Crimen Castro Urdiales

La mujer que escondió una cabeza en una caja tiene antecedentes por estafas cometidas en 2013 y 2017

Ayer ingresó en prisión sin fianza y aún no se ha encontrado el resto del cuerpo

La Guardia Civil registró la vivienda de la mujer detenida Efe

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Carmen Merino , de 61 años, la vecina de Castro Urdiales (Cantabria) que metió la cabeza de su pareja en una caja y se la dio luego a una amiga para que se la guardara diciéndola que eran juguetes sexuales, ingresó a primeras horas de la tarde de ayer en prisión, comunicada y sin fianza. Desde las diez de la mañana hasta las dos permaneció en los juzgados de Castro Urdiales, donde declaró ante el titular del Juzgado de Instrucción 3.

Para ese momento el laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil ya había identificado el cráneo encontrado en la madrugada del pasado jueves como el de Jesus María Baranda, de 66 años, exdirector de una sucursal bancaria y desaparecido desde el mes de febrero, aunque no se denunció su caso hasta finales de marzo.

La Guardia Civil volvió ayer a la casa de la sospechosa para hacer un nuevo registro a fondo y tratar de encontrar más vestigios. Para ello utilizó perros adiestrados. No ha trascendido el resultado de esa diligencia al estar el caso bajo secreto de sumario.

Lo que sí se conoce, y apuntala además un móvil económico, es que Carmen Merino está acusada de dos estafas cometidas en los últimos años, en concreto en 2013 y 2017. Desde hace siete años vivía con Jesús María Baranda en un piso de éste situado en la calle Padre Basabe.

La gran incógnita de la investigación en estos momentos está en averiguar cómo la mujer mató a su novio y qué hizo después con el cadáver . La hipótesis es que si fue capaz de decapitar al hombre bien pudo descuartizar el resto del cuerpo para poder deshacerse de él con más facilidad. Lo que más llama la atención es que decidiera quedarse con la cabeza, ya que su primera explicación de que «alguien la dejó en la puerta de casa y me la quedé porque era el único recuerdo que tenía de él» es, obviamente, absurda.

Si se la quedó fue porque pensó que de esa forma sería más difícil que la descubrieran. Se cree que antes de meterla en la caja Carmen Merino coció la cabeza de Jesús María Baranda para quitarle las partes blandas y evitar el mal olor, que podía delatarla ante su amiga. Luego, envolvió con esmero el cráneo con plástico de cocina y tras meterlo en el recipiente de cartón cubrió éste con papel de regalo. Precisamente ese envoltorio tan esmerado fue el que llevó a su amiga a no interesarse antes por el contenido de aquello.

Pero hasta el pasado sábado, y desde febrero, familiares de la víctima ya estaban convencidos de que algo malo le había pasado. Había varios elementos que apuntaban a ello: no se había producido movimientos bancarios —solo ella había sacado dinero de su cuenta—, tampoco se había llevado su coche ni hospedado en sitio alguno y las explicaciones que les daba Carmen Merino eran contradictorias, cuando no directamente sospechosas.

La mujer siempre dijo que Jesús María Baranda la había abandonado, e incluso les envió mensajes con el móvil de éste diciéndoles que estaba en Asturias y Galicia pasando una temporada. El problema es que el lenguaje que utilizaba no era el propio del hombre y eso no hizo más que aumentar la inquietud de los familiares.

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