La lluvia obliga a suspender la procesión del Viernes Santo de Palma una hora después de su inicio

Doña Sofía y su hermana Irene habían acudido a presenciar, como en años anteriores, el desfile procesional

Josep María Aguiló

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La jornada de este Viernes Santo había sido soleada en Palma, con la única molestia de algunas breves ráfagas de viento al mediodía. Cuando empezó la procesión del Santo Entierro, en torno a las siete de la tarde, todavía podían divisarse los últimos rayos de sol iluminando la ciudad . En esos momentos, miles de personas —muchas de ellas turistas— llenaban ya las calles del casco antiguo, esperando el inicio del desfile procesional. Como dos espectadoras más se encontraban, al igual que en años anteriores, Doña Sofía y su hermana Irene de Grecia.

La procesión partió a la hora prevista desde la Basílica de San Francisco, como es ya tradicional cada Viernes Santo. Participaban las 33 cofradías con que cuenta Palma en la actualidad , junto con un total de 45 pasos procesionales. La mayoría de cofradías iban acompañadas además por sus respectivas bandas de música.

Todo transcurría según lo previsto, si bien con algo más de lentitud que en años anteriores. Se sucedían los aplausos, la expectación de los más pequeños, los recuerdos de los más mayores, los móviles captando todos los detalles , los «vivas» a los diferentes pasos, el esfuerzo de los costaleros, la entrega de confites por parte de los penitentes o la dedicación de los monaguillos quitando la cera de las hachas.

El cielo se cubrió

En torno a las ocho de la noche, de improviso, el cielo poco a poco empezó a oscurecerse de forma inhabitual, al principio con unas pocas nubes, que finalmente acabaron por cubrir todo el casco antiguo. Cayeron las primeras gotas. Parecía que no iban a ser más. Pero unos minutos después empezó a llover ya con intensidad y también comenzó a soplar el viento de manera cada vez más fuerte, por lo que el presidente de la Asociación de Cofradías de Semana Santa de Palma, Miquel Llabata, decidió que lo mejor era suspender de inmediato el desfile procesional.

Así se hizo. Los diferentes pasos fueron cubiertos enseguida con plásticos, para que las distintas figuras no resultasen dañadas, al ser la mayoría de ellas muy antiguas y estar hechas además de madera. Muchos cofrades lloraban y se abrazaban en esos momentos, llenos de tristeza por la suspensión . Los penitentes y los pasos empezaron a regresar lo más rápido posible a sus respectivas parroquias. Sin embargo, hubo dos pasos —portados por costaleros— que continuaron aún un poco más la procesión, ante la admiración y los aplausos de los ciudadanos que aún no se habían resignado a marcharse.

La lluvia arreciaba, así que uno de esos dos pasos, el de Nuestra Señora de la Salud, buscó refugio temporal bajo el soportal del Ayuntamiento de Palma. Unos minutos después, dicho paso se dirigió hacia la Plaza Mayor, en donde se encontraba el otro paso, el de Nuestra Señora de las Angustias. Allí permanecieron ambos hasta que una hora después dejó de llover . La ceremonia del Santo Entierro sí pudo celebrarse, pese a todo, tal como estaba previsto, en la Iglesia del Socorro. La devoción y la fe pudieron finalmente más que la lluvia y la desesperanza.

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