Las víctimas del coronavirus se resisten a ser olvidados tras una estadística

Dicen que un muerto es una tragedia y miles es una estadística. Como deben de haber sido la...

ATLAS ESPAÑA

Dicen que un muerto es una tragedia y miles es una estadística. Como deben de haber sido la nuestras para  que los 165 muertos de ayer y  publicados hoy nos parezca el mejor dato de todos.   Llevábamos 25.264 muertos confirmados oficialmente. Es como si se hubiesen producido más  de 300 accidentes de tren como el del Alvia de Santiago en 2013 que causó 80 muertos. Como si en estos casi dos meses de alarma se hubiesen estrellado casi tres al día. Las víctimas se quejan de que se han escuchado tanto el número de muertes que prácticamente se han anonimizado. Ángeles Fernández se rebela contra ello.  Llevaba casada 32 años con Antonio González. El 18 de marzo cae enfermo sin poderse levantar de la cama. Por su sintomatología se trataba de una caso de coronavirus además, por si había dudas, había compartido viaje con una amigo que el 19 fue confirmado como positivo por COD-19. Ángeles considera que su marido no recibió la ayuda que necesitaba. Tras llamar a 41 veces a los servicios de atención del COVID 19 en Guadalajara por fin el 22 de marzo le atiende una doctora. A juicio de Ángeles parecía como si le quisiera convencer de lo que mejor que podía hacer Antonio era quedarse en casa y no acudir al hospital.  Finalmente, el 24 de marzo Ángeles le lleva a un hospital privado en Madrid. Pese a que según consta en su historial médico entró con un tercio del pulmón activo en funcionamiento en la clínica privada no le pusieron ningún respirador. Dos noches después, la mañana del 26 de marzo Antonio González Cabrera murió  a las 10.28 de la mañana. 

Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia