Les llaman chaqueteros

Tres políticos explican a ABC por qué abandonaron sus partidos de toda la vida para presentarse bajo otras siglas en estas elecciones

JULIÁN DE VELASCO

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¿Es usted un chaquetero?

No soy un chaquetero, para nada. Chaquetero es el que cambia de chaqueta y de principios y yo sigo con los mismos. Los chaqueteros son los que se han quedado.

Responde Luis Asúa , un clásico de la política madrileña que batalló durante años en los barrios, el Ayuntamiento y la Comunidad al lado de Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. En marzo de 2017 se enfrentó a Cristina Cifuentes para presidir el PP de Madrid y perdió. Hace unos meses, después de un tiempo alejado de la primera línea, fue anunciado como número 7 de la lista de Vox al Consistorio de la capital, justo en los días en los que los ánimos estaban más caldeados después de la fuga de Ángel Garrido desde Génova 13 hasta la sede de Ciudadanos. El suyo es un caso de esos políticos que, tras años de militancia en un partido y pese a las críticas, han tomado la decisión de cambiar de aires para, como sostienen -y todos coinciden-, seguir defendiendo sus principios pero desde otras siglas.

Lo más difícil si te quieres cambiar de partido es dar el primer paso. La dificultad es mayor cuantos más años lleves en la formación de origen. Y así lo explica Juanjo Delgado , un alcalde vocacional de la España despoblada quien, después ser primer edil por el PP en Cubo de la Solana -un pueblo de 198 habitantes de Soria- defenderá los colores del PSOE en los comicios del domingo. «Tenía un poco de miedo. Ya llevaba años que me atraía bastante la idea de irme al PSOE, principalmente por el grupo humano que tiene, pero me daba miedo. Al fin y al cabo y después de tantos años tenía muy buena relación con gente del PP y decir que me iba ha sido el peor momento. No sabes cómo dar la noticia », reconoce a ABC este soriano, al que no se le puede reprochar que dé el paso para sacar un rédito económico ni nada parecido, ya que a estos niveles la política paga en dolores de cabeza y resta tiempo para otras cosas importantes, como por ejemplo la familia.

Juanjo Delgado, alcalde por el PP en Cubo de la Solana (Soria) y en estas elecciones candidato por el PSOE ABC

Y ante un momento tan complicado, como anunciar que te vas con el rival, hace falta sacar el valor de algún sitio. «Me tiran mucho Soria y mi pueblo, por encima de cualquier partido», subraya Delgado, que también valora «por encima de todo» a las personas, algo que ha facilitado un cambio tan radical como el suyo. Pese a las críticas que haya podido recibir, se lo toma con humor. Dice que es como cambiar el Barcelona por el Real Madrid y, cuando está con sus amigos o con la familia en ambientes distendidos, hasta hace bromas con ello: «Bueno sí, a veces les digo que soy un chaquetero», se ríe.

«He dado muchísimo al partido»

Algo más sencillo lo tuvo Asúa que, poco a poco, se fue desencantando del proyecto popular. «Tenía grandísimas expectativas con la llegada de Casado. Pensaba que iba a enfocar el discurso del PP después de la extraña época de Rajoy, pero mi sorpresa fue que lo desenfocó incluso más», reconoce el candidato de Vox, que manda un claro mensaje a aquellos que critiquen su salida del PP, un partido que le permitió ostentar diversos cargos de responsabilidad en las instituciones.

Luis Asúa en la votación de 2007 a la que se presentó para liderar el PP frente a Cristina Cifuentes INMA FLORES

«Nadie me puede acusar de transfuguismo. El partido me dio mucho pero yo también le he dado muchísimo. He dado trabajo, dinero y hemos mantenido sedes en épocas muy difíciles y jamás he cobrado un sobresueldo», reivindica Asúa, quien reconoce que meses antes de anunciar su salida ya tenía la carta de dimisión escrita: «En mi casa, además, mi familia tampoco me ha dicho nada porque ya eran todos de Vox. Yo era el último romántico, pero ya no me sentía identificado con el PP ».

También en Cataluña

Odilo Enríquez, el 9-N ABC

Todavía está por ver el primer caso de un independentista del PDeCat, Esquerra o la CUP que, de buenas a primeras, se despierte un día con aires constitucionalistas y acuda a la sede del PP, Ciudadanos o el PSC a afiliarse. Hasta entonces, lo que más se aproxima es el caso de Odilo Enríquez, quien hace cuatro años concurrió a las urnas por CiU en Argentona, un pueblo de Barcelona, y el domingo lo hará con Ciudadanos. «¡Yo nunca he defendido nada relacionado con el independentismo eh! Era militante de Unió y allí siempre hemos apostado por el diálogo y la tercera vía», se justifica Enríquez, que sin embargo acudió sonriente a votar en la consulta ilegal del 9-N de 2014. «Pero voté que no» , asegura.

La decisión le ha costado cierta hostilidad en sus círculos, pero los problemas no han pasado a mayores. «Personalmente no he sufrido ninguna agresión verbal, pero otros compañeros sí», indica Enríquez, para quien el desengaño con la causa independentista ha sido «terrible»: «Nunca me he identificado con esta vía, sí con la del diálogo para ganar más autonomía pero dentro de la Constitución».

El factor ilusión

El chaparrón de críticas ha pasado y los tres candidatos -ya con el paraguas cerrado- coinciden en otra cosa: viven las elecciones del domingo con mucha ilusión, pese a que no son novatos. «La primera vez fue en 2003 y ahora casi siento la misma ilusión . Tengo ganas de ir el domingo a las 8 de la tarde y ver los resultados», confiesa Delgado. Lo mismo en el caso de Asúa, muy involucrado en su nueva aventura, que le recuerda cuando en los 90 se «alistó» a las filas populares. «Aquello era una maravilla, había la ilusión que estoy encontrando ahora en Vox. Cambiamos España, teníamos ganas y lo hicimos con Aznar, con Aguirre y gracias a los partidos liberales. Se hizo muchísimo por cambiar España», evoca Asúa.

Unos les llaman chaqueteros, otros dicen que son tránsfugas y también hay quien respeta la decisión de estos tres políticos; tres ejemplos de personas que prefirieron, conscientes de las consecuencias, cambiar de partido antes que, como argumentan, cambiar de principios.

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