Sánchez culmina la toma de control del PSOE y cambia al 66% de los cabezas de lista al Congreso

Díaz y sus afines evitan participar en la votación que avaló las listas tras no alcanzar un acuerdo con el federal

Sánchez durante la reunión, ayer, del comité federal del PSOE GUILLERMO NAVARRO
Víctor Ruiz de Almirón

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Pedro Sánchez culminó ayer su segunda revolución. El segundo golpe de mano desde que recuperó el poder en el PSOE en junio de 2017. Marcado profundamente por una primera etapa como secretario general en la que no controlaba los resortes de poder del partido y dependía del favor de las direcciones territoriales, Sánchez se ha tomado la revancha. El PSOE es suyo, y de nadie más . Cinco años después de llegar a Ferraz ya puede decirlo. Esas canas que antes no estaban, y que el presidente del Gobierno atribuye no tanto a la gestión en Moncloa sino a la secretaría general del PSOE, atestiguan un ejercicio de supervivencia que ha terminado con el partido bajo su mando. Tras su victoria en esas primarias Sánchez empezó a trabajar en una estructura de partido que pudiese controlar. Lo que sucedió el 1 de octubre de 2016, que marcará siempre a Sánchez , no podía volver a pasar. Y no sucederá. Tras esas primarias dibujó un nuevo Comité Federal de afines. Sin más oposición a su persona que la presencia estatutaria de los líderes autonómicos, cada vez menos oposición, y rompiendo normas no escritas que siempre se habían respetado hasta la fecha como la presencia en el máximo órgano entre Congresos de los antiguos secretarios de Organización.

La llegada a Moncloa y la caída de Díaz han consolidado ese poder interno. Quedaba pendiente remodelar la presencia institucional, hasta ahora con grupos parlamentarios con mayorías que habían apoyado a su rival en las primarias. Hasta ayer. La formación ratificó sus listas electorales para el proceso del 28 de abril y también para las elecciones europeas, municipales y autonómicas del 26 de mayo. El resultado es una profunda renovación con la que Pedro Sánchez ha barrido cualquier atisbo de disidencia y ha dejado sin espacio a las personas leales a Susana Díaz en los grupos parlamentarios, especialmente del que se conformará en el Congreso de los Diputados. La Comisión Federal de Listas apenas dejó espacio a nombres que hubieran sido propuestos por la dirección andaluza. Algo similar sucedió en Aragón, aunque la dirección de Javier Lambán optó por contener el malestar.

Díaz toma nota

Solo Susana Díaz se resistió a avalar el rodillo de la dirección federal. Su «tomo nota» a la llegada del cónclave socialista borraba de un plumazo los afectos que en los últimos mítines que han compartido se esforzaron en intercambiarse. El secretario de Organización, José Luis Ábalos , replicaba al término del cónclave: «Todos tomamos nota de todo, obviamente. El Comité Federal también ha tomado nota y la ha tomado con una unanimidad».

Y es que, de forma insólita, tras el discurso de Sánchez ante el máximo órgano del partido entre congresos no hubo ni peticiones de palabra. Se aprobó por unanimidad la propuesta de listas. Pero una unanimidad con truco. Algunas personas de la dirección, que se sientan frente a los miembros del Comité Federal, aseguraron haber visto a algunos integrantes de la delegación andaluza sin alzar la mano en el momento de la votación favorable, aunque tampoco lo han hecho para oponerse o abstenerse. Los miembros andaluces del Comité Federal afines a Díaz confirmaron que «no hemos participado en la votación».

Pero incluso en su gesto de desaprobación se pudo constatar una incómoda realidad: el PSOE andaluz no es ya un bloque monolítico. Aparte de las personas más afines a Sánchez que integran este órgano, si votaron a favor representantes no sanchistas de provincias que sí llegaron a acuerdos con Ferraz. Hubo cuatro provincias que llegaron a acuerdos en la confección de listas con la dirección federal, que también trabajó para ganarse la voluntad de algunos candidatos municipales al corregirles las listas que habían emanado de sus comités provinciales. Es algo en lo que hacen especial incidencia en la dirección federal, incidiendo que ya se ven claros los síntomas de menor control de Díaz sobre la federación andaluza.

Antes del Comité Federal, se había reunido la Comisión Federal de Listas para aprobar el dictamen definitivo. Susana Díaz manifestó su rechazo mediante un voto particular en por parte de su secretario de Organización, Juan Cornejo, que integra este órgano. Fuentes de la dirección andaluza justifican este voto particular en tres aspectos: el primero es que «las listas de cuatro provincias andaluzas (Cádiz, Sevilla, Córdoba y Almería) se han modificado sustancialmente sobre lo decidido por los militantes, incluso recogiendo ahora nombres que o bien lograron respaldos mínimos o ni siquiera obtuvieron votos porque fueron propuestos por las asambleas». En el segundo punto de ese voto particular es que «estas modificaciones ni están justificadas, ni razonadas». También cuestiona que «no se ha convocado a los secretarios generales de estas provincias como recoge el reglamento». La federación andaluza ha intentado llegar a un acuerdo para hacer compatible «las peticiones del federal y las decisiones de la militancia». Las direcciones provinciales dieron acomodo a los ministros como cabezas de lista, como quería Ferraz, pese a que no fueron los más votados, en algunos casos ni siquiera propuestos, por la militancia.

Pero para Ferraz no ha sido suficiente. Así, se borrado de un plumazo el nombre de Antonio Pradas, el más apoyado por la militancia de Sevilla y que Díaz quería como número dos, justo por detrás de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. En medio de las negociaciones se valoró acomodarlo en el Senado. Pero la ausencia de un acuerdo global ha impedido que Ferraz haga ningún gesto y finalmente no tiene presencia en ninguna lista. «Se han equivocado clamorosamente», aseguraba un miembro del área de Organización de Ferraz, en referencia a la decisión del PSOE andaluz de mantener el pulso. Actitud que contrasta con las de Ximo Puig o Emiliano García-Page, que han alcanzado acuerdos con Ferraz. Que se consideren afines a Díaz solo aparecen en las candidaturas Sonia Ferrer, como número dos por Almería , y María Jesús Serrano como número tres al Senado por Córdoba, un puesto que no garantiza que pueda lograr asiento. No obstante, desde Ferraz se apunta que si vuelven a gobernar, como esperan, muchos ministros y secretarios de Estado dejarán sus escaños y correrá la lista abriendo espacio a personas designadas por las direcciones regionales.

También ha habido cambios en las listas por Aragón. Ferraz ha colocado a Pau Mari Klose como dos por Zaragoza, dejando fuera de ese puesto y de cualquier otro a Óscar Galeano. Tampoco tendrá sitio en el Congreso Ignacio Urquizu , que fue el más votado por la militancia de Teruel, al que se sitúa como número cuatro por Teruel en la candidatura autonómica. En total Ferraz intervino para corregir una decena de provincias, como la de Palencia, para colocar de número uno a Luz Martínez Seijo. Sánchez ha revolucionado también la lista por Madrid, donde el 89% no renuevan.

En global, del total de 52 cabezas de lista solo se mantienen 17 respecto a las elecciones del 26 de junio, una renovación del 66% de los números uno. Además, en la lista al Parlamento Europeo, de los actuales 14 eurodiputados repiten la mitad. Se caen Elena Valenciano y José Blanco, los números dos con Alfredo Pérez Rubalcaba y José Luis Rodríguez Zapatero, respectivamente. Es aquí donde Sánchez ha encontrado hueco para César Luena, quien fuera su número dos en su primera etapa como secretario general.

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