«Mamarracho», «marrano» y «cabestro»: el insulto, el diputado 351

Las ofensas y los descalificativos a los adversarios políticos siempre han formado parte de la esencia del Congreso

El ministro de Exteriores, Josep Borrell, acusa de un presunto escupitajo a un diputado de ERC, el 21 de noviembre EP / VÍDEO: El insulto como costumbre entre diputados

Gregoria Caro

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Para la Real Academia Española «marrano» es, en primer término, un cerdo y, en segundo, una persona sucia que no se lava. Pero para la exdiputada socialista Enedina Álvarez «marrano» era el expresidente del Gobierno José María Aznar , según le gritó en una sesión plenaria en 1999. Así es el Congreso de los Diputados: la casa de la palabra, del debate y, a veces, de las salidas de tono de sus señorías. Sorpresa: nada nuevo bajo el sol.

En tiempos agitados, y en otros no tanto, la mayoría de legislaturas han generado una serie de batallitas y situaciones en las que se escupen escandalosos improperios. Solo hace falta desempolvar el Diario de Sesiones para descubrir cómo los diputados se las ingenian para descalificar a sus adversarios políticos o pierden los nervios al compás de vehementes réplicas. Éste último es el caso del diputado de la Chunta Aragonesista José Antonio Labordeta, que en 2004 perdió la paciencia con el popular Carlos Aragonés y le llamó «gilipollas» por hacer «gestos» durante su turno de palabra. No obstante, Labordeta se retractó ante la reprimenda del entonces presidente de la Cámara Baja Manuel Marín .

Ese mismo año, Marín intermedió en otra bronca que acabó en ofensa. El diputado del PP Andrés Ayala acusó a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, de mentir y el socialista Salvador de la Encima reaccionó acusándole de ser un «mamarracho» . También cuatro años más tarde, en 2008, el exministro de Defensa José Bono sugirió que atizaría a los nacionalistas con «una guía telefónica». Ante esta situación, el entonces portavoz del PNV, Josu Erkoreka, replicó llamándole «cabestro», que puede significar buey manso o persona influenciable.

Iglesias (PSOE) amenazó de muerte a Antonio Maura y luego tuvo que retirarlo públicamente

Pero insultos aparte, en el Hemiciclo también han retumbado escandalosas amenazas. Una de las más sonadas fue la del fundador del PSOE, Pablo Iglesias, que en 1910, dirigiéndose al diputado del Partido Liberal, Antonio Maura, aseguró: «Para evitar que Maura suba al poder debe llegarse hasta el atentado personal».

Iglesias fue obligado, entre incesantes protestas de los conservadores, a dejar constancia de que no había amenazado de muerte al liberal. Asimismo, cuenta una crónica de ABC, que el 4 de julio de 1934 un debate sobre Cataluña acabó a mamporrazos entre los presentes en la Cámara y el socialista Indalecio Prieto, entre golpes, desenfundó su arma y apuntó enfurecido a los diputados de la derecha.

Mucho más reciente, el exportavoz en el Congreso del Partido Popular Rafael Hernando , conocido por su peculiar estilo parlamentario, también fue el protagonista de una escena que casi llega a las manos. Hernando, en 2005, casi la tomó con Alfredo Pérez Rubalcaba , que de aquella era el portavoz socialista, pero fue sujetado por sus compañeros en los pasillos.

Los shows de Rufián

El diputado de ERC, Gabriel Rufián, se ha convertido en el «showman» del Congreso así como en una de las figuras parlamentarias más conflictivas . Su último espectáculo fue el encontronazo con el ministro de Exteriores, Josep Borrell, que acabó con su expulsión del Pleno y la sucesiva salida de sus compañeros en solidaridad.

Rufián acusó a Borrell de ser el ministro «más indigno de la historia», un «hooligan» y la «vergüenza» de los socialistas por militar en Sociedad Civil Catalana. Borrell fue más creativo, lo que sacó de sus casillas al independentista: «Esa mezcla de serrín y estiércol es lo único que usted es capaz de producir». Además, hacía unas semanas que el de ERC había sido llamado «imbécil» por la popular Beatriz Escudero, después de que éste la tildase de «palmera» durante una de las Comisiones de investigación sobre la financiación ilegal del PP. El Congreso amparó finalmente a la diputada.

Pero ni Rufián ha inventado nada ni el portavoz de Esquerra, Joan Tardà, fue original cuando desde la tribuna llamó «fascista» al líder de Ciudadanos, Albert Rivera. La figura del insulto siempre ha formado parte de la esencia parlamentaria, eso sí, lo que nunca se había visto era un ademán de escupitajo ...

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