Rajoy se hace un «selfie» con una ciudadana durante su visita de este sábado a Zamora
Rajoy se hace un «selfie» con una ciudadana durante su visita de este sábado a Zamora - EFE

Rajoy planea reformas que «faciliten» la abstención del PSOE en su investidura

El PP quiere mantener contactos a segundo nivel, pese a la negativa formal de Pedro Sánchez a apoyar la gran coalición. La Moncloa no descarta otra cita con él

Madrid Actualizado: Guardar
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El viernes 8 de enero, día en que Artur Mas dio un paso atrás para que la CUP invistiera a Carles Puigdemont como presidente catalán desbloqueando así el «desafío separatista» encallado desde el 27 de septiembre, no se vivió una buena jornada en el Palacio de la Moncloa. El presidente en funciones, Mariano Rajoy, hasta ese momento «animado» para seguir adelante con su objetivo de formar Gobierno y plantar batalla legal a los secesionistas, «no tuvo su mejor día», según relatan a ABC fuentes del PP, «tanto por las noticias de Barcelona como por la falta de respuestas de Pedro Sánchez a su propuesta de acuerdo para volver a presidir el Gobierno», añaden los mismos interlocutores.

Sin embargo, y a pesar de las dificultades que le obligan a no descartar nuevas elecciones, el inquilino de La Moncloa cree tener hoy más razones para el optimismo, especialmente desde el pacto del pasado martes suscrito por su partido con el PSOE y con Ciudadanos para la Mesa del Congreso.

Rajoy no quiere tirar la toalla. Por eso, apuntan en su entorno, ha dado orden a sus colaboradores para que sigan tendiendo puentes con el PSOE y mantengan el contacto en segundos y terceros niveles.

Pese a todo, tiene claro que la relación con Sánchez «es casi imposible», como se escenificó en su visita a La Moncloa dos días después de las elecciones, cuando el líder socialista le espetó que iba a trabajar para tener la presidencia del Congreso y la del Gobierno y que no iba a desdecirse de sus ataques durante el debate electoral en el que llamó indecente al candidato a la reelección. Sin embargo, en La Moncloa creen tener una carta en la manga que le será difícil rechazar al PSOE, pese al enconamiento de Sánchez, con lo que se podría desbloquear la investidura de Rajoy en una tercera o cuarta sesión: una batería de propuestas, que incluiría «reordenar el marco institucional y una reforma constitucional controlada, fruto del consenso», que animara al PSOE a sumarse a ellas.

Los populares trabajan con una oferta política «atractiva» para el PSOE más institucional, ahora representado por Felipe González, Susana Díaz y los barones socialistas, con guiños al Estado del bienestar, que apuntalara la modernización y regulación de los derechos y libertades ciudadanas y la reforma del Senado, y clarificara el mapa territorial español, así como la financiación autonómica, motivo de litigio en los últimos años.

No se trataría, apuntan las fuentes, de la «reforma federal» por la que apuestan los socialistas y que fue ofrecida por Sánchez a Puigdemont en la conversación que mantuvieron anteayer, pero «sería ambiciosa, siempre que no pusiera en cuestión ni la unidad de España ni la igualdad de todos los ciudadanos». Esa propuesta, en parte recogida en el documento impulsado por el ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, está todavía en elaboración y no se descarta que incluya más guiños al PSOE, como un bloque de leyes para la regeneración, exigidas por Ciudadanos para abstenerse, un pacto nacional para la Educación y una reforma del modelo productivo que ampare a los sectores de la sociedad más vulnerables, a través de la Ley de Compensación Social.

Enfrentado con Sánchez

Ese paquete de acuerdos que Rajoy desgranaría en su discurso de investidura buscaría sumar 252 diputados, entre los votos a favor, la abstención de Ciudadanos y la hoy todavía lejana del PSOE. Lo mejor, apuntan en el Gobierno, es que el propio presidente pudiera explicárselo en detalle y en primera persona a Sánchez en un nuevo encuentro que, aunque no descartan, ven difícil por la cerrazón «a escuchar» del líder socialista.

El antecedente del día 22, en el que sobraron 35 de los 40 minutos que duró el frío encuentro en La Moncloa, no permite albergar muchas esperanzas. Tampoco, que el secretario general del PSOE no solo se negara el pasado martes a reconocer en público que el acuerdo que posibilitó que Patxi López fuera presidente del Congreso fue suscrito con el PP de Rajoy, además de con Rivera, sino que tampoco quisiera llamar previamente al presidente en funciones para agradecerle que renunciase a presentar su propio candidato en favor del exlendakari.

Contactos paralelos

El equipo de Rajoy trabaja con la idea de que los contactos discretos no cesen mientras el Rey recibe a los 15 representantes de los grupos durante la semana que arranca mañana. El calendario parlamentario discurrirá, además, en paralelo al de La Zarzuela, con reunión de la Mesa de la Cámara en los próximos días. Probablemente, añaden fuentes parlamentarias, el lunes 25 se constituyan los grupos, pendientes no obstante de los recursos que pueda interponer Podemos, que ha visto rechazada su pretensión de segregarse en cuatro voces, como compensación al apoyo que le ofrecieron el 20-D Compromís, las Mareas y En Comú Podem, de Ada Colau.

El «enfado» mostrado por el secretario general del partido morado contra Sánchez es interpretado, no obstante, como «una sobreactuación» de Iglesias, que, en privado, admite abiertamente que ese escenario de división de su potencia parlamentaria le perjudicaría claramente para medirse de tú a tú con PP y PSOE. Los populares cuentan también para dar la batalla por la investidura de Rajoy con que tanto en el PSOE como en Podemos los liderazgos no son tan fuertes como defienden Sánchez e Iglesias, los dos dirigentes cuyo pacto, con el concurso de alguna fuerza nacionalista como ERC o PNV, mandaría a la oposición al PP.

De hecho, la intención del presidente es conseguir que la primera sesión de su investidura se celebre antes del 30 de enero, fecha en la que los socialistas tienen convocado un comité federal al que también «se dirigirá» Rajoy desde la tribuna del Parlamento. Sin embargo, en la Mesa no ven factible la sesión hasta la primera semana de febrero. A favor del consenso con el PSOE (el acuerdo con Ciudadanos se da por descontado, como ha avanzado Albert Rivera) se cuenta el malestar con que los dirigentes territoriales socialistas saludan cada gesto que Ferraz hace para conseguir apoyos en el frente de la izquierda radical y de los partidos que están por fracturar la unidad de España. El último, el reproche del presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, a la cesión en el Senado de cuatro escaños a los independentistas de ERC y de la antigua Convergència.

Además, las presiones de los socios de Iglesias, que han visto traicionadas sus expectativas de conformar grupos propios por el rechazo del PSOE, no solo han enfrentado a su jefe con Sánchez, sino que han diezmado la posición del líder populista con sus aliados autonómicos. Tanto, que la alcaldesa de Barcelona empieza a plantear por libre su perfil político, escenificando así el enfrentamiento latente entre los liderazgos de Iglesias y Colau, este último fortalecido por los resultados de su partido en Cataluña el 20-D.

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