Iñigo Urkullu junto al dirigente Joseba Egibar durante la reunión mantenida este lunes con el EBB en la sede central para valorar los resultados obtenidos en las elecciones
Iñigo Urkullu junto al dirigente Joseba Egibar durante la reunión mantenida este lunes con el EBB en la sede central para valorar los resultados obtenidos en las elecciones - EFE

Urkullu se inclina por gobernar con el apoyo exterior del PSE

El PNV abre una ronda de contactos con todos los grupos; empezará por Bildu y Podemos

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El PNV saboreó ayer la dulce resaca que le dejan las elecciones del 25-S, en las que no solo revalidó su victoria de 2012, sino que la ensanchó. Su triunfo indiscutible propició en la noche electoral un aluvión inmediato de llamadas telefónicas de cortesía a Sabin Etxea, empezando por el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y los líderes de todos los partidos vascos -el batasuno Arnaldo Otegui, la socialista Idoia Mendia, el popular Alfonso Alonso-. También el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. Nadie discute que el lendakari, Iñigo Urkullu, será investido con total tranquilidad, seguramente a mediados de noviembre, para encarar su segundo mandato consecutivo.

Urkullu tiene asegurado el apoyo de sus 29 parlamentarios (dos más que en 2012), aunque podrían ser más si alcanza algún tipo de acuerdo con otros grupos.

El inicio de la partida se le presenta fácil a un PNV que, victorioso, puede jugar todas sus cartas para buscar aliados como mejor le convenga, al mejor postor. Con cualquiera (Bildu, Podemos, PSE y PP) le sirve para una mayoría absoluta que no es necesaria para la investidura en segunda votación -en el Parlamento de Vitoria no hay opción de bloqueos, como sucede en el Congreso-, aunque sí para dotar de estabilidad su mandato. Ese es el deseo de Urkullu, poco amigo de los escenarios de incertidumbre, más cuando está en juego la recuperación económica. «La estabilidad es condición necesaria para la inversión y el crecimiento», enfatizó ayer el lendakari. Por esta misma razón descarta a priori una entente con Bildu y Podemos, como formuló en campaña Arnaldo Otegui. «No nos seduce nada», dijo en una entrevista con ABC el presidente del partido, Andoni Ortuzar.

Fue él quien anunció ayer que el PNV abrirá una ronda de contactos en las próximas horas con todos los grupos de la oposición. Empezarán, «por respeto institucional», de mayor a menor. El primero en desfilar por Sabin Etxea será Bildu (17 escaños), después Podemos (11), PSE (9) y PP (9). El lendakari quiere asumir en persona esta tarea, históricamente reservada al presidente del partido, para negociar el calendario de plazos del proceso de investidura en la Cámara de Vitoria.

Su objetivo prioritario es formar gobierno «cuanto antes». El PNV está ahora en la tesitura de elegir al compañero de viaje en una legislatura complicada en la que se ha marcado como prioridad la gestión económica y el empleo -el País Vasco está saliendo más lento que el resto de España de la crisis-. Ortuzar aseguró ayer que «todas las hipótesis están abiertas» para conformar un gobierno que debe ser «fuerte y estable». Sin embargo, fuentes de la ejecutiva reconocen a ABC que la principal opción es un pacto de gobernabilidad con el PSE de Idoia Mendia.

En concreto, el PNV prefiere un Ejecutivo monolítico con apoyo exterior de los socialistas, aunque asumen que estos, muy debilitados por las urnas, reclamarán entrar en un gobierno de coalición, con consejeros del PNV y PSE. Podría así Mendia colocar a sus muchos cargos huérfanos -el domingo perdieron siete representantes en la Cámara-, pero sobre todo, tendría opción de sacar algún rédito a las políticas del Ejecutivo bicolor. De la otra forma, solo el PNV rentabilizaría los éxitos, mientras que la responsabilidad de futuros fallos serían compartidos.

Mapa institucional bicolor

Lo cierto es que PNV y PSE vienen ensayando este acuerdo en el resto de las grandes instituciones vascas: las diputaciones forales -Vizcaya, Guipúzcoa, Álava- y las capitales de provincia -Bilbao, San Sebastián, Vitoria-. Es por tanto la jugada más natural y tiene como precedente los gobiernos de coalición de los años ochenta y noventa con el lendakari José Antonio Ardanza. De hecho, el PSE organizó en la campaña un acto simbólico con consejeros protagonistas de aquellos ejecutivos, como Jáuregui o Solchaga. Anhelo de tiempos mejores para el socialismo vasco.

La «geometría variable»

Todo el mundo alaba el pragmatismo de un PNV que ha ejercitado esta legislatura pasada la estrategia parlamentaria de la «geometría variable». Esto es, teniendo una minoría de 27 escaños de 75 en la Cámara vasca, ha pactado con todos los partidos según le ha convenido mejor en cada momento. Así, se ha arreglado mayoritariamente con el PSE para las cuestiones sociales, se ha congraciado con Bildu en cuestiones identitarias y de arquitectura institucional (Ley Municipal) y se ha entendido con el PP en materia económica. Pero en Sabin Etxea admiten que el traje de negociador trasversal sienta muy bien, pero lo cierto es que se desgasta rápido. «Hemos tenido que ir de jueves a jueves negociando cada cosa en el Parlamento. Gobernar en minoría y solo debilita mucho», concede un estratega nacionalista, que rezuma optimismo. «Está claro que, sumes con quien sumes, la calculadora nos favorece».

Uno de los retos más inmediatos del Gobierno vasco será elaborar y aprobar los Presupuestos del próximo ejercicio. Además de su «socio preferente» del PSE, también podría hallar un aliado en el PP, más cercano a las políticas económicas del PNV. Pero además, en la «agenda» de Urkullu para la legislatura está marcada la consulta soberanista. Este asunto será seguro punto de fricción, ya que Bildu intentará arrastrar al PNV a la vía soberanista de Cataluña. Si hay pacto con el PSE, se resentirá. Podemos descartó ayer apoyar un Gobierno del PNV y se fue directo a la oposición en su primera legislatura en Vitoria.

Ver los comentarios