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Mariano Rajoy y Albert Rivera tras su reunión de este miércoles en el Congreso de los Diputados - EFE
La próxima semana, nuevos encuentros

Rajoy ve posible una investidura en la primera quincena de septiembre si la negociación avanza

El gobierno en funciones, optimista tras el encuentro con Rivera, cree que habría tiempo para aprobar el techo de gasto y los Presupuestos del próximo año

MADRID/PALMA DE MALLORCA Actualizado: Guardar
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En 24 horas, el PP ha pasado de la desolación a vislumbrar una tenue luz al final del túnel. Esa luz la encendió este miércoles Albert Rivera al reunirse con Rajoy y aceptar que entre ambos partidos haya un «canal permanente de comunicación», que comenzará por los temas más urgentes: el techo de gasto y los Presupuestos Generales del Estado. «Hemos dado un primer paso; me voy de aquí sabiendo que puedo negociar algo. Ayer no había negociación», manifestó con cierto alivio Rajoy. «Ninguna euforia, pero optimismo», reconocían fuentes populares.

[ Escenarios para la investidura de Rajoy]

El mismo mensaje que transmitió a su Comité de Dirección, con el que se reunió a continuación para coordinar la estrategia popular para los próximos días.

Esa «posible colaboración» –como la definían dirigentes populares, conteniendo el optimismo– puede ser la vía que les lleve hasta el Gobierno de España. De momento, la «pinza» PP-Ciudadanos tiene un efecto multiplicador de la presión sobre el PSOE, que se queda aislado como único sostenedor del «no» a Rajoy.

La hora del PSOE

En la cúpula popular entienden que «el PSOE tiene que hacer algo ya»; era comprensible que defendieran el «no» a Rajoy al día siguiente de las elecciones porque «otra cosa hubiera sido un trágala muy gordo», pero ahora «ya ha pasado un mes; su postura no la entienden ni en Europa ni muchos de sus barones». El PP apunta más allá de Pedro Sánchez, directamente a los barones: «No sirve de nada que hagan declaraciones a favor de la abstención si luego, cuando se reúne el Comité Federal, callan».

Rajoy y Rivera se reunieron durante una hora y veinte minutos. Hasta la escenificación estaba pensada para reflejar mayor sintonía: no aparecían sentados uno frente a otro, como ocurrió el día antes con Pedro Sánchez, sino en torno a una mesa de trabajo. Allí fue donde el presidente en funciones expuso los documentos con que intentó romper el hielo: una lista de las coincidencias entre PP, PSOE y Ciudadanos; un esquema de trabajo para la negociación, y la propuesta de cuatro grupos para abordar aspectos concretos. Aunque Rivera insistió tras el encuentro que no iba a negociar nada con Rajoy, a continuación reconocía que entre ambos y sus partidos se había abierto una «línea directa» de diálogo sobre los asuntos de Estado más urgentes en materia económica.

El primer objetivo declarado del candidato a la investidura es «que no se repitan las elecciones»; el segundo, lograr un gobierno. Considera que el encuentro de ayer con Rivera supone «un primer paso» de «una larga caminata» porque «nadie dijo que esto iba a ser ni fácil ni rápido». En todo caso, dejó traslucir cierto optimismo cuando señaló que «ya no es tan evidente que no pueda haber investidura».

La semana que viene están previstos nuevos encuentros entre Rajoy y Rivera. Por parte del PP, su objetivo es ir acercando posturas con Ciudadanos, hasta conseguir de ellos el ansiado «sí». Por la del partido de Albert Rivera, intentar hacer de mediador para que el PSOE también intervenga en las negociaciones. La razón la dio claramente el líder de la formación naranja: «Hoy por hoy no hay alternativa a Rajoy».

Un respiro

En La Moncloa se recibió con satisfacción el resultado de la reunión. El éxito o fracaso dependía de que se dejara una puerta abierta o no, y al final respiraron cuando no se produjo el temido portazo que habría llevado a España a un bloqueo político e institucional de proporciones alarmantes. «Ha sido un pequeño paso para la investidura, pero un paso de gigante para la gobernabilidad», llegó a decir un colaborador de Rajoy, recuperado del derrotismo al que indujo la reunión del día anterior con Sánchez.

Lo importante de la cita con Rivera es que la negociación se mantiene viva, según el entorno de Rajoy. En La Moncloa están convencidos de que Ciudadanos puede modificar la intención de su voto y pasar de la abstención al sí, lo que añadiría presión al PSOE para que facilitara la investidura. Pero también creen que ese giro de Ciudadanos llevará su tiempo:«Tienen problemas para ir muy deprisa, mientras el PSOE va muy despacio. No quieren precipitación».

La negociación, como admitió Rajoy, se presenta difícil y larga, y el equipo del candidato del PP es consciente de que Ciudadanos necesita «vender» que han obligado a los populares a ceder en muchos asuntos, y escenificar que están a la cabeza de pactos de Estado, como el de la unidad de España. El PP no pondrá ninguna pega.

En cuanto al calendario previsto, la fecha del 23 de agosto para el debate de investidura solo es importante, según subraya Moncloa, si la investidura es fallida y hay que buscar una fecha para las elecciones. Como Rajoy quiere descartar esa posibilidad extrema, si la negociación avanza el debate bien podría celebrarse en la primera quincena de septiembre. El Gobierno en funciones asegura que habrá tiempo para aprobar el techo de gasto y los Presupuestos.

Rajoy informó ayer de estos avances al Rey, quien se había trasladado desde Palma de Mallorca a Madrid para seguir de cerca las negociaciones. El jefe del Ejecutivo acudió por la tarde al Palacio de La Zarzuela, donde le esperaba Don Felipe para mantener lo que la Casa del Rey calificó como «el despacho ordinario semanal», a pesar de que se celebró en unas circunstancias excepcionales tras ocho meses con un Gobierno en funciones.

En circunstancias normales, ese despacho de verano se habría celebrado en el Palacio de Marivent, a donde Rajoy se habría desplazado justo antes de empezar sus vacaciones. Sin embargo, este verano el presidente del Gobierno ha anulado el descanso para dar un empujón a las negociaciones, y Don Felipe quiere seguir de cerca todo el proceso, por lo que ambos acordaron mantener el despacho en Madrid. Aunque en situaciones normales, no habría despachos programados hasta septiembre, este verano ambos volverán a verse cuando consideren que deben despachar personalmente. En cualquier caso, los canales de comunicación entre el Rey y el presidente siempre están abiertos.

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