El PP normaliza el pacto con Vox en el estreno del liderazgo de Feijóo

Mañueco cede ante el partido de Abascal en Castilla y León y encuentra el respaldo del candidato popular

El presidente del PP europeo critica el acuerdo después de una reunión con líderes en la que participó Casado

Lee aquí el acuerdo íntegro de PP y Vox para formar gobierno en Castilla y León

Juan García-Gallardo y Alfonso Fernández Mañueco, ayer tras sellar el acuerdo Vídeo: Atlas

Mariano Calleja , Pablo Pazos , Juan Casillas Bayo y Montse Serrador

Desde que hizo oficial su candidatura a la presidencia nacional del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo se ha estado preparando para amortiguar el impacto del acuerdo con Vox en Castilla y León , algo que se daba por descontado en el partido del charrán al menos desde la semana pasada. Ayer, cuando se hizo público el reparto de cargos entre el PP y Vox en las Cortes de Castilla y León y en el Gobierno regional, Feijóo dio la cara de forma inmediata, respaldó la autonomía de Alfonso Fernández Mañueco en las decisiones de su comunidad y rechazó de plano las 'lecciones' que pretende dar el PSOE, un partido que, como recordó, ha pactado con la extrema izquierda populista, los independentistas y Bildu sin despeinarse.

En el nuevo PP la tendencia es a normalizar y desdramatizar los acuerdos con Vox , aunque sean para entrar en un Gobierno de coalición, y siempre que se respeten las líneas rojas que marcó Feijóo esta misma semana: respetar la Constitución, el Estado de las Autonomías, los compromisos del PP en materia de igualdad y su planteamiento atlantista y europeísta. En realidad, justo antes de la implosión en el partido, Pablo Casado puso como único límite los principios del PP, en un Comité Ejecutivo Nacional en el que se dio a Mañueco manos libres para negociar con los partidos tras ganar las elecciones del 13 de febrero.

Ahora, Feijóo asume por completo su decisión , que enmarca en una de las líneas maestras de su proyecto al frente del PP: reforzar la autonomía de los presidentes autonómicos en la toma de decisiones dentro de su territorio. Una idea en la que insistirá durante la gira que inicia hoy en la Comunidad Valenciana y en la Región de Murcia, y que le llevará a las 17 comunidades durante su campaña como candidato a la presidencia del PP.

Fuentes parlamentarias populares aplauden el acuerdo de Mañueco con Vox en Castilla y León, porque abre un camino que el PP estaba condenado a recorrer antes o después para formar mayorías alternativas a la izquierda y el nacionalismo. Desde las filas del PP defiende que hay que «normalizar y desdramatizar de una vez» los pactos con Vox. «Fuera complejos», subrayan en la vieja guardia, pero también en buena parte de los que están en primera línea de la batalla política. «Hay que quitar a la izquierda estas banderas sobre los pactos», sostienen estas fuentes populares.

En el PP creen además que el efecto del pacto de Castilla y León puede beneficiar a Juanma Moreno en Andalucía , donde tienen que celebrarse elecciones autonómicas en los próximos meses. De entrada, la presión de ser la primera región que puede tener un gobierno de coalición con Vox desaparece. Además, la política del nuevo PP de dar más poder a los presidentes autonómicos permite a Moreno articular su propia estrategia e insistir en la necesidad de lograr una mayoría suficiente para no depender más tarde de Vox.

«Lo importante son las políticas que se apliquen, y que sean asumibles por el PP», zanjan los populares, en un intento de poner el foco en el qué y no en el quién. Al final, será la gestión que se lleve a cabo en Castilla y León en los próximos cuatro años la que será evaluada por los ciudadanos.

«Respeto la decisión»

En esta línea, Feijóo valoró que Mañueco había logrado evitar el adelanto electoral al que abocaba la postura del PSOE y calificó de «perfectamente legítimo» el acuerdo suscrito por su colega con Vox. «Respeto la decisión», remarcó, «en el ámbito de la estricta responsabilidad» del candidato a la reelección al frente de la Junta, acotó. Con Mañueco admitió que había mantenido un contacto fluido y constante y que había atendido todas sus llamadas, en las que aquel le había dejado claro que no estaba dispuesto a volver a las urnas. Feijóo aceptó. Y convino en dejarle vía libre.

