Pablo Iglesias e Íñigo Errejón en sus escaños en el Congreso de los Diputados
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón en sus escaños en el Congreso de los Diputados - Ignacio Gil

Las purgas en Podemos: lo que sí sobrevivirá a Vistalegre II

Iglesias y Errejón han utilizado esta práctica para debilitarse mutuamente y medir su fuerza de cara a la Asamblea Ciudadana

Madrid Actualizado: Guardar
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Vistalegre II, la Asamblea Ciudadana de Podemos, se vislumbra como el escenario donde se resolverán los conflictos de equilibrio de poder entre los diferentes sectores del partido, principalmente entre el secretario general, Pablo Iglesias, y el número dos de la formación, Íñigo Errejón. La tensión entre ambas corrientes es notoria desde hace ya tiempo y pública tras en la dimisión en bloque, en marzo del pasado año, de diez miembros del Consejo Ciudadano en Madrid del sector errejonista como gesto de rechazo hacia la gestión de Luis Alegre en la Comunidad.

Además del cruce de declaraciones, que pasa por acusaciones cruzadas de excesivo centralismo –por parte de Errejón– y de deslealtad al secretario general y al partido –por parte de Iglesias–, se han producido ofensivas casi constantes desde el comienzo de la división que, aunque no han trascendido de forma tan clara como el discurso público, forman parte de la estructura organizativa del partido y responden a la utilización de las jerarquías y el poder dentro del mismo para debilitar al oponente.

Uno de los ejemplos más claros de este tipo de acciones son las purgas que unos y otros han realizado en los diferentes órganos de la formación.

Aunque Vistalegre II se plantee como ese escenario de resolución –con un ganador y un perdedor– del conflicto, las purgas vuelven a sonar como la herramienta que ya no servirá para debilitar al rival interno, sino que directamente se utilizarán para acometer una renovación del partido que pase por retirar de los cargos de poder a los miembros que se enfrentaron al sector que salga vencedor de la Asamblea Ciudadana. Pablistas y errejonistas han utilizado esta práctica en varias ocasiones.

López, Pascual y Mínguez

Uno de los ejemplos que más se puede asemejar a las posibles purgas tras Vistalegre II es el de la destitución de José Manuel López, errejonista, como portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, precisamente porque se produjo después de un proceso de primarias en las que Ramón Espinar, uno de los hombres fuertes de Iglesias, se hizo con el control de la Secretaría General de la Comunidad. La decisión tuvo lugar en las horas posteriores a que se conociera la votación en torno al sistema que se utilizará en Vistalegre II. En ella, el sector pablista y el errejonista quedaron prácticamente igualados.

El cese fulminate de Sergio Pascual al frente de la secretaría de Organización del partido también fue un golpe de Iglesias al sector próximo a Errejón. En este caso, aunque no fue precedido de unas primarias, se interpretó como la respuesta del secretario general a la dimisión de los diez errejonistas del Consejo Ciudadano en Madrid. En medio de una crisis territorial de la formación en Galicia, Iglesias cesó al número 3 de la formación y lo acusó de ser el responsable de una «gestión deficiente cuyas consecuencias han dañado gravemente a Podemos en un momento tan delicado como es el proceso de negociaciones para conformar un Gobierno del cambio". El lugar de Pascual lo ocupó Pablo Echenique, uno de los hombres que comenzó cuestionando el liderazgo de Iglesias –le disputó la secretaría general en la Asamblea fundacional del partido– pero que se ha convertido en el apoyo más importante del secretario general en el terreno organizativo.

El sector errejonista también ha utilizado las purgas para hacer frente a las decisiones de Iglesias. De esta manera, el conflicto también se cobró el cargo de la «pablista» Sandra Mínguez, destituida el pasado mes de julio de la Secretaría de Organización de la Comunidad Valenciana por el secretario general autonómico, Antonio Montiel, afín a los postulados de Errejón. La decisión no se había trasladado previamente al Consejo Ciudadano autonómico, ni tampoco a la dirección nacional del partido o a la propia interesada. La diputada valenciana conoció su destitución a través de un mensaje de Telegram que el propio Montiel le envió por error.

Las purgas «burocráticas»

Además del poder político y orgánico dentro de la formación, también se puede hablar de un tercer poder «burocrático» que tiene que ver con los recursos de la formación, en este caso humanos. El reparto de los liberados, personal de confianza de los cargos electos, siempre ha sido una de las cuestiones que más ha traído de cabeza y de las que más se ha quejado Pablo Iglesias. De esta manera, el secretario general de Podemos siempre ha advertido del gran poder que le daba a Errejón compaginar la Secretaría Política con la portavocía del grupo en el Congreso de los Diputados, dos actividades que le permiten aglutinar a un gran número de liberados.

Una de los mayores temores de los liberados es que el triunfador de Vistalegre II trate de recortar el poder burocrático del rival despidiendo a su equipo. Si Errejón pierde alguno de los dos cargos que ocupa a día de hoy, previsiblemente perderá a personas de su confianza y verá reducida su fuerza dentro del partido.

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