Moncloa culpará a Rivera si tiene que gobernar con nacionalistas

El Gobierno pide a PP y Cs que se abstengan para no depender de independentistas

Isabel Celaá, en la rueda posterior al Consejo de Ministros de ayer EP
Víctor Ruiz de Almirón

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El Gobierno ha encontrado su relato. O eso cree. Y éste consiste en señalar que si finalmente Pedro Sánchez es investido presidente con apoyo de partidos minoritarios y fuerzas independentistas es porque previamente PP y Cs no han querido hacer un gesto en favor de la gobernabilidad. Trasladar la culpa y gestionar los tiempos con la tranquilidad de que no hay otro candidato viable a la investidura.

El presidente del Gobierno proclama que le gustaría celebrar la investidura «cuanto antes». Pero los pasos que da no guardan relación con esas urgencias, sino más bien lo contrario: todos los partidos se han quejado estos días de que los socialistas no hayan iniciado ya los contactos . El PSOE informó ayer de que Sánchez se reunirá el próximo martes en el Congreso de los Diputados con Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pablo Casado . Por este orden. Un día antes la Ejecutiva federal del PSOE formalizará una comisión que «coordinará las negociaciones con los distintos grupos parlamentarios», ya que, en principio, el presidente en funciones solo se reunirá con Podemos, Ciudadanos y PP.

La fecha de la investidura sigue sin estar clara , pero no hay prisa. Ayer, la portavoz del Gobierno planteó que de forma «tentativa» el Gobierno había pensado en la «primera quincena de julio, antes de que llegara el estío de manera profunda». No hay más datos, aunque las fechas que más cotizan son el 10 y el 17 de julio. El Gobierno relacionó ayer la prontitud de la fecha con la disposición de PP y Cs y no entró a valorar otras opciones aritméticas que Sánchez tiene encima de la mesa, como la vía navarra.

«Si no queremos, y no queremos, que el Gobierno dependa de fuerzas independentistas, el PP deberá hacer un ejercicio y Ciudadanos también », defendió la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá , al término del Consejo de Ministros. Una estrategia que da sentido a esa ronda preferente de consultas del presidente.

La portavoz del Ejecutivo ha defendido que el resultado electoral arroja una «clara mayoría» para el PSOE, pero también son muestra de « la pluralidad ideológica» de la sociedad española . «Es muy importante que las conversaciones se orienten en términos razonables y que sean conscientes de que en 28 días se ha votado cuatro veces y siempre con el mismo resultado: PSOE. Por tanto, el Gobierno debe ser del PSOE, sí o sí», dijo Celaá. A eso se refería cuando pidió «leer bien los resultados y acomodar las posiciones a las decisiones de la ciudadanía».

La Moncloa juega la baza de la estabilidad al defender que se trata de un asunto clave para España, pero también para Europa, reivindicando que «la formación de un Gobierno estable es una muy buena noticia» para el futuro de la Unión Europea, donde España quiere ganar peso con las crisis políticas en Reino Unido e Italia. Con la baza de que no hay más alternativa que un Gobierno de Pedro Sánchez, Celaá pidió que una vez pasada la contienda electoral «hay que leer los resultados de forma que puedan ser eficientes a la gobernabilidad» y que por eso «el Gobierno tiene que mirar las mayores aportaciones» . Así justifica el Gobierno en funciones que Sánchez intente estos acuerdos situando a PP y Cs prácticamente en pie de igualdad con los de Pablo Iglesias: «Con UP hemos trabajado todos estos meses. Ha sido el socio preferente pero ahora tenemos esta nueva etapa en la que se habla con otras fuerzas políticas».

El Gobierno no quiere señalar a Iglesias como principal apoyo en esta nueva etapa aunque sí ha aceptado que « queremos que Podemos siga siendo socio porque lo que va a hacer el Gobierno son políticas progresistas». «Abramos el abanico para la investidura. Nos gustaría que aportaran en positivo esa parte de estabilidad», ha dicho Celaá sobre Rivera y Casado como responsables de que «esa investidura se produzca antes». En Podemos se apuntaba ayer a la incoherencia de haber hecho una campaña para «frenar a las tres derechas» y ahora buscar un entendimiento con ellas de cara a la investidura.

En el Gobierno hacen esa apelación a ambos partidos, aunque toda la presión -esperanza sería decir mucho- se concentra en Albert Rivera . La estrategia, no obstante, puede tener las patas muy cortas. A partir del martes Sánchez tendrá que ponerse a negociar con quienes sí pueden hacerle presidente.

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