Curri Valenzuela

Los tiempos lentos de Rajoy

Curri Valenzuela
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A Mariano Rajoy le gusta negociar lentamente. No solo por su tranquila manera de ser, ni por su experiencia, abundante, en sentarse a hablar hasta ser capaz de llegar a acuerdos con aliados y adversarios. A menudo se olvida que como ministro de los gobiernos de Aznar, especialmente el primero en el que el PP tuvo que gobernar en minoría, culminó desde los departamentos de Administraciones Públicas y Educación muchos de los traspasos de las competencias del Estado a las Comunidades autónomas de la última década del pasado siglo.

Esta vez, cuando trata de formar gobierno pese a la negativa del PSOE y las reticencias de Ciudadanos explicadas minuciosamente ayer por Albert Rivera, el candidato del PP está aplicando su flema y su capacidad negociadora de manera que, dicen los suyos, está convencido de que su tiempo lento le acabará dando buenos resultados.

Incluso le está proporcionando ya réditos como el registrado ayer cuando Rivera le planteó una serie de exigencias calcadas de las que en su día pidió a los candidatos a presidir gobiernos autonómicos, desde Susana Díaz a Cristina Cifuentes, para proporcionarles su apoyo, lo que en Moncloa interpretan como un movimiento para allanar el camino hacia el sí en la investidura de Rajoy.

El líder del PP lo ha explicado así a sus más directos colaboradores y a los pocos ministros con los que se sincera sobre sus maniobras para repetir como presidente: «Hay que dar tiempo al tiempo les dice- para que Ciudadanos y el PSOE acaben modificando sus posturas iniciales». «Lo que ahora hay que hacer –remata- es aplicarles presión y esperar con tranquilidad».

A los socialistas y a los de Rivera les desespera esa lentitud. Unos y otros no hacen más que urgir a Ana Pastor para que convoque ya el pleno de Investidura, con amnesia para recordar que el anterior presidente del Congreso, Patxi López, concedió cinco semanas de margen a Pedro Sánchez para permitirle alcanzar su frustrado intento de llegar a La Moncloa. Pero Rajoy repite a sus más allegados: «Tranquilos: estamos ganando tiempo».

Incluso en la sede central del PP hay desconcierto por esa manera de actuar de su presidente, como si aún no le conocieran. También por su hermetismo. Es él quien lleva directamente con Rivera las negociaciones con Ciudadanos. La mayor parte de los ministros solo se imaginan de qué hablan por las peticiones de dosieres que les llegan de Moncloa sin relación con ningún proyecto del Gobierno. Pero quienes despachan con él le encuentran tranquilo y optimista.

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