Pablo Casado, un gran tipo que no sabe de estrategia

En 12 días, la vida del aún presidente del PP ha dado un giro de 180 grados. Se dejó llevar por filias y fobias. Su gran error fue no escuchar a quienes le advertían de que no iba por el buen camino para alcanzar su sueño de llegar a La Moncloa

Cuando el 'síndrome de La Moncloa' se instaló en Génova

Congreso Nacional Extraordinario del PP en el Hotel Marriott, en 2018, cuando Pablo Casdo se convertía en el nuevo presidente del partido Jaime García

Pilar Cernuda

No comprende qué ha ocurrido, hace doce días no se le pasaba por la cabeza que pudiera peligrar su cargo en el PP. Hoy, prepara su intervención de mañana ante la Junta Directiva Nacional y después escribirá el discurso que pronunciará el 2 de abril ante los asistentes al congreso extraordinario que dará paso al episodio más amargo de su carrera política , cuando deje de ser presidente del partido.

Su idea ahora mismo, quizá cambie, es no volver a pisar el Congreso de los Diputados. El pasado miércoles aprovechó su turno de preguntas en la sesión de control al Gobierno para despedirse de sus compañeros de la Cámara. El presidente y varios portavoces de otros partidos le desearon lo mejor en el futuro, pero solo las palabras de Inés Arrimadas se notaban sinceras y emotivas; las del resto llegaban obligadas por las circunstancias.

Los diputados del PP le aplaudieron largamente de pie, pero solo tres le acompañaron cuando abandonó el hemiciclo. La soledad de Pablo Casado , un hombre convencido de que sería el próximo presidente del Gobierno, era total. Definitiva.

Pablo Casado en la manifestación en Colón, Madrid, junto a Ciudadanos y Vox (2019) Isabel Permuy

Esa convicción de que sería el próximo presidente del Gobierno ha sido probablemente el principal error de Pablo Casado, que no quiso escuchar a quienes le advertían que no iba por el buen camino. Porque se lo dijeron varios de sus colaboradores, como se lo apuntaban a través de sus artículos e intervenciones en prensa, radio y televisión, un número destacado de periodistas, muchos de ellos buenos amigos de Pablo Casado, con el que era imposible llevarse mal.

No atendía a nada ni a nadie. No quería que nadie perturbara el escenario que había construido y consideraba indiscutible, él en La Moncloa, gracias a la ayuda inestimable de Teodoro García Egea , en el que tenía plena confianza. Por supuesto, tampoco admitía la menor crítica hacia su secretario general, el todopoderoso Teo, el auténtico mandamás del partido porque como dijo Casado en más de una ocasión, le había otorgado la máxima autoridad para dirigir el PP.

Ideas preconcebidas

Los que se relacionaban con Casado desde hacía años decían no reconocerlo. Presidía el PP con ideas preconcebidas que no estaba dispuesto a discutir, y mucho menos a cambiar. Se dejaba llevar por filias y fobias , obsesionado con Pedro Sánchez por un lado y por Santiago Abascal por otro; y no peleaba suficientemente, y con criterio, para defender al partido y ponerlo en posición de lucha para ganar las batallas.

Por ejemplo, cuando empezó la pelea al ser elegido presidente del PP y se publicó que se había licenciado en Derecho de forma poco clara pues le aprobaron veintitantas asignaturas en tiempo récord y además se cuestionó su máster en la Rey Juan Carlos , Casado se encerró horas en su casa con su amiga y jefa de prensa María Pelayo para revisar centenares de papeles hasta que encontraron las pruebas de que había cumplido todos los requisitos universitarios.

Si hay algo que no consiente Pablo Casado es que se pueda poner en duda su honorabilidad. Por eso, aseguran quienes han estado más cerca de él estos días aciagos, entre las noticias que más le han dolido está que se pueda dudar de él cuando asegura que no tenía idea de que se hubiera contratado a una agencia de detectives para encontrar pruebas de corrupción contra Isabel Díaz Ayuso . Es más, niega que eso haya ocurrido.

