Alrededores de la sede de Ferraz el pasado sábado
Alrededores de la sede de Ferraz el pasado sábado - ISABEL B. PERMUY

Una urna sin control detrás de un cartel desató la ira de los críticos

En ese momento, la mayoría del Comité Federal decidió acabar con el «pucherazo»

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Fueron momentos de máxima tensión los que se vivieron el sábado al filo de las 18.15 horas en la «sala Ramón Rubial», sotano de la bunkerizada sede socialista de Ferraz. Se llevaban ya nueve horas de bloqueo y la presidenta del Comité Federal, la sevillana Verónica Pérez, dice que hay dos propuestas a votar: una, la celebración de congreso extraordinario, de Pedro Sánchez y sus fieles, y otra, de los críticos en torno al informe de la mayoría no «sanchista» en la comisión de garantías.

En ese momento, el vicepresidente de la mesa, el vasco Rodolfo Ares, afín a la ejecutiva «en funciones», se desplaza al atril para decir que quien quiera votar puede hacerlo en una urna que han instalado, sin control ni garantía de censo, detrás de uno de los carteles electorales de la formación socialista.

«Vamos a votar», se le oye decir a Sánchez a los suyos.

Es justo en ese momento cuando «el partido está roto», en palabras del dirigente de Izquierda Socialista, José Antonio Pérez Tapias, que abandona la sede porque no quiere participar en algo ilegal. Empiezan los gritos de «¡pucherazo!», «¡fraude!» y «¡sinvergüenzas!». A calle de Ferraz, tomada por los manifestantes, empiezan a llegar también rumores sin fundamento de agresiones en el interior, donde la tensión es máxima. Susana Díaz rompe a llorar -no es la única- y se le oye reprochar amargamente a Sánchez y los suyos: «¡Estais matando al PSOE!».

Ahí se produce el punto de inflexión: los críticos ven que partidarios de las tesis de Sánchez de celebrar congreso ya, no solo Pérez Tapias, empiezan a abandonar abochornados, y comienzan a recoger firmas para acabar con esa situación. Recaban 129, mayoría de los 253 acreditados. En ese momento se dan cuenta de que tienen ganado el Comité Federal y aceptan que se vote a mano alzada, previo llamamiento, el calendario de congreso extraordinario que la Ejecutiva «en funciones» propuso el jueves y que los críticos llevaban hasta entonces negándose a reconocer.

Lo demás ya es historia de España: 132-107 y dimisión de Pedro Sánchez, que deja un PSOE hundido en los sondeos (ver la encuesta que publica hoy ABC) y con años de recuperación por delante antes de convertirse de nuevo en alternativa al PP. Ayer, después de la tempestad, la sensación de pesadumbre en gran parte de los actores del sábado era evidente.

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