Linares .

La encargada de enseñar estos juegos y otras cosas a sus hijas menores y al resto de miembros del grupo es su progenitora, Laura Linares. Ahora se encarga de cuidar a sus seis vástagos, aunque, hasta el curso pasado, ejercía de profesora en el Colegio de Nuestra Señora de Valdemoro , en esta localidad de Madrid. «De momento, la convivencia y la organización doméstica es buena, pero lo más difícil va a ser cuando el encierro se vaya alargando», señala a ABC la madre de esta familia numerosa.

Los Fernández-Linares viven en Toledo, en una coqueta vivienda unifamiliar de la urbanización San Bernardo, al lado de la guardería «Los Patorcitos de Fátima», que Laura, junto con su marido Fernando, pusieron en marcha. Por ello este matrimonio conoce bien qué es eso de convivir con un gran número de niños alrededor.

Fernando Fernández es, además, médico pediatra en el municipio toledano de Numancia de la Sagra, por lo que está más que al tanto de la problemática derivada de la emergencia sanitaria del virus Covid-19 .

Tanto él como su mujer procuran, en todo momento, mantener la calma ante sus hijos y organizar las tareas escolares y del hogar, como buenamente pueden, en el caso de una familia tan numerosa. «Intentamos seguir una rutina y llevar un orden tanto de espacios como de horarios, ya que no es lo mismo un día normal, con el ritmo de clases y otras actividades, que tirarse encerrado en casa 24 horas», manifiesta Laura.

Laura y Fernando, los padres, paseando junto a cincos de sus seis hijos A. Pérez Herrera

Como profesora, conoce de sobra cómo funciona esto y ayuda a sus hijos con los deberes, sobre todo a los más pequeños, entre los que se encuentra Fernando, de 10 años, además de María y Laura, las benjaminas del hogar. Con su hermana Claudia, de 14 años, son alumnas del colegio de monjas de Valdemoro donde ejercía su madre hasta junio de 2019, mientras que Fernando y Teresa, de 16 años, estudian en el colegio Nuestra Señora de los Infantes de Toledo . «Para todos ellos, que viven habitualmente en casa con sus padres, esta situación de confinamiento es rara pero, dentro de lo que cabe, lo llevan bien», explica.

Sin embargo para Luis, el hijo mayor, de 18 años, todo es más extraño. Lleva un tiempo fuera de su casa como seminarista y no le ha quedado más remedio que volver al cobijo del hogar familiar. «Algo que es bonito, pero para un estudiante que está preparando la EBAU -Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad, que ahora se ha aplazado debido al coronavirus- no deja de ser difícil en algunos momentos», subraya la madre.

Ahora esta «supermamá» está más pluriempleada que nunca, ya que su marido sigue teniendo que acudir todos los días a su puesto de trabajo en el centro de salud de Numancia de la Sagra , pero ella tiene que hacer frente a las tareas domésticas y escolares. «Todo es cuestión de organizarse», asegura Laura, quien destaca, en cualquier caso, que todos sus hijos le echan todas las manos que pueden.

Cumpleaños en cuarentena

Así, una vez se levanta todo el mundo, comienza una jornada maratoniana en la casa de los Fernández-Linares. «La primera tarea es preparar el desayuno para ocho personas, luego hacer las camas, asearse, la comida, lavar los platos, meriendas, cenas, ... y entre medias están las tareas escolares y, por supuesto, las extraescolares, con juegos de mesa y otras actividades en grupo para estar lo más entretenidos posible», relata la «ama de casa», que ahora, además, tiene que concienciarles de las medidas de higiene por el coronavirus.

El lunes se salieron un poco de esta rutina porque Laura, la quinta hija, cumplió 9 años y celebraron su cumpleaños dentro de las posibilidades que la cuarentena permite. Decoraron la cocina, hicieron una comida especial y una tarta casera, además de una fiesta de disfraces por la tarde, cuenta la madre, que se alegra de poder tener un patio para salir a tomar el aire. «Es un desahogo», afirma.

Laura lo lleva bien, pero reconoce que, según pasan los días de este confinamiento forzoso por culpa del dichoso coronavirus, lo que peor lleva es ponerse en el lugar de la gente afectada. Su marido, debido a su profesión, sabe de la gravedad de esta crisis, pero ambos han decidido que sus hijos no conozcan mucho del asunto.

«Creo que no es bueno que estén demasiado informados y lo mejor es normalizar la situación todo lo más posible», indica la madre, que todos los días reúne a su familia «para rezar por todos aquellos que lo están pasando mal y por que esta pesadilla acabe cuanto antes».

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