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, jóvenes, en los tiempos de Nuevas Generaciones

También los que han estado más cerca de él afirman que la caída de Casado se debe a que dio excesivo peso a Egea. Es más, culpan a Casado de que Egea haya actuado con tanta prepotencia; no habría sido posible si no contara con el visto bueno del presidente del partido. Egea intentó mover la silla a Juanma Moreno y a Alfonso Fernández Mañueco siendo ya presidentes de sus respectivos gobiernos, colocando a dirigentes provinciales de la cuerda del secretario general. Pero la gran batalla es la que tuvo Egea con Isabel Díaz Ayuso , aunque a nadie se le escapaba que era una batalla del propio Casado con quien había sido una de sus grandes amigas, hasta el punto de que apostó por ella, contra el criterio de todo el mundo, cuando decidió que fuera la candidata a la presidencia del gobierno de Madrid.

Todo fue bien entre ellos hasta que Ayuso convocó elecciones para evitar una moción de censura y consiguió un resultado sorprendente, con apoyo de votantes de todas las sensibilidades e ideologías, incluidos algunos de Podemos. La intención de Ayuso de presidir el partido regional, como sus predecesores y como la casi la totalidad de los restantes presidentes de los gobiernos regionales, desencadenó una guerra suicida. Y como en todas las guerras suicidas, acabó mal para quienes la emprendieron, Casado y Egea.

Los referentes políticos

Pablo Casado es un político nato . Su referente e impulso fue Aznar y después, Esperanza Aguirre , aunque fue Mariano Rajoy el que le llevó a las alturas al nombrarle vicesecretario de Comunicación del PP, la cara, ojos y voz del partido ante el público. Los tres valedores de Casado han sido muy reticentes hacia su gestión como presidente del partido, y no solo en privado, sino también en público, alertaban sobre la influencia excesiva y equivocada de García Egea.

Son los referentes políticos, pero es de dominio público que la principal consejera de Casado es su mujer, Isabel Torres , que le obliga a poner los pies en el suelo. Sin embargo no ha sido capaz de alertarle sobre los problemas que provocaba al PP García Egea, entre otras razones porque Isabel también se ha hecho gran amiga del secretario general y de su mujer, más aún desde que se instalaron en Madrid y sus hijos van al mismo colegio que los de Casado.

Pablo Casado celebra la victoria en Madrid junto a Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida

Pablo Casado es cercano, asume bien las críticas, lo que no es habitual en los políticos, como también las asume Egea. Sus mejores amigos lo son desde hace años, muchos de ellos compañeros del partido con los que se relaciona desde que se conocieron en las juventudes del PP, Nuevas Generaciones . Entre ellas, Isabel Díaz Ayuso, uña y carne hasta que Isabel ganó las elecciones madrileñas .

Es cálido en el trato, detallista, con sus prioridades muy definidas: la familia por encima de todo. Religioso, practicante sin complejos en una España en la que parece que declararse católico practicante es política y socialmente incorrecto, su gran aventura personal -compartida con su mujer- fue sacar adelante a su hijo Pablo, nacido con cinco meses de gestación.

Estuvo mucho tiempo internado en un hospital de Elche, y muchos días Pablo, al terminar su trabajo en Génova como vicesecretario, se iba a Elche en coche para acompañar a Isabel en el hospital unas horas por la mañana, y regresaba a Madrid inmediatamente después. Hace unos meses hicieron los dos parte del Camino de Santiago y no hacía falta preguntar por qué cuando dijeron que era una promesa, además de la mejor manera de celebrar el Año Santo.

Las alertas

Nació en Palencia en una familia numerosa y se nota en que se siente cómodo entre la gente y sabe cuál es la diferencia entre un problema y una contrariedad y cómo afrontarlo. Es positivo, incluso entusiasta. Pero como presidente del PP le ha fallado algo fundamental: instinto político, estrategia y, sobre todo, empeño en rodearse de los mejores con un equipo diez.

Deja la presidencia del PP una buena persona, un buen tipo , como se diría coloquialmente. Pero no dedicó ni un minuto a reflexionar sobre los mensajes de alerta que le llegaban de todas partes. Incluyendo las personas que más le querían.

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