Sociedad

El Pirineo, convertido en un gigantesco embalse helado a dos meses del verano

La cordillera está cubierta por un enorme manto blanco, inusual en esta época del año

Paisaje invernal en plena primavera Fabián Simón

D. A.

La vertiente española del Pirineo presenta una acumulación de nieve inusual en esta época del año . En estas fechas, la reserva nival promedio del último quinquenio está en 1.422 hectómetros cúbicos; este año, sin embargo, supera los 2.800 hectómetros cúbicos . El resultado: una cordillera convertida en un gigantesco embalse helado, que echará al Ebro 1.700 hectómetros cúbicos de agua .

A principios de marzo la acumulación de nieve ya era mucho mayor de la habitual. Y, desde entonces, en vez de reducirse, ha aumentando todavía más. Así las cosas, el deshielo será tremendo en volumen de agua, pero también es un peligro potencial de inundaciones . Si ese deshielo se produce de forma muy acelerada, y más aún si coincide con lluvias, se disparará el riesgo de que se produzcan riadas.

Esos 1.700 hectómetros cúbicos de agua que este año echará al Ebro la cordillera pirenaica son una cantidad enorme en sí misma. Baste un dato: el gran embalse de Mequinenza, uno de los mayores de España y el más grande de toda la cuenca del Ebro, tiene una capacidad máxima de 1.534 hectómetros cúbicos.

En un par de meses, desde que comenzó febrero, las abundantes nevadas que han descargado sobre el lado español de los Pirineos han disparado su manto blanco. En ocho semanas ha sumado más de 1.000 hectómetros cúbicos en forma de nieve. Y cuando la primavera ya había comenzado, las nevadas han seguido aumentando la reserva de agua helada en estas cumbres.

Ahora la atención se centra en el deshielo, por ese riesgo potencial de inundaciones que conlleva. Ya ha pasado otros años, con menos acumulación de nieve de la que ahora hay en el Pirineo.

Y la otra preocupación es conseguir aprovechar al máximo esos caudales, en un momento en el que la cuenca del Ebro sigue arrastrando los efectos de la prolongada sequía. El problema es que el agua que dejará el deshielo del Pirineo será imposible que llegue a las zonas más castigadas por la sequía, porque éstas se encuentran en la margen derecha del Ebro -al sur del gran río- y los caudales del deshielo discurren por la margen izquierda hasta que llegan al Ebro (¿Por qué el Ebro parece el Nilo?) . Y los embalses que hay disponibles de esa margen derecha, los que reciben aguas del Pirineo, tienen poco espacio libre.

El pantano de Yesa, por ejemplo, se encontraba a principios de semana al 85% de su capacidad. El de El Grado, al 96%; el de La Peña, al 94%. Otros están, como poco, al 70%.

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