Manuel Marín, constructor de la Unión Europea

Creía en Europa, era un apasionado de ese proyecto común que tanto ha aportado a España

ABC

IRATXE GARCÍA*

Allá por el año 2000, con sólo 25 años, atravesaba yo la puerta del Congreso con mi acta de diputada nacional por Valladolid. No escondo nada si confieso que para mí, en aquellos primeros tiempos, cruzarme con algunas figuras políticas me causaba una verdadera impresión.

Hubo algunos compañeros y compañeras que me marcaron por su experiencia y personalidad y, sin duda, Manolo Marín fue uno de ellos.

Con su seriedad habitual, pero con un gran sentido de la responsabilidad y una enorme generosidad hacia quien tiene todo un mundo por aprender, no dudaba en dedicar su tiempo a relatar sus experiencias personales y profesionales a una joven como yo, hambrienta de relatos y conocimientos.

Fue él, y así lo he reconocido siempre y quiero volver a hacerlo ahora, quien con sus conversaciones y reflexiones despertó en mí el interés por un conflicto de la política exterior que a día hoy sigue en la agenda internacional, el de los refugiados saharauis, una realidad en la que luego he podido cultivar un compromiso personal y político muy importante que pervive en la actualidad, y que me seguirá acompañando a lo largo de mi vida.

Y hoy, como jefa de la delegación socialista española en el Parlamento Europeo, no puedo hacer otra cosa que expresar un agradecimiento muy sentido por su contribución al proyecto europeo.

Manolo creía en Europa, era un apasionado de esa construcción que tanto ha aportado a nuestro país. Él estuvo en las negociaciones de la entrada de España en la Unión Europea , que culminaron en la firma del Tratado de Adhesión el 12 de junio de 1985. Su figura erguida y su orgullo contenido en esa foto de la firma que nos abrió la puerta al futuro y despertó la ilusión de sentirnos parte de un proyecto grande, quedará grabada en mi memoria.

Su trabajo en la construcción de la Unión Europea lo continuó haciendo con pasión y un gran sentido de la responsabilidad siendo vicepresidente y comisario de Asuntos Sociales y Educación. Y fue en este ámbito en el que creó e impulsó uno de los grandes éxitos de la UE: el programa Erasmus , que ha dado la oportunidad a millones de jóvenes de conocer otras culturas, otros idiomas y tejer lazos y amistades con jóvenes de su generación de otros Estados miembros. Nada ha hecho más por la integración europea que las becas Erasmus y eso, se lo debemos también a él, a quien acertadamente llaman el «padre» de las becas Erasmus.

Manolo era una persona seria, rigurosa, consecuente, generosa y decente. Y así se ha conducido por la política. Y hemos tenido la suerte de que Europa fuera su pasión, porque sin su trabajo y sin sus convicciones, esta Unión Europea no sería la misma.

*Iratxe García es presidenta de la delegación socialista española en el parlamento europeo

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