Urkullu fuerza la maquinaria para ser investido en septiembre

La crisis apremia a los nacionalistas, que buscan un acuerdo rápido con el PSE

El lehendakari, Iñigo Urkullu EFE

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Las semanas posteriores a las elecciones del País Vasco se han sucedido de forma abrupta tanto en lo político como en lo que respecta al ámbito sanitario. El desplante de Iñigo Urkullu a Pedro Sánchez en la Conferencia de Presidentes, aunque finalmente no se consumó, puso al descubierto la fragilidad de las alianzas del Gobierno central y también algunas fisuras de la relación entre el PNV y los socialistas, socios del Ejecutivo vasco en la pasada legislatura.

Sin embargo, el enésimo rifirrafe se produce en un contexto de crisis social y económica que obliga a ambas partes a limar asperezas para conformar Gobierno en el mínimo espacio de tiempo posible. Urkullu quiere ser investido a comienzos de septiembre.

Oficialmente, la cuenta atrás de la que será la duodécima legislatura en la Comunidad Autónoma vasca se inició el viernes 24 de julio, cuando los 31 dirigentes del PNV con asiento reservado en el Parlamento de Vitoria acudieron a recoger el acta. La normativa establece que es necesario que presenten sus credenciales al menos 25 miembros para poner en marcha el proceso de constitución de la Cámara , que, según las previsiones, estará a punto para la primera semana de octubre. Todos los indicios apuntan a que repetirá como presidenta la nacionalista Bakartxo Tejeria .

El procedimiento avanza a marchas forzadas, pues el coronavirus apremia y sus consecuencias se perciben en todos los aspectos de la sociedad vasca. La autonomía se encuentra ya en recesión, según se desprende de los datos recopilados por el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), que este julio anunció que el PIB retrocedió en el segundo trimestre del año un 20,1% interanual. Un máximo histórico.

PSE, «primerísima opción»

La necesidad de disponer cuanto antes de un Ejecutivo estable fue de hecho una de las razones que puso sobre la mesa Urkullu para convocar las elecciones en el mes de julio. El lendakari quiere dejar de estar en funciones, y aunque tras ganar holgadamente los comicios anunció que hablaría con todos los partidos para lograr la investidura, su predilección es la de volver a formar gobierno con los socialistas. Esa es «la primerísima opción», reconoció la presidenta de los nacionalistas en Vizcaya, Itxaso Atutxa .

Desde el PNV vienen insistiendo en las últimas semanas en las bondades de esta alianza, con la que no solo amarrarían su posición de socio preferente del Gobierno de Pedro Sánchez , sino que además les bastaría para alcanzar la mayoría absoluta que en la pasada legislatura se les escapó de entre los dedos por un solo parlamentario. Un factor a tener en cuenta de cara una legislatura que se presume especialmente bronca . Urkullu pagó durante su segundo mandato esa situación de minoría parlamentaria: solo sacó adelante ocho iniciativas de su programa legislativo, y cerca de una treintena se quedaron en la nevera.

Más peso

La reedición de la alianza con el PSE se da por hecha en el Parlamento de Vitoria, aunque los socialistas avisan de que aún no hay nada cerrado. Incluso abren la puerta a otras fórmulas, tal y como insinuó su secretaria general, Idoia Mendia : «De no alcanzar un acuerdo total, podríamos quedarnos en la oposición con un acuerdo de legislatura», destacó en declaraciones recientes. Más severa es la postura de algunos socialistas de Guipúzcoa. Odón Elorza emplazó tras las elecciones a realizar una reflexión sobre los acuerdos con el PNV: «La oposición puede ser constructiva, dialogante y estabilizadora en favor de políticas de izquierdas», aseveró.

Mensajes que no terminan de creerse en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao. Su presidente, Andoni Ortuzar , achacó las declaraciones de Mendia a una «táctica negociadora»: «Supongo que ella querrá ir a la negociación con el máximo de posibilidades abiertas a su favor», declaró a El Correo el líder nacionalista.

Pero lo cierto es que el partido de Mendia está presionando para rascar algo más de lo que obtuvo hace cuatro años, cuando apenas consiguió del PNV tres consejerías de relativo peso.

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