El abuelo del niño, José Suárez, ayer a las puertas de su casa
El abuelo del niño, José Suárez, ayer a las puertas de su casa - EFE

Caso Yéremi VargasPederasta, ex practicante de lucha canaria, muy violento y sin coartada

El sospechoso de matar a Yéremi Vargas vivía a 50 metros del niño y es el único al que se puede situar en el escenario de la desaparición en los tres minutos claves del suceso

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Pederasta en prisión por ese tipo de delitos, ex practicante de lucha canaria, muy violento y sin coartada. Este es el perfil de Antonio Ojeda, de 56 años, antiguo vecino de la localidad grancanaria de Vecindario y al que se investiga como principal sospechoso de la desaparición, hace nueve años, del niño Yéremi Vargas, de siete. Se le ha tomado declaración en la cárcel como investigado –por tanto, asistido de abogado–, y aunque los investigadores de la UCO de la Guardia Civil insisten en que no hay pruebas concluyentes contra él sí hay un dato especialmente llamativo: en los tres minutos claves en los que se produjo la desaparición –los que pasaron desde que sus primos le dejaron en un descampado próximo a su casa hasta que se le salió a buscar– es al único sospechoso al que se puede situar en la zona.

Un Renault 5 Oasis de color blanco, una gorra y una forma de actuar idéntica son también indicios que apuntan hacia Antonio, alias «el Rubio», como sospechoso de la desaparición de Yéremi, ocurrida el 10 de marzo de 2007. Tras más de nueve años de pesquisas los encargados del caso tomaron el pasado martes declaración a este individuo en la prisión de Algeciras donde espera juicio por secuestrar y agredir a otro pequeño en 2012, cerca de la zona de la que raptaron a Yéremi, según confirmaron a ABC fuentes próximas a la investigación. Se negó a responder las preguntas.

La presencia del Renault 5 Oasis que solía conducir «el Rubio» –a pesar de no tener carné– en la zona de la desaparición se conoció hace relativamente poco tiempo, ya que los testigos lo confundieron al principio con un Opel Corsa, y ese fue el modelo sobre el que la Guardia Civil pidió colaboración ciudadana. Según las fuentes consultadas no hay muchas esperanzas de encontrar el vehículo del sospechoso, ya que todo apunta a que fue desguazado hace tiempo.

Antonio Ojeda, natural de Vecindario como Yéremi –vivía a apenas 50 metros de él–, fue interrogado por la Guardia Civil en 2007 como testigo. Chatarrero de profesión contó entonces no solo a los investigadores sino a todo el que se prestaba a oírlo que estaba en la zona ese día y vio a las personas que se llevaron al pequeño cuando jugaba con sus primos junto a la vivienda familiar. Desde entonces ha estado en el punto de mira, pero fue a finales de 2013 los investigadores se centraron sobre él hasta que fue detenido en 2015 e ingresó en prisión provisional. Tres años antes, con engaños se llevó a su chabola a un niño de la misma edad de Yéremi (7 años) que jugaba en la calle. Lo obligó a subir a bordo de su Renault 5 blanco con el que se movía por la isla. El individuo abusó del pequeño pero este logró escapar. El juicio se celebrará a final de año.

Ojeda tiene antecedentes por violencia de género, lesiones y atentado a agente de la autoridad. Tiene varios hijos de diferentes parejas con los que no mantiene ningún contacto y al parecer no es la única persona de su familia con antecedentes por abusar de menores. El modo de actuar en el caso de su última víctima y en el de Yéremi es idéntico, según ha podido saber ABC. Los investigadores muestran cautela pese a la acumulación de indicios, dado el tiempo transcurrido desde que desapareció el pequeño. La Guardia Civil, que tiene un equipo volcado en esta causa desde el primer día que se perdió de vista al niño, ha seguido a lo largo de estos nueve años diferentes pistas, que incluso le han llevado a investigar a ciudadanos británicos encarcelados en el Reino Unido por delitos sexuales que en aquellas fechas vivían en Gran Canaria.

«Hay otro dato importante –señalan las fuentes consultadas por ABC–. Hasta ahora se había podido descartar a todos y cada uno de los sospechosos», algo que no ha sucedido en el caso de «el Rubio». A pesar de ello, los responsables de la investigación son conscientes de que encontrar a estas alturas pruebas definitivas para relacionarlo con la desaparición de Yéremi será complicado, sobre todo porque no se ha localizado el cadáver de la víctima. «Tuvo tiempo ese día para deshacerse del cadáver y luego mucho más para ocultarlo», recuerdan las mismas fuentes.

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