El Rey ultima su Mensaje de Navidad más difícil: devolver la confianza a una España conmocionada

La Moncloa deja en manos de Don Felipe cualquier referencia a Don Juan Carlos

AFP

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El Rey asistió el pasado viernes a su último acto oficial fuera de La Zarzuela. Salvo imprevistos, no se le volverá a ver hasta Nochebuena, cuando dirija a los españoles uno de los discursos más difíciles de su vida. Habitualmente, el Mensaje de Navidad es el más importante de cuantos pronuncia a lo largo del año , pero este será también el más complejo por las circunstancias políticas que vive el país y porque Don Felipe se enfrenta al reto de preservar la confianza en una Institución que se ha visto seriamente dañada por los escándalos de Don Juan Carlos.

En La Zarzuela llevan semanas preparándolo y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, intenta desde hace algún tiempo «meter la cuchara» , es decir sugerir mensajes que quiere oír en boca del Rey, aunque, al final, el texto será el que quiera Don Felipe, aseguran en La Moncloa, puesto que se trata de su mensaje «más personal».

«Intervención, poca»

Fuentes gubernamentales reconocen que, como es costumbre, Presidencia del Gobierno conoce los discursos del Rey con antelación, aunque limitan su capacidad de condicionar su contenido: «Intervención, poca». Desde La Moncloa sí reconocen que tienen la capacidad para «sugerir» que se aborden algunos asuntos, pero remarcando que «la intervención la decide la Casa del Rey».

El argumento que viene utilizando La Moncloa es que quiere proteger la Monarquía. Según fuentes del Gobierno, la Corona «tiene que reformarse para mirar el futuro», algo que el propio Rey ya dijo hace seis años y medio en su discurso de proclamación, cuando anunció «una Monarquía renovada para un tiempo nuevo».

El Gobierno cree que para proteger la Monarquía, el Rey debe volver a marcar distancias con Don Juan Carlos, por un lado, y con la ultraderecha, por otro, para que Don Felipe demuestre, dicen, que no es un Rey de parte, como está haciendo creer un sector de la izquierda. Por ello, el Ejecutivo quiso que el Monarca inaugurara la exposición de Azaña, presidente de la II República, en la Biblioteca Nacional. Para reforzar su argumento, sacan a relucir la carta que más de 70 militares retirados enviaron al Rey , en la que le trasladaron su preocupación por la situación política. Una misiva que Don Felipe no contestó y que remitió al Ministerio de Defensa. Esta es la sugerencia más delicada de las planteadas por La Moncloa, puesto que el Rey puede condenar una actitud antidemocrática pero no extenderla a la ultraderecha que respeta las leyes, ya que tiene que mantener su neutralidad política.

Respecto a Don Juan Carlos, en La Zarzuela vienen marcando distancia con ese tipo de comportamientos desde el relevo en la Corona, cuando Don Felipe prometió «observar una conducta íntegra, honesta y transparente » para hacer a la Corona «acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones». Pero, tras los acontecimientos vividos este año, que forzaron la partida del anterior Monarca, la Casa del Rey sabe que la opinión pública espera un mensaje claro en este sentido. Será la primera vez que el Rey se refiera a este asunto desde que el pasado 15 de marzo anunció en un exhaustivo comunicado su ruptura con Don Juan Carlos.

El Gobierno está adoptando un rol en el que quiere dejar la responsabilidad de cualquier censura al anterior Jefe de Estado en manos de su propio hijo. «El presidente ha dicho reiteradamente que es la Casa del Rey la que habría de informar o comentar cuestiones propias de la familia», afirman en el equipo de Sánchez.

Mientras, la parte socialista del Gobierno, que es la única que centraliza la relación con La Zarzuela, se afana en aparecer de la mano del Monarca. Calvo, que es junto con el presidente del Gobierno quien mantiene una relación ordinaria con La Zarzuela, manifestó el viernes que «la Jefatura de Estado no tiene ninguna crisis» y que «Felipe VI hace su tarea de manera impecable. El Rey está muy en sintonía con el momento que le ha tocado vivir».

Sin embargo, la otra parte del Gobierno, la de Podemos, continúa con sus críticas a la Monarquía. Acorralado por la caída progresiva de votos, Pablo Iglesias lanzó ayer la ocurrencia de que las familias españolas debatan en las cenas de Nochebuena sobre Monarquía o república.

La Moncloa intenta levantar un cortafuegos entre Don Juan Carlos y Don Felipe. En la última semana Sánchez y sus ministros, no los de Unidas Podemos, han orientado su discurso en esa dirección. Unos por convicción, otros por sentido institucional y otros por temor a la alternativa, el PSOE es hoy reflejo de un complejo equilibrio en esta cuestión. Pero con la conclusión clara de que ni a corto ni medio plazo se puede abrir un debate sobre la Jefatura del Estado. Porque, como certifica un ministro consultado, se entiende que una crisis precipitada de la Monarquía solo favorecería a Podemos y a los independentistas.

Lo que quiere Sánchez es aparecer como parte que anima, comparte, promueve y ejecuta las decisiones que se puedan tomar, tanto las que necesiten su refrendo como las que sean solo decisión de La Zarzuela.

Tras un año tan intenso, trágico y lleno de acontecimientos como está siendo 2020, Don Felipe difícilmente se ceñirá a los doce minutos que han durado sus anteriores mensajes de Navidad. Y es que el Rey también transmitirá un mensaje de ánimo y esperanza a una nación conmocionada por los casi 70.000 muertos del Covid que esta Nochebuena no se sentarán en las mesas de otras tantas familias; a una nación azotada por la ruina económica, el paro y la falta de horizonte. Además, trasladará serenidad y concordia en una España cada vez más polarizada y marcará el camino a seguir para recuperar el hábito del consenso y, con ello, la confianza en las instituciones democráticas.

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