Ana Pastor, entre Alicia Sánchez-Camacho y Rosa Romero
Ana Pastor, entre Alicia Sánchez-Camacho y Rosa Romero - EFE

Moncloa prevé una aprobación exprés de los Presupuestos

El PP cree que hace falta tiempo para alcanzar un acuerdo de estabilidad

Madrid Actualizado: Guardar
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La declaración de Albert Riveradejó ayer buenas sensaciones entre los populares, aunque en Moncloa se guardó silencio y se remitió a la reunión que hoy mantendrá el líder del PP con el presidente de Ciudadanos. La fecha de investidura empieza a tomar forma, aunque las fuentes próximas a Rajoy consultadas sostienen que no será inmediata y que «es necesario dar tiempo a la negociación».

El tope fijado por Rajoy y La Moncloa sigue siendo la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2017, antes de octubre, y de los compromisos europeos de déficit, antes del 15 de octubre. Los ministerios llevan semanas trabajando ya en la elaboración de las plantillas presupuestarias, bajo la batuta de Hacienda, a falta de un acuerdo político que introduciría cambios concretos.

Para que los Presupuestos estuvieran en el Congreso antes del 1 de octubre, el Consejo de Ministros tendría que aprobarlos en su reunión del viernes 23.

Pero ni siquiera esto es una condición insalvable. «El calendario puede adaptarse y se hará todo lo necesario para que se aprueben a tiempo, si hay acuerdo de investidura», aseguran en Moncloa. Así, si las circunstancias lo exigen, podría convocarse incluso un Consejo de Ministros extraordinario, y sacar adelante las cuentas públicas, adaptadas al acuerdo político que se alcance, en tiempo récord. Siempre antes del 1 de octubre, porque en caso contrario los Presupuestos actuales quedarían prorrogados de manera inmediata.

Calendario adaptable

Pero antes de los Presupuestos hay que aprobar el techo de gasto, primero por el Gobierno y luego en el Congreso. También este requisito puede adaptarse con reuniones y plenos extraordinarios, si fuera necesario.

Con estas bases, el Gobierno se daría de plazo hasta la primera quincena de septiembre para la investidura, siempre que hubiera visos de acuerdo. Lo mejor, según advirtió Rajoy de forma reiterada, es que se hiciera todo el proceso a la mayor celeridad, pero salir del bloqueo político lleva su tiempo.

Hasta ahora se han barajado distintas fechas para la investidura de Rajoy. Un debate el 23 de agosto tenía todo el sentido si no se alcanzaba un acuerdo y la investidura resultaba fallida, pues la cuenta atrás de los dos meses antes de la convocatoria electoral empezaría a andar, para que los comicios no coincidieran con las Navidades.

Pero, de momento, los populares ven alejarse el fantasma de unas terceras elecciones generales, y esa fecha no era la favorita ayer. Durante la jornada, y ante la negociación que se abre con Ciudadanos y que puede facilitar la investidura de Rajoy, empezó a ganar fuerza la semana del 29 de agosto. El discurso de investidura del candidato del PP sería el martes 30, y la primera votación, el miércoles 31 de agosto. Supuestamente, en esa primera votación Rajoy no lograría el respaldo de la mayoría absoluta de la Cámara (176 diputados), pues los 32 escaños de Ciudadanos seguirían siendo insuficientes: 169 entre ese partido y el PP, que podrían llegar a 170 si se suma Coalición Canaria.

Segunda votación

Habría que ir a una segunda votación 48 horas después, el viernes 2 de septiembre, en la que ya valdría una mayoría simple (más síes que noes), y donde sería necesaria al menos la abstención o ausencia de otros seis diputados. Rajoy tiene previsto acudir a la cumbre del G-20 en China, los días 4 y 5 de septiembre (domingo y lunes), lo que no impide que la investidura fuera también la semana siguiente.

Todo dependerá de la marcha de las negociaciones. Los populares insisten en que más allá del «sí» que puedan dar los diputados de Ciudadanos a la investidura de Rajoy, «es necesario un acuerdo de estabilidad política», que permita gobernar y aprobar los Presupuestos de forma inmediata. Y eso lleva su tiempo. Rajoy propuso crear cuatro grupos de trabajo para lograr ese gran pacto que hasta la semana pasada iba a ser solo económico, y que desde ayer podría ser también político. Su objetivo es tener un programa «negociado», y lograr estabilidad y confianza.

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