«Probablemente» Mañueco «hubiese preferido otra opción» antes que pactar con Vox, deslizó, pero «no había opciones». Dado que el PSOE «se ha tomado a broma la gobernabilidad de Castilla y León», y «solo dio una posibilidad», la de apoyarse en el partido de Abascal. Mañueco actuó en consecuencia. Y lo hizo, además, «en el ejercicio de sus responsabilidades, que son suyas e indelegables», suscribió. Jugando con los plazos y las formas, se amparó en que hablaba como «candidato» a presidir el PP. Lo cierto es que su móvil echaba humo antes de subirse al atril en las dependencias de la Xunta en Santiago.

Contactos hasta el final

No era el único teléfono que durante la mañana de ayer estuvo a punto de arder. En la sede de las Cortes de Castilla y León , cuando sólo faltaban quince minutos para el comienzo de la sesión constitutiva, PP y Vox continuaban reunidos en un despacho. La jornada anterior había acabado con las negociaciones rotas y reproches por ambas partes de mantener posturas inamovibles. Sin embargo, la salida de la habitación del candidato de la formación de Abascal, Juan García-Gallardo , que se introdujo veloz en la contigua en la que estaban sus compañeros procuradores (trece) dio las primeras pistas: aplausos y ovación. La segunda fue el tuit que el propio Alfonso Fernández Mañueco colgó en ese momento (a pesar de que tenía un nutrido grupo de periodistas a la puerta), en el que anunció el acuerdo con Vox «que permite un gobierno sólido y estable, garantiza cuatro años y destierra cualquier fantasma de repetición electoral», dijo después durante la comparecencia conjunta de los dos políticos.

El pacto deja la Presidencia de las Cortes autonómicas en manos de Vox, de forma que Carlos Pollán Fernández juró ayer «por España» dicho cargo. Además, los de Abascal asumirán la vicepresidencia del Gobierno regional, así como tres de las diez consejerías. En materia programática, el documento acordado ha rebajado las pretensiones iniciales de Vox, evitando directamente los asuntos más polémico y, así, desaparece su propuesta de 'derogar' el Decreto autonómico de la Memoria Histórica.

Sin embargo, en Vox la satisfacción es máxima porque sí arrancan una mención al combate contra la «violencia intrafamiliar» –que siempre oponen a la violencia de género– y otra a la «inmigración ordenada» frente a la promovida por «mafias ilegales». Más allá de la cuestión programática, además, los de Abascal logran la Presidencia de las Cortes –este mismo miércoles Núñez Feijóo decía que debía ser para el ganador de las elecciones– y todos los puestos que reclamaban en el Gobierno de coalición.

Las palabras de Abascal en el Congreso , a primera hora de la mañana, fueron el órdago que terminó de declinar la balanza a su favor. «En estas condiciones, nos veremos abocados a votar a nuestros candidatos en las Cortes y no podremos apoyar una investidura», dijo el líder de Vox, después de que las negociaciones se hubiesen torcido en las últimas horas. Tras esa advertencia pública, Fernández Mañueco y Abascal hablaron entre ellos y el acuerdo final lo cerraron el presidente autonómico en funciones y su futuro vicepresidente, Juan García-Gallardo, quien se permitió aventurar que este no será el último ejecutivo que compartan estos dos partidos.

Rechazo del PP europeo

Esa posibilidad, no obstante, recibió ayer el rechazo del Partido Popular Europeo (PPE) , informa Europa Press. «Espero que sea solo un accidente y no una tendencia en la política española», dijo su presidente, el polaco Donald Tusk , en claro rechazo a los gobiernos con Vox, momentos después de una cumbre en Versalles, Francia, a la que asistió Pablo Casado por última vez. Tusk definió al todavía presidente del PP como «garantía personal» frente a pactos con un partido «radical» de «ultraderecha». Pero al final, en palabras de Vox, terminó sucediendo «lo natural» y lo que el PP «se resistió a asimilar»: su entrada en su primer gobierno autonómico.

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