El motín de Canarias en 1823 contra la tala de árboles

Vecinos de todos los pueblos armados de fusiles, hoces y garrotes bajo el histórico grito de «Viva la Virgen del Pino y la Montaña de Doramas»

Cumbre grancanaria Carmelo Ruiz

Aníbal Ramírez

La conciencia y defensa del medio ambiente por parte de los canarios no es una cosa nueva o derivada de la importante presencia del turismo en las islas. Apenas transcurridos 300 años desde la Conquista de Gran Canaria, las 100.000 hectáreas de sus bosques de pinar, laurisilva y termófilo fueron arrasadas.

Y es que se acabó con buena parte del manto verde de los grancanarios para su aprovechamiento en la industria de la caña de azúcar, carbón, aperos, astilleros, salazón de pescado y vivienda . A la mitad del siglo XVIII, la cumbre estaba totalmente desolada y no producía ni hierbas ni matorrales.

Esta brutal deforestación originó uno de los alzamientos populares más importantes de nuestra historia cuando se inician las maniobras políticas para repartir las tierras de los últimos montes que quedaban, Doramas y Lentiscal. En 1823, vecinos de todos los pueblos, armados de fusiles, hoces y garrotes, se amotinan ante este expolio bajo el histórico grito de «Viva la Virgen del Pino y la Montaña de Doramas».

Zurita

La Diputación Provincial, con sede en Tenerife, movilizó a las milicias de la capital y de Santa Cruz de Tenerife provocando la retirada de este motín popular . Pasado el tiempo se procedió a repartir estos míticos bosques entre personas de confianza entre militares, para garantizar el control público indirecto, y algún avispado funcionario público.

Pero el asunto acabó en sangre: el 13 de Septiembre de 1823 fue ejecutado Matías Zurita , de 72 años, presunto dirigente de la rebelión. De su sangre en una bandera donde estaba el color azul surge la bandera de Telde.

Los milicianos de Gran Canaria se negaron a hacerlo por su edad y por creer lógica la demanda de los grancanarios. Pero fue una orden ejecutada tras un juicio sumarísimo por los milicianos procedentes de Tenerife, que ejecutaban una orden.

Medidas

Y es que Gran Canaria quedó con apenas 6.000 hectáreas de monte. Un cataclismo que su Cabildo encaró revertir a mediados del siglo XX con una campaña de reforestación con el que se ha conseguido aumentar la superficie arbolada hasta las 20.000 hectáreas y, en las últimas décadas, la compra de terrenos forestales como la mítica adquisición de la finca de Tirma.

El actual gobierno insular se ha propuesto poner en marcha el denominado Fondo Verde Forestal por su cuenta al lanzar una tasa ‘verde’ de un céntimo de euro por cada litro de gasolina.

El ejecutivo grancanario destinará de sus fondos 4,5 millones de euros anuales en los próximos 15 años para plantar un millón de árboles, lo que supondría doblar la actual superficie hasta las 40.000 hectáreas y acercarnos a la masa forestal de La Palma y Tenerife.

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