Rajoy convierte el manejo de los tiempos en táctica política

Los cinco días de reflexión para formar Gobierno, «necesarios para consultar perfiles»

Madrid Actualizado: Guardar
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Desde 1996, el presidente del Gobierno siempre desveló los nombres de sus ministros al día siguiente de su investidura en el Congreso. En la legislatura anterior, la de 1993, Felipe González tardó tres días en anunciar su Consejo de Ministros. Pero en esta ocasión Mariano Rajoy ha hecho saltar por los aires los precedentes, y se ha tomado cinco días de reflexión y calma para decidir quiénes serán los ministros que le acompañarán en una legislatura que él mismo ha calificado de «difícil». Rajoy vuelve a tomarse «su tiempo» en una actitud que algunos expertos en comunicación política consideran una «demostración de poder», y otros atribuyen sin más a la necesidad de consensuar con sus socios potenciales algunos de los nombramientos más delicados.

En La Moncloa, los más próximos a Rajoy quitan relevancia al paréntesis que ha abierto el presidente y creen que no se debe a que trate de convencer a nadie: «Él siempre apura los plazos hasta el final, aunque tenga la decisión tomada antes. Siempre se le puede ocurrir una idea genial de última hora», explican en el equipo más cercano al presidente del Gobierno.

El manejo de los tiempos de Rajoy suele ser un misterio, y solo el paso de los días (a veces de las semanas o incluso de los meses) le da o le quita la razón. Por ejemplo, todos en su entorno consideran que ha acertado con la estrategia que llevó a cabo desde el 20 de diciembre, cuando durante meses se limitó a esperar a que se estrellara el contrario: «Al final él es el presidente».

Otro ejemplo reciente se encuentra en este verano pasado, cuando el Rey le propuso, el 28 de julio, como candidato a la Presidencia del Gobierno. Rajoy aceptó y dejó pasar los días y las semanas... El debate no empezó hasta el 30 de agosto, y lo perdió.

Silencios cuestionados

Uno de sus silencios más cuestionados fue cuando apuró los plazos para designar la candidatura a la Comunidad de Madrid en 2015. Rajoy no dio ni una sola pista hasta que dos meses y medio antes de los comicios se hizo público el nombre de Cristina Cifuentes. Su silencio creó tensión en su partido, obligado a hacer equilibrios para defender al entonces presidente autonómico, Ignacio González, y al mismo tiempo pronosticar su relevo.

A Rajoy se le reprochó también que reaccionara tarde con algunos casos de corrupción. En el verano de 2013, se negó a comparecer en el Congreso por el caso Bárcenas, hasta que la presión fue ya insoportable en La Moncloa y en el PP. Acudió en agosto al Pleno, reunido en el Senado, y con esa comparecencia dio por zanjada la polémica, pero no pudo evitar que la imagen de resistencia a la transparencia y explicación pública quedara pegada a él en unos momentos críticos.

El relevo de Wert

En los últimos años ha habido muchos más ejemplos de cómo actúa Rajoy con los tiempos. Después del retroceso del PP en las elecciones autonómicas y locales de mayo de 2015, desde el Gobierno se insinuó que podría haber «profundos cambios» en el Consejo de Ministros, para reactivar el Ejecutivo en la recta final de la legislatura. Pero Rajoy dejó pasar el tiempo, y no fue hasta el 25 de junio, rozando las 10 de la noche en Bruselas, cuando destituyó a un ministro, el de Educación, José Ignacio Wert, por «razones personales». Wert le había pedido «hacía tiempo» que le relevara, pero Rajoy admitió que necesitó «madurar» la decisión. Luego esperó al 1 de agosto para destinarle como embajador ante la OCDE en París, lo que amortiguó las críticas en ese momento.

Con el caso del exministro José Manuel Soria y su dimisión el 15 de abril por su aparición en los «papeles de Panamá», Rajoy se limitó a guardar silencio y dejar pasar los días, exactamente cinco, hasta que cayó por su propio peso. Soria lo había negado todo y de pronto apareció la sociedad en Jersey. Cuando llegó el Consejo de Ministros siguiente, La Moncloa anunció que Soria no participaría. Era su final como político.

Los tiempos de Rajoy, sus silencios, han formado parte de su modo de hacer política, hasta el punto de descolocar muchas veces al adversario, pero también de poner nerviosos a los que le rodean. Él sabe lo que hace, y espera el momento oportuno para ejecutarlo.

Según David Redoli, sociólogo y expresidente de la Asociación de Comunicación Política, en política el manejo de los tiempo es una de las muchas formas de demostración de poder. «Las cosas suceden cuando tú decides. Es un ejercicio de poder, una demostración de fuerza».

«Pactar con Ciudadanos»

Redoli cree que hay un «factor estratégico» en la actitud de Rajoy, al darse cinco días para anunciar su Gobierno. «Es un tiempo para pactar con Ciudadanos, para consultar algún Ministerio. No se puede permitir los lujos de 2011, debe ser sensible con algunos perfiles y estar seguro de que acierta» en un momento excepcional. «Rajoy sabe aguantar bien los envites y tiene piel de rinoceronte», resume.

El presidente de GAD3, el sociólogo Narciso Michavila, también cree que el «tiempo» que se toma Rajoy se debe a que tiene que ofrecer algún «guiño» a sus socios. «Se tiene que ganar a Rivera, debe estar seguro de que acierta», sostiene. Michavila cree que Rajoy «ha acertado» con su estrategia desde el 20-D. «Ha demostrado que tiene enfrente amateurs. El tiempo le ha dado la razón».

Francisco Carrillo es experto en comunicación política no verbal. A su juicio, «la paciencia es propia de un líder calmado», aunque también ve una estrategia detrás: «Mientras dilata los tiempos, crea focos paralelos de despiste y entretenimiento para la opinión pública, sin desgastar el foco principal, y cuando toma la decisión, se percibe como algo pensado, calculado, previsible y con las consecuencias necesarias».

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