Pedro Sánchez la pasada semana llegando al Congreso de los DIputados
Pedro Sánchez la pasada semana llegando al Congreso de los DIputados - Jaime García

Sánchez inicia el deshielo con los barones y logra su apoyo para arrancar su nuevo mandato

Díaz le pidió «respeto a los territorios» a cambio de «arrimar el hombro»

Madrid - Sevilla Actualizado: Guardar
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Pedro Sánchez avanza poco a poco en su pretensión de que en el próximo Congreso Federal (16-18 junio) sus rivales no planten batalla y le permitan plasmar las ideas fuerza para reconfigurar el PSOE a partir de los cambios en el modelo de partido que quiere implantar. Y también para dejarle libertad en la elaboración de la nueva dirección del partido.

En parte Sánchez ya estaba en disposición de imponerse en ese cónclave una vez que en los congresos provinciales celebrados la pasada semana para elegir a los delegados se impuso la tesis del restaurado líder de pactar listas unitarias respetando la proporcionalidad de los resultados de las primarias. Pero tanto Sánchez como sus críticos han querido leer en este momento la necesidad de una tregua.

Para ello, Sánchez ha dedicado toda la semana a hablar con los secretarios generales de todas las federaciones. Desde su equipo aseguran que todas estas conversaciones se desarrollaron en un «tono positivo», y aseguran que «todas las federaciones se han puesto a disposición del nuevo secretario general para abrir una nueva etapa y dar mandato al resultado de las urnas».

Pacto de no agresión

La llamada más esperada y la más importante se la reservó Sánchez para el último día. A primera hora de la tarde y tras un intercambio de mensajes previo el secretario general llamaba a la presidenta de la Junta de Andalucía. Fueron breves minutos pero tendrá importantes consecuencias en la recomposición del PSOE... si ambos líderes cumplen lo que se dijeron de palabra.

Hablaron ayer por primera vez desde la noche del 21 de mayo cuando se celebraron las primarias y la presidenta andaluza llamó por teléfono a Sánchez para felicitarlo por su victoria. No habían tenido ningún contacto directo desde entonces pero los puentes habían comenzado a tenderse. Díaz había dicho públicamente que le daba todo su apoyo y el líder movía ficha el pasado lunes en el Comité Director del PSOE andaluz, el máximo órgano entre congresos. Su hombre fuerte en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, le trasladaba un mensaje de tranquilidad: su liderazgo en la Junta de Andalucía es indiscutible, y todo el partido tiene que estar detrás de ella. Iba incluso a más, poniéndose a su disposición para lo que estimase necesario.

La breve «y cordial» conversación de ayer entre Díaz y Sánchez confirmaba este acuerdo de paz pero las dos partes saben que incluye unas condiciones que exigen cumplimiento mutuo. Es una suerte de pacto de no agresión. Susana Díaz quiere tener las manos libres para trabajar con el partido y el Gobierno en Andalucía. No quiere injerencias de Ferraz ni sanchistas en sus órganos de poder. A cambio está dispuesta a dar lo mismo: total libertad de maniobra para Sánchez, al que no va a exigir siquiera la cuota andaluza que han tenido todas las ejecutivas del PSOE.

Pedro Sánchez elegirá a quienes considere oportuno para su órgano de gobierno del partido y los socialistas andaluces lo apoyarán. Los sanchistas prometen «integración» en su Ejecutiva y representación de los territorios, pero, aclaran, no iban a aceptar «cuotas prefijadas». Las dos partes confirmaban ayer a ABC la buena disposición al diálogo y al entendimiento aunque la palabra clave era respeto. Susana Díaz pidió a Sánchez «respeto a los territorios» y el líder socialista le trasladó su «respeto al Gobierno y al socialismo andaluz».

La consigna es que los 255 delegados andaluces (más exactamente los 185 que son de Susana Díaz) van a tratar de pasar totalmente desapercibidos, sin levantar la voz ni en las ponencias ni en los debates. A cambio, claro está, de reciprocidad en el Congreso Regional que tendrá lugar el último fin de semana de julio. Los sanchistas barajaron en algún momento presentar una alternativa, pero todo apunta ahora a que no lo harán. El mensaje de Díaz ayer era claro: el PSOE andaluz va a colaborar y a «arrimar el hombro».

Sánchez ha mantenido además encuentros con Miquel Iceta, líder del PSC y con el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que siempre apoyó a Díaz pero que fue el primer dirigente en hablar de «humildad en la derrota».

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