La Infanta Isabel posa durante la travesía a Argentina a bordo del ALfonso XII ante el escultor Borrás, que la retrata
La Infanta Isabel posa durante la travesía a Argentina a bordo del ALfonso XII ante el escultor Borrás, que la retrata - ABC

Don Juan Carlos, tras las huellas de «La Chata»

El Rey emérito representa a España en el II centenario de la Independencia de Argentina, como su antepasada lo hizo en el I centenario

Madrid Actualizado: Guardar
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El Rey Don Juan Carlos llegó anoche (de madrugada en España) a San Miguel de Tucumán para representar a España en los actos conmemorativos del II centenario de la Independencia de Argentina. Cien años antes fue su antepasada la Infanta Isabel, hermana de Alfonso XII y conocida cariñosamente como «La Chata», quien representó a España en el I centenario de esta efeméride. Aquel viaje de la Infanta fue todo un acontecimiento porque era el primer miembro de la Familia Real española que pisaba América.

El redactor de ABC Alfonso Rodríguez Santamaría, que después fue asesinado en la Guerra Civil por las Milicias de la Prensa, acompañó a la Infanta en el histórico viaje, que empezó el 1 de mayo de 1910 en el estación del Mediodía de Madrid, donde un tren llevó a la delegación española hasta Cádiz.

Allí embarcaron el día 3 en el Alfonso XII y quince días después llegaron a Buenos Aires, donde la Infanta fue acogida con un «recibimiento triunfal». Doña Isabel bajó del barco del brazo del presidente de Argentina, Figeroa Algorta, «un hombre de unos cincuenta años, de aspecto inteligente y esquisita amabilidad», según el enviado especial. Su primera visita fue al Hospital Español.

«Ha hecho vida de grumete»

Durante la travesía, la Infanta dio orden de que en los almuerzos se turnasen en los asientos de su derecha e izquierda las personas que le acompañaban, entre ellos los periodistas españoles. «La Infanta nos ha encantado a todos por su ingenio y su bondad, que ha llegado al extremo de suprimir la etiqueta de vestir esmoquin por las noches para comer. Ha hecho vida de grumete», comentaba Rodríguez Santamaría en sus crónicas.

También celebraron en el barco el cumpleaños del Príncipe de Asturias con un banquete al que asistieron vestidos de frac y con condecoraciones. Y el día que cruzaron la línea del Ecuador, Doña Isabel entregó mil pesetas para que gratificasen a la servidumbre del barco.

Recordando aquel viaje, otro maestro del periodismo, Antonio Díaz-Cañabate, afirmaba que la Infanta Isabel «unía la majestad a la llaneza» y destacaba la fortaleza con la que había resistido «veintitantos días de jaleo sin apenas descanso» entre la travesía y la estancia Argentina. A sus 59 años, decía, «Doña Isabel los resistió como si fuera una chavala».

También relataba una anécdota que le contó el marqués de Valdeiglesias, ante quien la Infanta se lamentó de los pocos conciertos que le ofrecieron en Buenos Aires. «A mí me gustan mucho los conciertos ¿sabes? Porque tengo mucha facilidad para dormirme sin que nadie lo note», afirmaba la Infanta. Sin embargo, Doña Isabel estaba muy equivocada, porque Díaz-Cañabate agregó: «La de cabezadas que la hemos visto dar en los conciertos madrileños».

La estancia de la Infanta Isabel en Argentina se prolongó quince días, hasta el 2 de junio, que emprendió regreso y llegó a Cádiz el 23 de ese mes. Entre los trayectos de ida yu vuelta y la estancia, necesitó dos meses para el viaje.

Cien años después, Don Juan Carlos asiste hoy a los actos conmemorativos, que incluyen una ceremonia de bienvenida, un Solemne Tedeum en la catedral, la firma de una declaración, un almuerzo y un desfile cívico. Además, el Rey padre también mantendrá un encuentro con el presidente de Argentina, Mauricio Macri. Pero todo ello lo hará en apenas veinte horas, que será lo que dure su estancia en Tucumán.