La Milicia de Canarias del Ejército de Tierra: 446 años de la creación por Felipe II

Desde el mismo momento de la fundación de la ciudad de Las Palmas, Canarias sufrió el acoso de piratas bereberes contra los que actuaba armada una escuadra local

Recreación de la Gesta del 25 de julio de 1797 por Jordi Bru en en Tenerife Asoc. Gesta 25 Julio

Fernando Castro de Isidro

A lo largo de la historia se han contado con una serie de tópicos sobre la defensa de las islas. Sin embargo, las cosas son distintas: siempre hubo apoyo desde la Península. El Ejército de Canarias jamás estuvo aislado, pues conformaba un ejército global como era el hispánico de la época: un ejército sólido, estructurado, preparado para la defensa y el ataque permanentemente movilizado. En situaciones de reposo o inactividad, movían mandos para entrenamiento o supervisión de tropas bisoñas.

Un 29 de abril de 1573 Felipe II firmó la Real Cédula por la que se constituye el Tercio de Milicias de Las Palmas, Telde y Guía he podido hallarlas ni en el Archivo General de Simancas, ni en el del Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid ni en el Archivo Histórico Nacional también de Madrid.

La primera hueste se acuarteló en Canarias fue también en otro mes de abril, pero de 1480: en el arranque de la Conquista de las islas

Canarias en estos años está en guerra y toda ayuda externa es bien recibida. Que vengan desde Lisboa tampoco debe extrañarnos mucho. Tanto por situación geográfica como táctica y estratégica, Coruña, Lisboa, Canaria es un territorio convergente en la asistencia y defensa del corredor americano con centro táctico en las canarias.

Desde los trabajos del historiador militar, coronel Celestino Rey Joly, de principios del siglo XX, nadie duda de que los orígenes de las tropas regladas en Gran Canaria se remontan a los 50 infantes que, por Real Cédula de 24 de noviembre de 1480 expedida en Medina del Campo, los Reyes Católicos envían a aquella isla para reforzar su presidio .

Que no se hayan encontrado, sin embargo, no significa que no puedan existir entre las más de 54 cajas que aún siguen sin clasificar en el mismo archivo del Instituto de Historia y Cultura Militar o que no estén perdidas en alguno de los archivos particulares de los investigadores que hayan podido tener el privilegio de estudiarlas.

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