Cospedal blinda al PP y reduce Kitchen a un asunto policial

Reconoce «tres o cuatro» citas a solas con Villarejo sin encargo ni pago ni información de Bárcenas mediante

Asegura que jamás supo de la operación y que el partido no tenía ningún interés en promover algo así

Isabel Vega

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La exsecretaria general del PP María Dolores de Cospedal acudió ayer como imputada ante la Audiencia Nacional en una citación por la operación Kitchen que, aunque en la forma es individual, tiene en el fondo el poso de tres años de investigación que apuntan a que el espionaje policial al extesorero Luis Bárcenas pudo fraguarse fuera del Ministerio del Interior, en la sede de Génova 13. Por eso, su declaración ante el juez Manuel García Castellón no podía tener sólo un componente personal, el de una mujer que lo fue casi todo en política y que niega con vehemencia haber sabido alguna vez que la Kitchen existiera. Pesaba un ingrediente colectivo porque ella, en aquellas fechas, no era solo Cospedal. Era también el partido.

Y ahí puso la línea roja la otrora secretaria general, contundente y segura, según las fuentes jurídicas consultadas por este diario: «Kitchen no tiene nada que ver con el PP».

Durante cerca de dos horas, respondió al instructor, la Fiscalía Anticorrupción y su abogado, Jesús Santos; que llegó petrechado con más documental para desmentir a Bárcenas que para contrarrestar las anotaciones del comisario jubilado José Manuel Villarejo. Cospedal libra en este punto la primera batalla, pues está grabada, como ya es público, recibiendo al polémico mando en una sede que estaba en obras y acompañada de su marido, el también investigado Ignacio López del Hierro, que responderá ante el juez hoy por el mismo asunto.

La exministra reconoció que fue él quien les presentó, haciéndole saber que se trataba de un policía «en excedencia» que se manejaba muy bien con los medios de comunicación. Añadió que a aquel primer encuentro, en 2009, le sucedieron «tres o cuatro» citas ya a solas. Eso sí, Cospedal negó que le hiciese encargo alguno, ni para proteger a Bárcenas ni para protegerse de él. Explicó que su interés era por un lado, saber si el Ministerio del Interior que comandaba entonces Rubalcaba estaba espiando al PP. Tenían sus sospechas. Por otro, averiguar el origen de las filtraciones del caso Gürtel con las que se despachaba en prensa todos los días. Veía una campaña y quería conocer el origen. Nada de Bárcenas. Nada de documentos. Nada de confidentes ni de espías.

Citas sí, pero sin encargos

El primero de los encuentros lo convocó su marido y el resto, Villarejo, que llamaba a su jefe de gabinete o a su secretaria pidiendo cita. Insistió en que las reuniones eran más «sociales» que de trabajo y aseguró que nunca medió pago, sobre todo cuando el juez le recordó que las notas del comisario parecen apuntar lo contrario. También le dejó caer el instructor que siendo, como ella pensaba, un comisario en exdecencia con una empresa, esas reuniones quizá sí fueran de trabajo. Cospedal no quiso elucubrar por qué Villarejo anotaba lo que anotaba, pero incidió, en todo caso, en que ni en su nombre ni en nombre del partido encargó nunca nada al comisario ni le pagó o dejó a deber pago alguno, entre otras cosas, porque siempre que acudió a la sede de Génova, de nuevo, por la puerta del garaje, fue a contarle cosas que ella ya sabía. «Adornaba mucho» la información, vino a decir, de acuerdo a las mismas fuentes, pero de Gürtel poco podía aportarle cuando ella se reunía con los abogados del partido y además, devoraba la prensa.

Nadie le habló de Kitchen

De Kitchen, eso sí lo aseguró, no le habló. Como tampoco lo hizo el comisario de su confianza Andrés Gómez Gordo, una de las piedras angulares de su imputación. Él fue quien avaló la captación del principal confidente de la trama, el chófer de Bárcenas, SergioRíos, y le puso en contacto con Villarejo. Cospedal recordó que el propio Gómez Gordo, al que conoce sobradamente pero con el que no despachaba de forma habitual ya en los años de Kitchen, declaró ante el juez que ella no estaba al corriente. E insistió en que, efectivamente, no lo estaba. Tampoco por boca del entonces ministro del Interior Jorge Fernández Díaz ni su número dos , Francisco Martínez. Le preguntaron si le constaba que éste despachase con Rajoy. No lo sabía, pero le extraña.

Sin atribuirles a ellos directamente responsabilidad, sí acertó a decir que por lo que hiciese o no el Ministerio del Interior ella no responde, pues no tenía ni por qué estar informada: «Las labores policiales son labores policiales», zanjó, según las fuentes consultadas. No le habría parecido descabellado, no obstante, que se investigase a Bárcenas en 2013, con la que estaba cayendo. Dijo que no entiende por qué nadie indagó de dónde venían los millones que tenía en Suiza o por qué no se llegó a practicar un registro de su domicilio.

Responde por el PP

En todo caso, por Interior no habla pero por el PP sí responde. Y su respuesta es que la Kitchen «no tiene nada que ver con el partido», que no tenía «ningún interés» en información que pudiera haberse llevado Bárcenas ni tampoco «necesidad» de arrebatársela. Para empezar, porque en Génova siempre pensaron que el extesorero mentía y que esos audios de Mariano Rajoy y Javier Arenas que ahora dice haber tenido alguna vez, nunca existieron. Se explayó en este punto, con una batería de referencias para evidenciar que el extesorero ha dicho en estos años lo mismo y lo contrario hasta quedar «como un mentiroso».

Centró el tiro en su «decimocuarta» versión, como testigo por la operación Kitchen: que los audios estaban en las cajas de la mudanza de su despacho de Génova y que tardó dos años en abrir y mirar dentro para ver que le faltaban. Fue a lo práctico Cospedal en este punto cuando aseguró que, además de lo inverosímil de una custodia tan laxa para material tan sensible, esas cajas estuvieron meses en la sede del PP y hubo de dar un ultimátum al extesorero para que las recogiera. De haber querido arrebatarle algo, aquel habría sido el momento, pero no había, insistió, preocupación .

Hubo otro aspecto de las sucesivas declaraciones de Bárcenas que rebatió en la comparecencia y es el relativo a los supuestos interlocutores que desde 2012 habría tenido con el PP, ya fuese para cambiar paz por silencio, ya fuese para declararse la guerra. Villarejo también tenía un par de nombres apuntados y Cospedal se desmarcó de todos. No le consta que en esas fechas el partido situase a ninguna persona en esa posición . Y ella, en aquella época, era el partido.

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