El que fue jefe de gabinete de Cospedal eleva a una decena sus reuniones con Villarejo

El marido de la exsecretaria general del PP justifica por «cortesía» el ofrecimiento a Villarejo de «encargos puntuales»

Ignacio López del Hierro, este miércoles EFE

Isabel Vega

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José Luis Ortiz, que ha trabajado durante dos décadas al lado de María Dolores de Cospedal y llegó a ser su jefe de gabinete en Defensa, ha elevado este miércoles ante el juez de «tres o cuatro» a una decena las reuniones que su antaño jefa tuvo en la sede del PP con el comisario jubilado José Manuel Villarejo. Contradice así el testimonio de ella.

Ortiz comparecía como investigado en relación a la operación Kitchen habida cuenta de la pluralidad de anotaciones con su nombre que aparecen en las agendas de Villarejo de la época. El comisario le situaba como interlocutor para gestionar sus citas con la exsecretaria general de los populares y ella, en este punto, coincide, pues ante el juez dijo el martes que eran Ortiz o su secretaria, Mariví, quienes recibían llamadas cuando el ahora polémico mando quería un encuentro.

Pero la exsecretaria general del PP dijo también ante el juez que lo que mantuvo con Villarejo fueron «tres o cuatro» encuentros más sociales que profesionales a partir de un primero en 2009 que quedó grabado y se difundió, mientras Ortiz habla de «entre ocho y diez» reuniones , de acuerdo a las fuentes jurídicas presentes en la declaración consultadas por este diario.

Conforme ha explicado, era él quién recogía al comisario en una conocida cafetería de la plaza madrileña de Colón y, en el coche oficial de Cospedal, le introducía en la sede de Génova por la puerta del garaje . Asegura, eso sí, que era el comisario quien le llamaba a él para citarse con su jefa y ella, a resultas, le daba la instrucción del día y la hora que había despejado en su agenda. A veces, le citaba de seguido. Otras lo dejaba en un «ya te diré».

En su declaración y a preguntas del juez Manuel García Castellón y los fiscales, ha asegurado que más allá de eso, nada sabía. Cuando subía con Villarejo a la planta que fuese donde le esperaba Cospedal era la secretaria de ella, Mariví, quien le recibía y le acompañaba hasta el despacho. El teléfono de esta mujer figura en las agendas de Villarejo y de momento, no ha sido llamada a la causa ni como testigo ni como investigada.

Por lo que respecta a Ortiz, ha incidido en que ni charlaba con Villarejo en el breve trayecto que recorrían hasta la sede ni presenciaba después las reuniones que mantenía con Cospedal. Cumplía lo que pautaba su jefa en tanto que gestionaba la cita en sí, pero nada más.

Le ha preguntado la Fiscalía, no obstante, si alguna vez recogió al comisario en sus oficinas de Torre Picasso, a lo que ha asegurado que no; y también se ha interesado por su relación con el comisario de confianza de Cospedal, Andrés Gómez Gordo, pieza clave en el engranaje de la operación Kitchen. Ortiz ya estaba con Cospedal en su época en la presidencia de Castilla-La Mancha y a Gómez Gordo le veía en las reuniones del gabinete, era el responsable de Seguridad. Pero nunca tuvo contacto con él por nada fuera de los asuntos de gabinete. Tampoco supo nunca nada de una operación de espionaje contra Luis Bárcenas.

Un supuesto ofrecimiento por «cortesía»

Antes de que declarase el exjefe de gabinete, ha comparecido ante el juez Ignacio López del Hierro , marido de Cospedal, imputado igualmente por su presunto conocimiento de ese despliegue policial. De acuerdo a las fuentes consultadas, en su comparecencia ha justificado que cuando en una conversación con Villarejo y su mujer en la sede del PP en 2009 le ofreció realizar «encargos puntuales», lo hizo «por cortesía». Ha negado que se materializase encargo alguno, como tampoco pago, en línea con lo declarado por ella.

López del Hierro, manifestando a ratos problemas de audición, ha señalado que conocía a Villarejo desde hacía años, aunque su relación se retomó a partir del 2000 y que fue en 2009 cuando le presentó a Cospedal en la mencionada reunión en la sede de Génova 13 de la que fueron difundidos los audios.

Según ha explicado, a aquel encuentro el comisario entró por la puerta del garaje en un afán de discreción y de que no quedase registro de su visita . Sin embargo, ha matizado a renglón seguido que era algo «habitual» en aquella época, estando el PP en la oposición, y que el propio policía pedía ese acceso discreto. Sobre su condición, por cierto, ha declarado que para él, en aquellas fechas, era un mando en «excedencia», pues Villarejo nunca le dijo que estuviese en activo. Conocía además, la oficina que tenía en el corazón financiero de Madrid. No supo hasta 2017 que se había jubilado.

López del Hierro se desmarca de Kitchen

Respecto de la Kitchen, y el papel que le presumen los investigadores en la captación del principal confidente de la trama, el chófer de Luis Bárcenas, Sergio Ríos, López del Hierro ha negado haber tenido constancia de que aquello estaba en marcha y ha minimizado su relación con el resto de señalados por la trama: Conocía superficialmente al comisario Andrés Gómez Gordo y de una sola vez al comisario Enrique García Castaño. Ha insistido en que ni él presentó a nadie ni puso en relación a nadie en este asunto.

Pero a López del Hierro los indicios, sobre todo las agendas de Villarejo, le sitúan también en una presunta maniobra anterior a la Kitchen para salvar al PP, incluido Bárcenas, del avance del caso Gürtel. Además, se había enterado -según ha dicho al juez, por un periodista- de que el investigador de la UDEF Manuel Morocho le había incluido en un informe sobre donantes del partido en relación a constructora.

Asegura que no hizo nada al respecto, porque el informe estaba equivocado ya que la donación se habría realizado años antes de que él entrase en la compañía. Además, el juez del asunto no le llamó a declarar. En este punto ha comentado que compartió su preocupación con su mujer, pero cree recordar que no con Villarejo.

Tampoco recuerda la pluralidad de citas con él o las reseñas de los temas abordados que fue dejando por escrito el comisario en sus agendas. No da veracidad a las notas y tampoco puede asegurar si se compadecen con la realidad, más allá del hecho de que tenía relación con Villarejo, que era «más personal que profesional», aunque tampoco especialmente profunda, y que por eso, tomaban café de vez en cuando.

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